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Memorias del X Coloquio Panel VI Mujeres, ciencia y filosofía

 40,000 pies de altura: Un acercamiento a la vida de la teniente coronel Olga E. Custodio

Autora: Profesora Zoraida J. Serrano-Valle – UNAM, San Antonio, Texas

 

            Conocí a la teniente coronel Olga E. Custodio, a través de mi esposo, durante una presentación de la agrupación Ecos de Puerto Rico en la Base Lackland de la Fuerza Aérea en San Antonio, Texas. Olga, mi esposo y una decena de orgullosos puertorriqueños conforman esta agrupación de cuatristas entusiastas de la música autóctona de la Isla. La próxima vez que vi a Olga fue en un anuncio del año 2018 de la cerveza mexicana Modelo. Vi y escuché el anuncio varias veces, tomando en cuenta la narración que lo acompaña: 

                        Olga Custodio refused to be grounded after being rejected by a military training                                       program because she was a woman. Instead, she fought for her right to become                                              the nation's first Latina military pilot. Modelo believes that it doesn't matter where                                     you come from, but what you're made of and is proud to tell Olga's story.[1]

            La tercera vez que hablé con Olga fue el día de su cumpleaños, 22 de enero de 2021, a través de Zoom.[2] La pandemia nos obligó a esto. Aun así, la conversación se dio de manera sencilla y sosegada. Olga, la primera mujer latina en completar el Programa de Entrenamiento para Pilotos de la Fuerza Aérea, se expresa como quien cuenta una historia que no le pertenece, pero de la cual es protagonista; siempre apoyada en su lema personal: “Querer es poder”[3].  

            La Sra. Olga E. Custodio (de soltera Nevárez Nieves) nació en San Juan, Puerto Rico en 1954.  Son sus padres el señor Ismael Nevárez Virella, natural del barrio Dos Bocas, y su madre, la señora Olga Ester Nieves de Nevárez del pueblo de Corozal. Don Ismael fue un suboficial del Ejército de los Estados Unidos que sirvió en la Segunda Guerra Mundial y en la de Corea. Recuerda Olga que su madre le contó que cuando apenas tenía uno o dos meses de nacida viajaron para reunirse con su padre en una de sus asignaciones con el ejército. Sin lugar a dudas, la carrera militar de don Ismael le brindó a Olga la oportunidad de viajar a diferentes lugares del mundo. Esto, expresa la determinada piloto, le permitió “ampliar su perspectiva acerca de la vida, conocer nuevas culturas y aprender a ser más consciente de la diversidad que existe alrededor nuestro”.[4]

            Olga vivió en Taiwán. Allí inició su formación académica y completó el kínder y el primer grado. Su mamá tenía una niñera que la ayudaba tanto con el cuidado de Olga como con el de su hermano Pedro Nevárez, quien era muy pequeño aún. La niñera le hablaba chino a Pedro, y este ya comenzaba a entenderlo. La madre de Olga tuvo que pedirle a la niñera, cuyo conocimiento del inglés no era muy amplio que, por favor, le hablara en inglés al niño. ¡Prefería esto a no poder comunicarse con su propio hijo! El segundo y tercer grado los cursó en el estado de Nueva Jersey en los Estados Unidos. Todavía recuerda la sorpresa que le causó experimentar la diferencia en cultura y tradiciones en comparación con la que ya conocía.           

