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Memorias del V Coloquio (Primera Parte)






"When Terror Wore Lipstick": Representaciones Intercontextuales de la
Retórica Desafiante al Imperio Estadounidense por Lolita Lebrón 

En éste ensayo considero la manifestación retórica de visuales raciales y de género femenino en periodismo publicado en momentos de kairós sociopolítico y cómo estos son un factor en la creación de Lebrón como agente de retórica en un “espectáculo de derechos humanos” y como participante de un “espectáculo de terror,” tal como se define por Wendy
Hesford en su libro Retórica Espectacular: Derechos Humanos Visiones, Reconocimientos, Feminismo. Al considerar la variedad de posiciones en torno a la figura de Lolita Lebrón, también considero un tropo perdurable que se ha utilizado para describir Lolita a través de diferentes medios: su uso de lápiz labial asociado con el terrorismo, o como una activista resistente. Ya sea que el lápiz labial es usado por Lolita retratada como un terrorista, o la Lolita como una heroína revolucionaria, el lápiz de labios es una sinécdoque que reafirma su feminidad. Para comprender las diversas construcciones de los medios de trabajo social y política de Lolita, examino retratos multimedia mediante una analítica retórica feminista transnacional, que pone de relieve la importancia de la contextualización histórica de los "otros" puntos de vista. 
Por último, se argumenta que Lolita Lebrón no encaja dentro del compartimentado binario “either/or” y dicotomías donde su persona se ha ingresado. Para ser más precisa en nuestra evaluación de la herencia retórica de Lebrón, debemos tener en cuenta que sus actos retóricos son expresiones de disidencia contra las condiciones neocoloniales que comenzaron en 1898, condiciones que todavía afectan contemporánea política y, por extensión, el estatus socioeconómico de Puerto Rico.
No es necesario abarcar sobre la precaria situación socioeconómica de Puerto Rico, pero debo admitir que personalmente soy resultado de la interminable recesión, y que mi posición ideológica a e intelectual es de una DiaspoRican, o puertorriqueña en la diáspora, estudiando para un doctorado en Composición y Retórica Cultural. Por ende, debo aclarar que en el contexto de Syracuse, New York, el proyecto de investigación aquí descrito se considera una recuperación retórica, donde se hace espacio para mujeres que no son típicamente incluidas en textos sobre retórica feminista, típicamente por no ser mujeres blancas norteamericanas como Susan B. Anthony, por ejemplo. Sin embargo, además de un proyecto de recuperación retórica este proyecto atiende a la circulación de representaciones digitales de la retórica de Lolita Lebrón por los periodistas tradicionales. 
En mi análisis utilizo una analítica intercontextual planteada por Wendy Hesford. Con el fin de establecer su analítica intercontextual, Wendy Hesford se refiere a Sharon Crowley y la concepción de Debra Hawhee de kairós como un "término retórica multidimensional que se refiere a la comprensión de la situación del espacio y del tiempo y de las circunstancias – mayormente del clima cultural—de situaciones retóricas (Crowley y Hawhee de 2004, 37 en Hesford 207). Con esta comprensión de kairós como situacional, y profundamente enredado con la cultura, Hesford sugiere que retórica intercontextual debe tener en cuenta "cómo los argumentos y las imágenes viajan a través de las fronteras nacionales y culturales, y cómo se apropian de símbolos y prácticas simbólicas" (10). En este caso yo uso intercontextualidad para determinar cómo se utiliza la figura de Lolita Lebrón para avanzar tanto en un espectáculo de derechos humanos y un espectáculo de terror, como se define por Hesford.
Como muchos de sus compañeros nacionalistas puertorriqueños, Lolita Lebrón participó en el movimiento de liberación de Puerto Rico y otros proyectos de defensa anti-imperial y antimilitar, los cuales han contribuido a la protección de los derechos humanos de los puertorriqueños; por lo tanto, Lebrón se coloca dentro de la creación de un espectáculo de derechos humanos. En "El pueblo de Vieques, Puerto Rico vs La Marina de los Estados Unidos," Linda Backiel se refiere a la participación de Lebrón en la lucha en que los residentes de la ciudad de la isla de Vieques dedicaron al exigir el cese de bombardeo como práctica de la Marina de los Estados Unidos, una empresa de defensa de derechos humanos. Backiel, una abogada de derechos humanos, defendió una serie de manifestantes de desobediencia civil contra la persecución legal por establecer un campamento en terrenos de la Marina estadounidense. Con el fin de explicar los motivos detrás de este tipo de protestas, se presenta brevemente al lector a la historia de Vieques y sus lazos con el colonialismo y el militarismo en las islas de Puerto Rico.