            Luego la familia fue a vivir a Teherán, en Irán. Eran los tiempos de la Revolución Blanca. Mientras estudiaba en Irán el quinto y sexto grados, Olga fue testigo del fraccionamiento del país entre los simpatizantes del sah Mohammad Reza Pahlavi y los de Ruhollah Khomeini. La milicia estadounidense asignada a las bases militares del lugar debía vivir bajo estrictas medidas de seguridad y converger con la ética y la cultura del país. Debido a esto, y a que las mujeres no tenían autorización para conducir en el país, la familia tenía asignado un auto con chofer. Las actividades recreativas se llevaban a cabo dentro de la base. Allí había cine, restaurantes, entre otros espacios de entretenimiento para que pudieran llevar una vida con todas las oportunidades normales. Olga recuerda que ellos vivían en un apartamento de primer piso. El arrendador de la propiedad vivía en el apartamento que estaba arriba del de la familia de Olga. Este tenía una hija con la cual ella hizo amistad. No se entendían, si entenderse es hablar el mismo idioma. La niña hablaba farsi y Olga, español e inglés, pero compartían y jugaban juntas. Olga recuerda que cuando visitó el apartamento de su amiga encontró que todo el lugar estaba alfombrado, las mesas eran muy bajas y que comían sentados en el suelo. Se sorprendió al saber que en el apartamento solo había un colchón y era para uso del padre. En Teherán, asistía a la escuela de lunes a jueves, y sábado. Recuerda que la noticia del asesinato del presidente John F. Kennedy los sorprendió viviendo en Irán. 

            Una vez dejaron Irán, fueron a vivir a Paraguay. Olga reflexiona que ese fue el destino perfecto para preparar su posterior regreso a Puerto Rico. Si bien es cierto que Olga hablaba muy bien el español, también lo es que no sabía leerlo ni escribirlo. Por ese motivo Paraguay fue ideal. Allí aprendió a leer y a escribir en español durante los años en los que cursó la escuela intermedia. Allí también cultivó su especial gusto por la música. Olga recuerda con cariño el tiempo en el que tomó lecciones de piano en el Conservatorio de Música de Paraguay. Años después aprendería a tocar el cuatro de manera autodidacta y fundaría el Ballet Folclórico Borikén de San Antonio como homenaje a sus raíces puertorriqueñas.[5]

            Al llegar a Puerto Rico, Olga continuó sus estudios en el Colegio Discípulos de Cristo. Debido a que su formación académica había transcurrido en las escuelas del Departamento de la Defensa, Olga ya traía en su expediente académico cursos adicionales que le fueron convalidados. Por eso, a los 16 años, Olga E. Custodio fue admitida a la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Cuando le comenté que me parecía que era una niña para estar en la universidad, me contestó: “¿Qué otra opción se tiene a esa edad?”[6] Así inició sus estudios en la Facultad de Ciencias Naturales conducentes a un bachillerato en Matemáticas. Ella reconocía que los números eran su don. Allí hizo un primer semestre de 18 créditos. Quise saber si había experimentado alguna diferencia en cuanto a retos o dificultades al llegar a la universidad. Me comentó que no, que lo asumió como otra escuela más de las varias en las que ya había estudiado. Experimentó “el camino que llevé y que traté, sin inconvenientes ni tropiezos.”[7] Dejó que su naturaleza curiosa la guiara. Además, Olga tenía un plan trazado. Ella quería entrar al “Reserve Officersˈ Training Corps” (ROTC) y ser parte de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF).  Fiel a su plan, se presentó a la oficina ubicada dentro del campus, y le pidió información al oficial en turno. Él le ofreció que participara en las reuniones de una sororidad que tenían con el fin de animar y acompañar a los cadetes. Olga asistió a una reunión solo para ratificar que ella quería ser una cadete y portar el uniforme. Sin embargo, como para entretener las aspiraciones de Olga, el oficial buscó entre las gavetas del escritorio un examen y se lo dio. Semanas después le anunciaba que no lo había pasado por no atreverse a decirle que el ROTC no aceptaba mujeres. Ya para el segundo semestre Olga había decidido cambiar de facultad. Aunque amaba las matemáticas, no veía un futuro laboral en ellas. Se transfirió a la facultad de Administración de Empresas e hizo una concentración menor en Matemáticas. Ahora bien, el plan inicial que Olga se había trazado se vio interrumpido por el ambiente socio-político que se vivía en ese momento en la Universidad de Puerto Rico. Era la época de las marchas en contra del ROTC y la presencia de la policía y de la fuerza de choque en el recinto. De hecho, Olga estaba en la oficina del ROTC cuando atacaron la sede y resultó herido uno de los cadetes. Todo culminó con el cierre temporal del recinto y un cambio en los planes de Olga. 