Backiel destaca el hecho de que durante su participación en las protestas en Vieques, Lolita Lebrón usa lápiz de labios como una manera de construir la solidaridad entre sus compañeros manifestantes. Backiel cuenta cómo Lebrón, a finales de los ochenta, se aseguró a ejercer su derecho como ciudadano soberano de Puerto Rico mediante la participación en la desobediencia civil. El juez asignado al juicio, indica Backiel, no quería una anciana como para someterse al estrés de ser encarcelado. Aún así, como escribe Backiel, "Sin desanimarse, volvió a protestar de nuevo. Esta vez no fue liberado hasta que hubiera servido de sesenta días, durante la cual compartió un tubo de lápiz labial de contrabando con el senador Burgos "(10). El intercambio de lápiz de labios es irónico porque el senador Norma Burgos es un político proestadidad y Lolita Lebrón pasó la mayor parte de su vida abogando por un Puerto Rico soberano; Sin embargo, hay una representación compleja aquí con respecto al desempeño de género. Lebrón y Burgos compartieron el lápiz labial de contrabando porque querían usarlo en desafío a las reglas de la prisión, pero que también se utiliza simbólicamente como una herramienta para fomentar el compañerismo en la lucha contra el bombardeo de Vieques a pesar de que ellos no comparten puntos de vista políticos.
En el artículo de Linda Backiel, la participación de Lolita Lebrón en las protestas contra la Marina de los EE.UU. en Vieques es significativo debido a su espíritu como un nacionalista puertorriqueño que había demostrado su disidencia contra los EE.UU., por el que cumplió una condena de 25 años; pero el hecho de que Lolita Lebrón y Norma Burgos (conocida por su favor de la estadidad en Puerto Rico) compartieron 'un tubo de lápiz labial de contrabando' en solidaridad sirve como una demostración de cómo la causa de los derechos humanos era más importante que las perspectivas disímiles en torno a la condición política de Puerto Rico.
También es importante señalar que antes de encontrar a sí misma en una celda con Lolita
Lebrón, apelaciones de Norma Burgos como “presidente de la Comisión Especial del Gobernador en Vieques” fueron descartadas como "irrelevante" por el Congreso de Estados Unidos, lo cual Backiel asocia con la falta de representación federal adecuada para los ciudadanos de Puerto Rico. Norma Burgos experimentó el continuo incumplimiento del gobierno de EE.UU. hacia el pueblo puertorriqueño. En otras palabras, la solidaridad que se produjo mediante el intercambio de un lápiz de labios va más allá de la causa de Vieques; representa la unión de dos mujeres que habían expresado su preocupación por los crímenes cometidos en contra de los puertorriqueños, aún cuando habían tomado diferentes enfoques para hacerlo.
Si bien existe una larga historia de colonialismo en discusiones y debates sobre el control federal de los recursos de tierra y agua en Puerto Rico, los eventos que Backiel ilustra en su artículo deben considerarse kairoticamente. En sus declaraciones de apertura, Backiel indica que Bill Clinton había prometido que la Marina abandonaría Vieques en mayo de 2003, pero no es increíble decir que los viequenses y otros manifestantes fueron cautelosos en creerle, dado el clima político de la época. Backiel ofrece el ejemplo de un manifestante sacerdote de setenta y siete años de edad, quien "se unió a las filas de los detenidos de modo preventivo, o como obstáculos en, la guerra contra el terrorismo" (4). Aunque la Marina suspendió sus operaciones de ejercicios de tiro el 1º Mayo del 2003, debido en parte al espectáculo de derechos humanos que he descrito anteriormente, todavía hay áreas alrededor de la isla que necesitan limpieza y tierras que no han sido devueltas a las autoridades municipales, ya que han sido convertidas en áreas de reserva naturales bajo el control del sistema de parques nacionales de Estados Unidos. Más importante aún, la referencia a la guerra contra el terror es también una parte de mi rastreo intercontextual de las representaciones de Lolita Lebrón.