            Con apenas 20 años, comenzó a trabajar en el área de administración de la “Puerto Rico International Airlines”. Durante el día trabajaba y durante la noche iba a la universidad para finalizar su bachillerato. Esas navidades conoció a quien sería su esposo, Edwin Custodio. Custodio, empleado también de la misma empresa, estaba destacado en el aeropuerto en el área de servicio al cliente. Tres meses después, en marzo, Edwin y Olga se casaron. Entre sonrisas Edwin recuerda que muchos de sus amigos apostaban a que la unión fracasaría. Sonríe 47 años y dos hijos después. Ahora, esos mismos amigos los admiran por todos sus logros y por la familia que han forjado juntos.[8]   

            Cuando la familia Carrión, dueña de la “Puerto Rico International Airlines”, le vendió la empresa a un conglomerado estadounidense, el matrimonio repensó su futuro.  Fue en ese momento que Olga “le vendió el sueño”[9] a Edwin: la milicia como alternativa para el futuro de ambos. Como buena hija de un militar, Olga la conocía de primera mano.  Era una vida cuya madre había sabido llevar, y que ella y su hermano Pedro disfrutaron al tener la oportunidad de conocer diferentes destinos. Ambos tomaron el examen de admisión y lo aprobaron con calificaciones altas. Sin embargo, a Edwin lo aceptaron, pero, a Olga, no. Ella era mujer, estaba casada y ya había nacido Marcía, la primogénita del matrimonio Custodio. El sueño se posponía por segunda ocasión. 

            Edwin fue asignado a Panamá. Olga tenía muy claro que ella no quería ser ama de casa. Deseaba trabajar y adquirir experiencia en el ámbito laboral. Allí trabajó en un banco, en la oficina de un abogado, enseñó mecanografía y administraba exámenes a los militares. Todo esto sin olvidar su sueño de pilotear aviones. Por eso decidió que trabajaría en la base en el servicio civil como una manera de estar más cerca de la meta. Olga E. Custodio siempre tuvo claro que “if you want something to happen you have to make it happen”.[10]  Comenzó a trabajar en la “Panama Canal Co.”, en la Oficina de Igualdad de Oportunidades del Gobierno. Su nuevo trabajo le abrió los ojos a una realidad que había vivido, pero a la que no le había puesto nombre: el discrimen. A través de la formación y los talleres que se organizaban en la oficina tomó consciencia y se preparó para tocar la puerta una tercera ocasión. Al contarme esto Olga recordó: “Me eduqué, me informé, nadie me iba a decir que no se puede.”[11]  Así que cuando celebraron una casa abierta en la base en la que Edwin estaba destacado, ella se acercó a la mesa del USAF solo para descubrir que en Panamá no tenían una oficina para esta rama de la milicia. Entonces, decidió ir a la oficina del “Army”. El reclutador escuchó sus intenciones de ser piloto, pero al saber que era casada y tenía una hija, ¡le señaló la puerta de salida! Olga pensó: “¡Total yo no quería pertenecer al Army!”[12]  Entonces, junto a su esposo Edwin, se entrevistó con un sargento que trabajaba en la oficina de personal, y que a su vez era reclutador, y le expresó su interés. Él le dijo que nunca había procesado la solicitud de una candidata a oficial que quisiera ser piloto. ¡Olga le dijo que ella lo iba a ayudar! Entre los dos completaron la solicitud y los diversos documentos. Como la solicitud ofrecía escribir tres alternativas de área de trabajo, el sargento le recomendó escribir otras opciones además de la de piloto. La respuesta de Olga fue contundente: “¡Escriba piloto, piloto y piloto!”[13] Pasó algún tiempo y la respuesta no llegaba. Entonces el sargento llamó a San Antonio, Texas donde le comunicaron que el comité no podría procesar la solicitud de Olga porque algunos de los documentos no habían llegado. Una vez más completan el proceso. Edwin, que trabajaba en el área de “Airfield Management”, mueve los hilos para que el paquete de solicitud llegue nuevamente a su destino “de mano en mano, de nube en nube”.[14]  El 28 de diciembre de 1979 Olga E. Custodio fue aceptada en la Escuela de Entrenamiento para Oficiales cuando tenía 26 años y medio.  La edad límite era de 27 años. Superadas las reacciones iniciales: la preocupación de su madre, el espaldarazo de su padre y el apoyo incuestionable de su esposo, Olga tuvo 20 días para mudarse a San Antonio y una única oportunidad para aprobar el entrenamiento. 

            En el grupo en el que inició Olga solo había dos mujeres; ambas hispanas. Sin embargo, a las pocas semanas, su compañera abandonó el entrenamiento. Cuando le pregunté si había sentido algún tipo de presión o trato diferente entre sus compañeros Olga me contestó que estos habían sido buenos, que se apoyaban mutuamente y que estudiaban juntos. Había camaradería entre todos. Además, reitera que, si hubo alguno al que le molestara su presencia, ella no le prestó atención. Por ejemplo, como ocurría cuando rotaban a los instructores. Los que no la conocían la retaban y le cuestionaban sus motivos para estar ahí. Sin embargo, Olga no permitiría que nada ni nadie la descarrilara de su ruta. En 1980 se graduó de la escuela para Entrenamiento de Oficiales de la Fuerza Aérea con el rango de segundo teniente. Al siguiente año se graduaba del Programa Subgraduado de Entrenamiento para Pilotos del USAF en la Base Laughlin en Texas como parte del 5 porciento de los promedios más altos de su clase. Su tesón, dominio de sí misma y perseverancia la llevaron a ser la primera mujer latina en completar dicho programa; la primera mujer en ser instructora de vuelo del avión Northrop T-38 Talon y la primera mujer en ser piloto instructor de un avión T-38 en las bases Laughlin y Randolph, respectivamente. Luego de 24 años entre servicio activo y la reserva del USAF, Olga E. Custodio se retiró con el rango de teniente coronel. Mientras servía en la reserva fue reclutada por “American Airlines” en el 1988. Olga E. Custodio también es la primera mujer latina capitana de dicha línea aérea. 

            Por todas esas primeras veces Olga ha recibido importantes reconocimientos,[15] ha sido oradora invitada en una variedad de eventos, ha concedido entrevistas para publicaciones escritas y programas de televisión. Sin embargo, Olga expresa con sencillez: “I never realized I was doing something amazing. I was following my dream”.[16] Solo cuando entrenó a la joven que resultó ser la primera latina en graduarse de la academia del USAF, entendió el camino que su tenacidad había abierto para otras jóvenes mujeres. Solo entonces Olga cayó en cuenta de la gesta que había conquistado y por la cual tantos la admiran. 

            Cuando la Fundación Dee Howard la homenajeó al colocar su nombre en el Salón de la Fama de la Aviación y el Espacio de San Antonio en el 2017, Olga contó una anécdota. Mientras estaba en el Programa Subgraduado de Entrenamiento para Pilotos le tocó hacer un vuelo sola en un avión T-37. Ella recuerda que “justo después del despegue… de pronto hubo un estruendo… el parabrisas se puso negro por un segundo y lo próximo (que ella vio) fue sangre y plumas”.[17] Sin embargo, supo maniobrar el avión y aterrizar segura. 

            Ahora reconoce que todas las experiencias anteriores en su vida la habían preparado para aquel trance y que su legado está en ser referente para que otras mujeres entiendan que los sueños y las metas se pueden alcanzar con tesón y esfuerzo. Olga dedica su tiempo y conocimiento a promover que más niñas y jóvenes adolescentes se interesen por continuar estudios en carreras relacionadas a la ciencia, la tecnología, la ingeniería, el arte y las matemáticas (STEAM, por sus siglas en inglés). Además, es miembro de numerosas organizaciones especializadas en la aviación. 

            Le pregunté a Olga qué se sentía al estar entre nubes piloteando un avión. Me contestó: “Me siento libre y consciente de la responsabilidad que implica… ver dónde vive la gente, salir y llegar en pocas horas… es tener una perspectiva de 40,000 pies de altura”.[18]




[1]  Anuncio de television de la cerveza Modelo: www.ispot.tv/ad/dk3c/modelo-fighting-for-respect-with-pilot-olga-custodio

[3]  Ibid.