Un año después del artículo de Backiel en el Monthly Review: Una Revista Socialista Independiente, la portada del Washington Post Magazine para el domingo, 22 de de febrero de, de 2004 muestran Lolita Lebrón. En este caso, el titular dice: "cuando el terror LLEVÓ lápiz de labios," por lo cual la cubierta del artículo del Washington Post Magazine solicita una consideración de cómo la retórica visual es usada en momentos kairóticos dando así forma al proyecto de un texto. A diferencia de la pieza de Monthly Review, en el artículo de Manuel RoigFranzia y la cubierta de la revista Washington Post, las cuestiones de derechos humanos no son enfatizadas; todo lo contrario, hay un uso de una retórica espectacular que contribuye al espectáculo terror y la propaganda en favor de la llamada “guerra contra el terrorismo”. En su libro Hesford ya "establece una correspondencia entre el espectáculo terror y el espectáculo de los derechos humanos, los cuales organizan la percepción en torno a las experiencias de shock y propulsar la identificación de la historia como un trauma, una meta-narrativa que es problemática en la medida en que distrae la atención a partir de los escenarios de poder que estructuran la historia " (24). Prestar atención a las representaciones visuales de Lolita Lebrón como una terrorista en el contexto de un artículo de 2004 Washington Post Magazine, una publicación periódica que tiende a afinar en la política que afectan a la zona de Washington DC y el territorio continental de los Estados Unidos en términos más generales, me motiva a estudiar los efectos de kairós en el espectáculo de terror elaborado por Hesford: "para los Estados Unidos para encender el espectáculo de terror de 9/11 como un trauma de narrativa nacional que pueda interpretarse como una nación víctima y por lo tanto de distanciarse de implicación en las circunstancias de las cuales pueden haber surgido los actos terroristas " (70). La cubierta con una foto en blanco y negro de Lolita Lebrón rodeada de hombres con un registro consolidado "cuando el terror llevaba lápiz de labios" en si designa Lolita Lebrón como sujeto terrorista. Por lo tanto, no hay posibilidad de examinar los acontecimientos históricos que pueden haber causado su ataque y menos aún una historia colonial.
Más allá de los componentes visuales en esta situación retórica, el texto que la cubierta representa yuxtapone la historia de Lolita Lebrón con la retórica del terror de la época, especialmente en la manera en que el artículo de Roig-Franzia compara las acciones de Lolita Lebrón al ataque en el Trade Center y el Pentágono del 11 de septiembre de 2001. Antes de entrar en su transición sobre cómo "La Casa" se ve ahora, "un lugar mucho más en sintonía con el peligro de lo que era", Roig-Franzia remite a las reacciones de los medios sobre el ataque del 1954 por Lolita Lebrón y sus compañeros nacionalistas puertorriqueños.
Más allá de la comparación reduccionista entre las identidades de Lebrón como líder terrorista y mujer divorciada, Roig-Franzia pasa a indicar cómo en el contexto de la década de 1950, el ataque de los nacionalistas puertorriqueños pronto fue desapercibido—y hasta burlado— porque ninguno de los senadores heridos murió como consecuencia. Perdiendo el sentido o el propósito del ataque por completo, los medios de comunicación y el ambiente político en Washington pronto se olvidaron del asalto a mano armada y, en cambio, hubo una destitución patriarcal y feminización de Lolita Lebrón, así como la de los nacionalistas puertorriqueños en general. Toparse con la cubierta del Washington Post Magazine en 2004 sin conocer la compleja historia que llevó al ataque del 1954, Lolita Lebrón y compañía, serían envueltos dentro de la meta-narrativa de un estado-nación bajo el ataque de los fanáticos religiosos e insurgentes antes del 9/11.
Basado en este análisis, Manuel Roig-Franzia jugó en la propaganda del post 9/11 en la guerra de George W. Bush contra el terrorismo. A pesar de que Roig-Franzia intenta presentar una cuenta matizada de los motivos detrás de los actos retóricos de Lolita Lebrón, el hecho de que pone de relieve sus actuaciones de género y su fanatismo religioso deforma la construcción de un sujeto terrorista que se diferencia de, pero todavía está yuxtapuesta a los ataques contra 9/11. En "La Universidad Imperial: Raza, La guerra y La Nación-Estado," Piya Chatterjee y Sunaina Maira señalan: "construcciones orientalistas de terroristas o" fanáticos "religiosos suscriben las intervenciones militares en Irak, Afganistán y Pakistán, así como los programas de lucha contra el terrorismo en los Estados Unidos "(20). Sin embargo, no es sólo en el título en el que Manuel Roig-Franzia se involucra en construcciones orientalistas de rendimiento de género sobre Lebrón, ya que la caracteriza como una "belleza exótica" y "atractiva que desarma" en todo el artículo. Roig-Franzia escribe más adelante de sus percepciones de Lebrón cuando la conoció en 2004:
Las apariencias importan. Ella ha dado sólo un conjunto de instrucciones para las camareras que servirán invitados a su fiesta anual del maíz, o un festival de maíz, su célebre diciembre de los trabajadores indígenas y la cosecha que los sostiene: Ponerse un vestido bonito, y es mejor que no se olviden de pintarse los labios.
Si bien es difícil determinar la cantidad de licencia poética que Roig-Franzia tomó en su descripción de la participación de Lolita en el festival de maíz celebrando la herencia Taína ese año, para el autor, una Lolita Lebrón hyperfeminizada y exotizada es muy importante, ya que juega en la paradójica descripción de puntos de vistas sobre ella como un nacionalista puertorriqueña y revolucionaria, o como una mujer atractiva.
Debo indicar que ya han habido intelectuales cuestionando las construcciones de feminización (otherizing) de sujetos terroristas para el desarrollo de un patriotismo masculino / heterosexual que contribuye a las intervenciones militaristas. En "Monster, Terrorista, Fag: La guerra contra el terrorismo y la producción de patriotas dóciles" Jasbir Puar y Amit Rai utilizan la figura del monstruo elaborado por Michel Foucault para decidir que estudios sobre terrorismo "tienen una historia que une el terrorista moderno a una cifra mucho mayor, los monstruos raciales y sexuales del siglo XVIII ", que a su vez permiten" las prácticas de normalización, que en el contexto actual, significa con frecuencia un patriotismo heterosexual agresivo" (117). Como Puar y Rai sugieren, "el género y la sexualidad producen ambos íconos hypervisible y los fantasmas que rondan las máquinas de guerra". En el caso del artículo de Roig-Franzia, representaciones de Lolita Lebrón con lápiz de labios como su sinécdoque en relación con el terrorismo se une a otros terroristas y funciona como municiones para la guerra contra el terrorismo.
Aunque Roig-Franzia hace entrar en detalles de la justificación de Lolita Lebrón por el ataque al Congreso, mencionando su desacuerdo con el uso de las armas nucleares de los EE.UU., la guerra que resaltada en el texto de Roig-Franzia no es la de los nacionalistas puertorriqueños contra los EE.UU., pero la diferencia entre el ataque de Lolita Lebrón a la del 9/11:
En su juicio, Lolita testificó que ella apuntó su arma hacia el techo, y el jurado le creyó. De los cuatro nacionalistas puertorriqueños, ella sola fue absuelta del cargo más grave que se enfrentaban: asalto con intención de matar. Al día de hoy, Lolita no se considera a sí misma como un terrorista. Ella dice que se horrorizó cuando los aviones se estrellaron contra el World Trade Center. Este fue un ataque tan diferente del que ella llevó, dice ella. [Este fue] un ataque destinado a matar.
Con referencia de nuevo a la atención de Hesford al espectáculo de terror y su habilidad de ofuscar historias de la complicidad de Estados Unidos en la opresión y la represión de otros pueblos sería útil considerar cómo hacer frente a la retórica de desafío de Lolita Lebrón y de interpretar el contexto específico de 2004, cuando las tropas de EE.UU. se enfocaban en la captación de Sadam Hussein en Irak. En otras palabras, para comprender mejor la función del artículo de Roig-Franzia, sería útil para leerlo intercontextualmente.
Leer intercontextualmente es identificar en una composición las referencias internas a otros textos o actos retóricos, a ser reflexivo sobre los códigos sociales y hábitos de interpretación que dan forma a la composición o el significado del rendimiento y lo que promulga, y para comprender cómo los textos son formada por las instituciones y contextos materiales que las producen y a través del cual circulan. (Hesford 11)
Tanto en los textos de Roig Franzia y Backiel, la figura de Lolita Lebrón se usa para avanzar una preocupación particular: las cuestiones de derechos humanos destacando las protestas contra la presencia de la Marina en Vieques, y la contribución del terrorismo de Lolita Lebrón a la metanarrativa de la guerra contra el terrorismo, respectivamente. El contexto institucional específico en el que se publicaron estos dos artículos se deben considerar como provenientes de una revista abiertamente de izquierda y una publicación periódica más convencional en áreas federales, respectivamente- también un factor en las apelaciones y las referencias que emplean con el fin de producir demandas de orientación política determinadas. Si bien el hecho de que la situación retórica de un texto determina el tono y el contenido general en el que se incluirá, lo que me gustaría destacar es cómo las descripciones de Lolita Lebrón se asimilan y recirculan en nuevos contextos para diferentes propósitos, y cómo los medios digitales facilitan este circulación.
             

Works Cited
Backiel, Linda. “The People of Vieques, Puerto Rico vs. the United States Navy.” Monthly Review 54.9 (2003): 1-13.
Chaterjee, Piya and Sunaina Maira “The Imperial University: Race, War and the Nation State.”  The Imperial University: Academic Repression and Scholarly Dissent. Eds. Chaterjee, Piya and Sunaina Maira Minneapolis, MN: U of Minnesota P, 2010. 1-50.
Hesford, Wendy S. Spectacular Rhetorics: Human Rights Visions, Recognitions, Feminisms.
Durham, NC: Duke University Press, 2011.
Puar, Jasbir and Amit Rai. “Monster, Terrorist, Fag: The War on Terrorism and the Production
of Docile Patriots.” Social Text 20.3 (2002): 117-148.
Roig-Franzia, Manuel. “A Terrorist in the House.” Washington Post 22 Feb. 2004: 12-19. 



Las mujeres y la conspiración sediciosa
Por: Roxanna D. Domenech Cruz
“Honestamente, ¿Cuántos pueden decir que no tomarían las armas en defensa de su hogar y de sus seres queridos?
Lucy Rodríguez 1990[1]

Las mujeres maniobran, conspiran,  traman y luchan. Algunos piensan que conspiran desde su cuerpo reproductor y desde sus misteriosos ciclos de vida,  que traman de manera colectiva, al igual que desde el aislamiento.  En algunas sociedades y periodos históricos las mujeres se han visto como conspiradoras peligrosas, en otros casos se han despachado como entes poco capaces de contribuir a ninguna causa, mientras que en otros momentos se vieron como brujas dignas de quemar en la hoguera.  Lo cierto es que las mujeres han conspirado por diversas razones a través de la historia; conspiran por la supervivencia de sus hijos e hijas, de sus familias, de sus comunidades y de sus naciones.  Luchan por obtener y mantener los recursos económicos y naturales para la subsistencia, por los derechos de sus hijos y vecinas, al igual que por sus ideales religiosos y políticos.  Por sus luchas, algunas mujeres han sido juzgadas como amenazas a lo establecido: al Estado, a la Iglesia y al Mercado.  Han sido acusadas de ser malas hijas y esposas, de romper demasiados esquemas que incomodan a los sectores de poder, de cometer actos que atentan con la seguridad de otros y hasta contra la seguridad nacional.  En ocasiones han sido tildadas de terroristas cuando militan en luchas políticas revolucionarias.  En el caso de las puertorriqueñas nacionalistas que lucharon por la independencia de Puerto Rico, primero de España y luego de los Estados Unidos, fueron perseguidas y exiliadas bajo el régimen español2y acosadas y acusadas de conspiración sediciosa[2] por el gobierno estadounidense.   
Cuando era maestra de segundo grado en San Francisco, California, tuve la oportunidad de conocer a una de estas “conspiradoras”.  En el 1997, en mi sala de clase había una estudiante diminuta y de dulce sonrisa llamada Zoe.  Un día Zoe me dijo que sus padres  querían conocerme. Estaban muy entusiasmados de que Zoe tuviese una maestra puertorriqueña. En ese momento lo único que se me ocurrió fue que querían hablarme sobre alguna visita turística que habían hecho a la Isla o algo parecido.  Jamás se me hubiese ocurrido que me hablarían de sus años activos dentro de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) en Chicago, y  mucho menos sobre sus años viviendo junto a otros que luchaban por la independencia de Puerto Rico desde el clandestinaje.  El papá y la mamá de Zoe me invitaron a  una cena en su apartamento para que pudiésemos hablar en detalle sobre cómo, a pesar de no ser puertorriqueños[3], se integraron a la militancia anticolonial de nuestra Isla.  
La mamá de Zoé estuvo en la cárcel federal Dublin en el estado de California junto a Alicia y Lucy Rodríguez por estar involucrada con el FALN.  Alicia y Lucy fueron dos de las cinco mujeres arrestadas en el 1980 por combatir por la independencia de Puerto Rico.  Las otras fueron Carmen Valentín, Dylcia Pagán y Haydeé Beltrán Torres.  Tres años más tarde arrestaron a Alejandrina Torres.  Todas estas seis mujeres fueron acusadas de conspiración sediciosa[4], el acto de intentar derrocar al gobierno de los Estados Unidos en Puerto Rico.