[4]  Ibid. 

[5] Olga fundó el Ballet Folclórico Borikén como una respuesta a la celebración del 5to Centenario de Puerto Rico. Fue el primer grupo folclórico que participó en el “Texas Folklife Festival” del Instituto de Cultura Tejana. 

[6] Olga E. Custodio, entrevistada por la autora, San Antonio, 22 enero 2021.

[7] Ibid.

[8] Edwin Custodio, entrevistado por la autora, San Antonio, TX, 22 enero 2021.

[9] Ibid.

[10] Olga E. Custodio, entrevistada por Alicia Acuña para Fox News, 21 noviembre 2013 (https://video.foxnews.com/v/2856226476001). Traducción libre de la autora: “Si quieres que algo suceda tú tienes que hacer que suceda”.

[11] Olga E. Custodio, entrevistada por la autora, San Antonio, TX, 22 enero 2021.

[12] Olga E. Custodio, entrevistada por la autora, San Antonio, TX, 22 enero 2021.

[13] Ibid.

[14] Edwin Custodio, entrevistado por la autora, San Antonio, TX, 22 enero 2021.

[15]  Entre ellos: “Aviation Safety Award, Air Force HQ Air Education and Training Command”, “San Antonio Aviation and Aerospace Hall of Fame Inductee”, “Military aviation pioneer - Smithsonian National Museum of Air and Space in Washington D.C.”, “US Air Force Reserve Officer Association Outstanding IMA of the Year”, “Puerto Rico Senate–Puerto Rican Female Pilot–Military and American Airlines & Outstanding and Exemplary Citizen”, “California Hispanic Chambers of Commerce Inaugural Veterans Award”, “EAA Museum and Programs Supporter Recognition”, “LULAC Council Presidential Award”.

Ver purflygirl.com para un listado completo.

[16]  Olga E. Custodio, entrevistada por Alicia Acuña para Fox News, 21 noviembre 2013 (https://video.foxnews.com/v/2856226476001)

[18] Olga E. Custodio, entrevistada por la autora, San Antonio, TX, 22 enero 2021.

 


La diferencia de ser mujer en la obra de Ana Roqué de Duprey (1853-1933)


Dra. Jesennia Rodríguez Suárez, Investigadora Independiente 


Con esta comunicación lo que pretendo es analizar y dar a conocer las maneras en las que la autora Ana Cristina Roqué y Geigel interpretó la diferencia de ser mujer. Nació en el pueblo de Aguadilla, Puerto Rico en el año 1853. Esta autora se dedicó a la enseñanza y sobre todo a la investigación de diferentes materias como biología, geografía o filosofía entre otras. Gracias a sus arduos conocimientos escribió sobre diferentes temas recogidos en periódicos, revistas, novelas y cuentos. En el año 1893 fundó el primer periódico “La Mujer” y con los beneficios que sacó del periódico pagó matriculas y libros para sus alumnas. Pese a toda su contribución literaria sigue siendo una autora bastante desconocida para las puertorriqueñas y los puertorriqueños. Mi propósito con esta comunicación es analizar las obras “Luz y Sombra” y el manuscrito “El concepto de feminista” para dar a conocer su visión sobre como debían ser las mujeres. 

Antes de continuar con dicho análisis hablaré sobre el contexto histórico sobre las relaciones entre los hombres y las mujeres a lo largo de la historia hasta llegar al siglo en el que vivió Ana Roqué. 