Jan Susler escribió un libro dedicado a estas seis prisioneras políticas titulado Palomas voladoras por cielos de libertad (1994). En este libro Susler nos presenta un breve trasfondo biográfico de estas mujeres,  nos habla sobre cómo ellas se interesaron e involucraron en la lucha por la independencia de Puerto Rico y narra sus experiencias e ideas de ser madres en prisión y, en algunos casos, haber tenido que esconder a sus hijos.  Susler también nos presenta cómo el gobierno las percibió, al igual que otras vivencias relacionadas al encarcelamiento de cada una, incluyendo el uso de la fuerza contra ellas. Sobre todo, nos narra cómo han logrado mantener su fortaleza e integridad  mental y espiritual  a través de todos sus años tras las rejas.  Susler logra todo lo anterior a través de las voces de Alicia, Lucy, Dylcia, Carmen, Haydeé y  Alejandrina.  Recoge citas donde ellas mismas relatan partes de sus vidas y de sus ideales.  
En el Prólogo de dicho libro Margarita Mergal sostiene que “las gentes a menudo se preguntan si es que las prisioneras han violado alguna ley”(p.ii).  Según Mergal, la pregunta es equivocada porque lo que “debemos de cuestionar es qué han hecho las personas y el sistema que sostienen, que estas mujeres han violentado las normas de la sociedad…” (p.ii).  Añadiría que  “las gentes” tal vez tampoco se plantean la posibilidad de que los mitos que rodean a estas prisioneras políticas no respondan al trabajo que ellas realizaron antes de ser sentenciadas por conspiración sediciosa a condenas exorbitantes. La realidad es que cada una de estas mujeres buscaba mejorar la calidad de vida de los puertorriqueños en Estados Unidos (Susler p.4). Todas tienen educación universitaria, fueron maestras, consejeras y organizadoras comunitarias.  
Según Susler, Dylcia Pagán vio la educación como la posibilidad de transformación.  La cita diciendo que el cambio político y social ocurriría a través de la educación y de la organización y el activismo comunitario.  Pagán también creyó en un momento dado en la participación dentro de los procesos democráticos y en la representación de modelos e imágenes positivas sobre los puertorriqueños, y otros grupos, en los medios de comunicación.  Entonces descubrió que los medios de comunicación “al igual que todos los aspectos de nuestra sociedad, están controlados por el mismo sistema” (Susler p.5).  
Por su parte, Carmen Valentín también creía en obtener mayores niveles de educación y alcanzó  un doctorado.  Como parte de su trabajo comunitario ella inició un plan comunal para evitar la deserción escolar de estudiantes puertorriqueños.  También trabajó para mejorar la calidad de vida de los puertorriqueños a través de proyectos que mejoraban los servicios de salud.  Protestó la brutalidad policiaca y se ocupó por la rehabilitación para adictos a drogas (Susler p.6).  
Alejandrina Torres estuvo involucrada desde su adolescencia en una iglesia en Nueva York.  Esto la preparó para el activismo comunitario y el compromiso social.  Sobre su labor como activista dentro de su iglesia y su comunidad dijo; 
Estas experiencias me alertaron sobre los muchos problemas que afectaban a mi gente y me ayudó a identificarme con mi propia realidad.  Me motivó a continuar estudios para servirle mejor a mi comunidad… mi iglesia me fortaleció activamente ya que… tiene un historial de trabajo en apoyo de la justicia social… Ayudé a crear programas para servir a la gente pobre y oprimida de la comunidad… las experiencias de mi vida me han enseñado que solamente por medio de la resistencia puedo… cambiar las condiciones que nos afectan como seres vivientes, no podía sentarme y permitir que esas condiciones continuaran (cita de Torres en Susler p.8).
Ida Luz (Lucy) Rodríguez se crió en Chicago durante la época de marchas y protestas en contra de la Guerra de Vietnam, de Malcolm X y otras militancias en contra de la brutalidad policial, la represión y en contra del imperialismo.  Participó en “luchas comunales para conseguir empleos, viviendas y educación…” (Susler p.9).  Su hermana menor, Alicia Rodríguez, siguió los pasos de
Lucy en la Universidad de Illinois en Chicago donde estuvo expuesta al concepto de la protesta[5] (p.9).  Ambas han hablado sobre la importancia e influencia que tuvieron sus familiares, en especial su madre, Josefina Rodríguez, en el desarrollo de ellas como activistas anticoloniales.
Haydeé Beltrán es la más joven de estas seis luchadoras.  Al momento de ser sentenciada como conspiradora sediciosa tenía 25 años y llevaba cuatro años maniobrando con el FALN desde el clandestinaje.  Fue la única condenada a cadena perpetua y la escogida por el gobierno para doblegar primero. A pesar de todas las condiciones severas de salud que desarrolló dado a la negligencia médica y las torturas que recibió, Haydeé se mantuvo en resistencia.  
¿Cómo experimentaron sus condenas, acusaciones de terroristas, años de tortura[6] lejos de sus hijos, familias y patria?  Para Dylcia Pagán su familia extendida, sus compañeros y compañeras en la lucha, fueron los que le brindaron la fortaleza para seguir adelante.  Carmen Valentín, aunque firme en sus ideales de que ser madre sirve como un incentivo para luchar con entusiasmo y para asumir posiciones que apoyen la libertad y la soberanía de Puerto Rico (p.26), sufrió la separación de sus hijos: “lo más difícil ha sido estar lejos de él [su hijo]… he perdido once años de la vida de Antonio, y parte de mi existencia” (p.32).  Pagán tampoco pudo ver a su hijo por muchos años de su encarcelamiento; “mi hijo se encuentra escondido [en 1986] tenía siete años” (p.33).  A Haydeé Beltrán intentaron quebrantarle de múltiples maneras, una de ellas fue con la amenaza de asesinar a su bebé.  Mientras la contrainterrogaban la torturaban de la siguiente manera: 
Un hombre largo y jincho pregunta con tono soez: “¿Sabes de qué color son los sesos de un bebé que se arroja contra una pared?”… “Dime donde está tu querida bebita.  La vamos a encontrar de cualquier manera.  Te juro cuando la encuentre la voy a tirar contra la pared hasta que los sesos salpiquen por donde quiera.  Voy a acabar con la semilla de todos ustedes.” (cita de Luis Nieves Falcón en Susler p.34).    
Todas estas mujeres se formaron no solo académicamente, sino como organizadoras comunitarias.  La participación y el activismo de las mujeres es un elemento esencial para el éxito de sus organizaciones y de su lucha, esto ha sido evidenciado por organizadores comunitarios dentro y fuera de Puerto Rico.  Wilfredo López Montañez, líder ambientalista y comunitario en la Isla, afirma que las mujeres tienden a estar más comprometidas, que trabajan más duro que los hombres y son mejores organizadoras (paráfrasis de cita de Mergal de López Montañez p.135).[7]  Sobre lo anterior Margarita Mergal sostiene que la mayoría de las personas en Puerto Rico que han trabajado con mujeres, comparten esta visión.  Añade que hasta el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), que históricamente no ha promovido que las mujeres mantengan posiciones de poder dentro del partido, se beneficia del activismo de éstas;
“Thirty percent of the party’s grassroots level committees that get the most and more effective political work done are women” (Mergal p.135).  Los independentistas tradicionales “han estado mas enfocados en la liberación de la nación puertorriqueña que en las equidades sociales…” (Mattos Cintrón p.203), incluyendo la equidad de género.  
Una de las militantes, Carmen Valentín, sostiene que  las mujeres son muy importantes en una lucha de liberación organizada y, citando las palabras de Lenin, afirma que “el triunfo de una revolución depende del grado de envolvimiento de la mujer” (cita de Valentín en Susler p.16). Pero, ¿cómo estas activistas experimentaron la lucha anticolonial como mujeres en un movimiento nacionalista dominado por hombres?  Alicia Rodríguez ha manifestado la necesidad de que se haga trabajo revolucionario entre las mujeres, sin embargo, alega que “hasta que no se desmantele el colonialismo, asuntos tales como los de la liberación femenina no podrán madurar” (cita de Rodríguez en Susler p.20).  Valentín coincide con Rodríguez al afirmar que los hombres y las mujeres tienen que “forjar la lucha conjuntamente y con un solo objetivo: la liberación nacional” (p.19-20).
¿La liberación nacional de Puerto Rico adelantará la igualdad de condiciones para las mujeres? ¿Es posible descolonizar sin despatriarcar?9  Para poder acercarnos a despatriarcar, primero debemos de pensar al patriarcado no como “una cuestión aparte sino [como] un eje de la construcción económica, cultural y política de la sociedad…como una estructura susceptible de ser desmontada” (Moreno sobre Galindo p.1).  Dicho desmontaje incluye la “desobediencia masiva de las mujeres a los mandatos patriarcales, [a] una desobediencia que aunque se pretenda contener desde las instituciones es profundamente anti-institucional” (Moreno p.1). Entonces, continuemos aprendiendo sobre las vidas y las luchas de éstas y otras revolucionarias, y desobedezcamos y conspiremos en contra de los mandatos patriarcales y coloniales existentes.  Seamos muchas y muchos los sediciosos. 
 