A través de la historia, diferentes culturas han considerado el cuerpo de las mujeres y de los hombres distintos. Esta idea está constituida en una creencia en que la diferencia fundamental entre los sexos es la fuerza. Tradicionalmente se ha considerado a los hombres más fuertes que a las mujeres, llegando así a definirlas como el “sexo débil”.  Aparte de la carga cultural que sostiene esta afirmación, cabe recordar que las diferencias entre los hombres y las mujeres han sido generalmente explicadas desde el punto de vista de su naturaleza. También debemos tener en cuenta que el cuerpo masculino ha sido pensado como modelo a partir del cual se señalan las carencias o rasgos específicos del cuerpo femenino. Estas ideas sobre el cuerpo femenino como débil se deben a la descripción realizada por Aristóteles quien describió a las mujeres en oposición a las características biológicas de los hombres y, por ende, las representó en el contexto social como un ser defectuoso e inferior. Aristóteles fue así el precursor de un conjunto de ideas negativas sobre la definición del cuerpo de las mujeres, consiguientemente aceptadas y difundidas a través de los siglos. Para designar la diferencia sexual en la Europa feudal existían tres teorías que identificaban las maneras de ver las relaciones entre los sexos.  La primera teoría fue identificada por la filósofa Prudence Allen es la llamada “complementariedad de los sexos”.  Esta teoría venía a decir que las mujeres y los hombres somos sustancialmente diferentes y somos iguales. En otras palabras, que en sustancia somos diferentes pero iguales en valor. Otra de las teorías fue la conocida “polaridad de los sexos” que no es otra cosa que los hombres y las mujeres somos sustancialmente diferentes pero los hombres son superiores a las mujeres. Y la tercera teoría se produce por medio de la instauración del Humanismo en Europa. Esta teoría tenía una manera diferente de ver las relaciones entre los hombres y las mujeres. Esta tercera teoría se le denomino como la “teoría de la unidad de los sexos” y fue promovida por el Humanismo y el Renacimiento y decía los hombres y las mujeres somos iguales, como si los sexos no fueran dos sino uno. Esta teoría a priori puede sonar como las moderna de todas, sin embargo, dicha teoría no da cabida a la diferencia sexual. Pasamos de mirar al mundo por medio de dos ejes a solo tener uno, y llamarse neutro. Esta teoría delimita al sexo femenino quedando el hombre como el ser universal.

A finales del siglo XIX en la literatura puertorriqueña se pueden ver rasgos de la última teoría de la unidad de los sexos. Dichas teorías llegan a la isla importadas a la élite puertorriqueña desde ciudades como París o Madrid. La influencia de dichas teorías se puede ver claramente en su periódico “La mujer”, donde Ana Roqué nos explica la diferencia sexual: 

“Tenemos el mismo organismo material con menos variante y menos fuerza física, pero mucha más moral y sabemos que somos iguales. Nuestro valor pues dependerá de nuestros ritos y esfuerzos y que no se nos limite la instrucción. Aún no estamos llamadas para tan grande destinos, pero sí tenemos la misión de preparar el terreno y de luchar con bríos para que ellas recojan el fruto de nuestra labor”  

Mientras que en un manuscrito titulado “El concepto de feminista” nos explica lo que era ser mujer:

“¿Qué era la mujer? 

Un ser considerado inferior, explotado y sin derechos, que las antiguas sociedades, abrazando de su debilidad física, procuraban tener alejada de aquellos centros de cultura, donde el alma se expande y se eleva sobre las miserias de la tierra; e impulsada por el soplo divino que tenemos en el que constituya nuestra alma, va a sumergirse espiritualmente en esa vida divinal que nos acerca a Dios”.  

Su labor como divulgadora en temas de mujeres continuó a lo largo de su obra. En su obra Ana Roqué rompe con muchos estereotipos del como debían ser las mujeres y como debía sentir, entre muchos otros. Uno de los estereotipos con los que luchó para desmitificar el estereotipo más común fue al Ángel del hogar. El Ángel del hogar era la virtud que cada mujer se mide por su dedicación a la vida doméstica, autosacrificio y servicio a la familia, en otras palabras, lo que se esperaba de cada mujer.  Una de las autoras en estar en contra de dicho término fue Virginia Woolf en un breve ensayo titulado “Las profesiones de las mujeres” declaró:

“Era intensamente comprensiva. Era intensamente encantadora. Carecía totalmente de egoísmo. Destacaba en las difíciles artes de la vida familiar. Se sacrificaba a diario. Si había pollo para comer, se quedaba con el muslo; si había corriente de aire, se sentaba en medio de ella; en resumen, estaba constituida de tal manera que jamás tenía una opinión o un deseo de los demás. Huelga decir que, sobre todo, era pura. Se estimaba que su pureza constituía su principal belleza. Su mayor gracia eran sus rubores”.  

Y continúa diciendo: hay que matar el ángel del hogar,

“… si no lo hubiera matado, él me hubiera matado a mí. Hubiera arrancado el corazón de mis escritos. Si, por cuanto, en el mismo momento en que puse la pluma sobre el papel, descubrí que ni siquiera la crítica de una novela se puede hacer, sin tener opiniones propias, sin expresar lo que se cree de verdad acerca de las relaciones humanas, de la moral del sexo. Y según el Ángel de la Casa, las mujeres no pueden tratar libre y abiertamente estas cuestiones. Deben servirse de encanto, de la conciliación, deben, dicho sea, lisa y llanamente, decir mentiras, si quieren tener éxito”. 

Mientras que Ana Roqué en su novela “Luz y Sombra” nos describe este concepto del Ángel de la casa: 

“Hay que convencerse de que la mujer no es un ángel; es un ser lleno de pasiones lo mismo que el hombre; y no basta a veces la buena educación moral que en teoría se les da, para preservarlas del desvarío que le imponen sus propias pasiones, su temperamento, su idiosincrasia natural”. 

Por haber contrastado textos de ambas autoras hemos encontrado indicio a la posibilidad que Ana Roqué leyera a Virginia Woolf. Ya que fueron contemporáneas y compartieron la idea de empoderamiento desde una perspectiva conservadora de clase. 

Podríamos decir que la obra de Ana Roqué es importante para conocer una de las realidades de las mujeres del siglo XIX en Puerto Rico. Esta autora rompió varios estereotipos dentro de su obra como por ejemplo tratar los temas de las violaciones sin ningún tapujo, le otorgó características consideradas meramente masculinas para su época entre varios factores. En la obra más conocida de esta autora “Luz y Sombra” la historia esta escrita por intercambio de cartas entre dos amigas llamadas Julia y Matilde. Al personaje de Julia le atribuyó características masculinas como: racional, habladora, positiva y materialista. Un ejemplo de como era el pensamiento del personaje de Julia dice: 

“…pero creo soy yo la que estoy en el terreno firme de la vida; pues con mis diez y siete años precoces, me inclino siempre a lo práctico, a lo que me reporta utilidades positivas; y dejo o ahogo los sueños vagos que sólo nos puede dar satisfacciones pasajeras, seguidas de decepciones sin cuento. No, no quiero imitarte, no quiero soñar”  

Mientras que el otro personaje Matilde era todo lo opuesto a Julia porque era sentimental, solo le importa el amor y el ser feliz. El dinero y la posición social le importaba poco por lo que se podría decir que Matilde es un claro ejemplo del Ángel del hogar que antes he mencionado. Aquí un ejemplo de estas características de este personaje:

“le amo, julia y le amo sin poder contrarrestar ese sentimiento que es más poderoso que mi voluntad que me domina y se impone a mí con fuerza, incontrastable. Es pobre, me dices. ¿Y qué me importa esto? ¿Acaso puedo detenerme a considerar las circunstancias que me rodean; analizar este afecto que ha nacido espontaneo, y grande, ¿grande cuál la inmensidad…?” 

Por último, de esta novela podemos decir que los personajes principales representan el título de esta novela ya que Luz es representada por Matilde mientras que la Sombra es representada por Julia.


En conclusión, podríamos decir sobre el pensamiento de Ana Roqué, acerca de cómo debían ser las mujeres, que esta incorpora ideas de autores y autoras contemporáneos. Dichas ideas modernas en su época fueron controvertibles porque pocas personas hablaban sobre los temas que concernían a las mujeres. Fue una autora tenaz con el tema de la obtención de derechos para las mujeres como fue el derecho a la educación y el voto. Sin embargo, Ana Roqué nunca olvida a la posición social a la que pertenece porque, aunque persigue la obtención de nuevos derechos y apoya las nuevas ideas, siempre recuerda que hay que hacer todo dentro de los parámetros del orden social. 





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