                                                             
9 Esther Moreno reseña el libro No se puede descolonizar sin despatriarcalizar (2013) de la feminista boliviana María Galindo quien sostiene que:  
Es necesaria una visión compleja sobre el patriarcado: este no es la discriminación de las mujeres, sino la construcción de las jerarquías sociales, superpuestas unas sobre otras y fundadas en privilegios masculinos sobre las formas de organización social. El Estado… no es la expresión del bien común, sino que, como definió Lenin, es siempre la expresión de relaciones de poder, de hegemonías históricas; en ese contexto el Estado es estructuralmente patriarcal (p.1)



Referencias:

Capote, Salvador. “El presidio político en Estados Unido – Valientes mujeres puertorriqueñas” .  América Latina en movimiento (2013-10-2) http://alainet.org/active/67829&lang=pt

López Montañez, Wilfredo. Dirigente de la Alianza de Líderes Comunitarios (Entrevista realizada el 16 de abril del 2008).

Mergal, Margarita. “Puerto Rican Feminism at a Crossroads: Challenges at the Turn of the
Century” (131-142). Colonial Dilemma: Critical Perspectives on Contemporary Puerto Rico.  Edwin Meléndez y Edgardo Meléndez, editores. South End Press, Boston 1993

Mattos Cintrón, Wilfredo. “The Struggle for Independence: The Long March to the Twenty-First Century”,  Colonial Dilemma: Critical Perspectives on Contemporary Puerto Rico.  Edwin Meléndez y Edgardo Meléndez, editores. South End Press, Boston 1993.

Moreno, Esther.  “No se puede descolonizar sin despatriarcalizar” http://www.rebelion.org/noticias/2014/1/179089.pdf  
Quiles, Carlos.  Memorias de Josefina (Gaviota 2005).

Rodriguez, Glorimar.  Juanita Ojeda, ejemplo digno de la lucha y pasión por un ideal. Primer Coloquio sobre historias de mujeres. Universidad de Puerto Rico en Utuado,  marzo 2012.

Rosario Rivera, Raquel. María de las Mercedes Barbudo: Primera mujer independentista de Puerto Rico. 1773-1849. First Publishing Group. San Juan PR 1997.

Rosario Rivera, Raquel. Mariana Bracety: una patriota que no claudicó; En proceso de publicación.  2014.

Susler, Jan. Palomas voladoras por cielos de libertad (Ofensiva 1992).
Zengotita, Rita. “Reflexiones sobre la mujer puertorriqueña y su inserción en la lucha política revolucionaria”.  AlterNativa http://www.alternativalne.org/articulos/mujerpuertorriquena.pdf  



[1] Cita de Ida Luz “Lucy” Rodríguez en Palomas voladoras por cielos de libertad de Jan Susler (Ofensiva 1992). 2 En el siglo XIX algunas de las mujeres que conspiraron a favor de la independencia de Puerto Rico del yugo colonial español fueron  María de las Mercedes Barbudo, Lola Rodriguez de Tió y Mariana Bracety.
[2] Entre las mujeres que conspiraron durante la primera mitad del siglo XX y que fueron declaradas culpables por cargos de sedición están  Blanca Canales, Juanita Ojeda, Rosa Collazo, Lolita Lebrón, Ruth Mary Reynolds (la nacionalista yanqui), Isabel Rosado, Isolina Rondón y Olga Viscal Garriga.   
[3] Otras prisioneras políticas de otras descendencias que lucharon por la independencia de Puerto Rico y cumplieron años en la cárcel por conspiración sediciosa son Silvia Baraldini y Susan Rosenberg. Baraldini se negó a declarar ante el Gran Jurado que investigaba las actividades de los independentistas, fue condenada a 43 años de prisión en 1982.  En 1999 fue transferida a su país natal, Italia, donde fue liberada en el 2006.  Susan Rosenberg perteneció a muchos movimientos radicales y fue militante activa del movimiento por la independencia de Puerto Rico y del “May 19th Communist Organization”. Rosenberg fue arrestada en 1984 y sentenciada a 58 años de prisión. Cumplió 16.  En el 2001 fue liberada luego de que Bill Clinton le otorgara el perdón presidencial. (“El presidio político en Estados Unido – Valientes mujeres puertorriqueñas” de Salvador Capote http://alainet.org/active/67829&lang=pt). 
 
[4] “Su convicción por conspiración sediciosa incluye el oponerse, por medio de la fuerza y la violencia, a la autoridad del gobierno de los Estados Unidos sobre Puerto Rico y la alegada construcción y colocación de explosivos y artefactos incendiarios en bancos, tiendas, oficinas y edificios del gobierno en 28 lugares en el área de Chicago, Illinois, tanto como en un edificio corporativo de Nueva York” (Susler p.15).
[5] En su ensayo titulado “The Struggle for Independence: The Long March to the Twenty-First Century”, Wilfredo Mattos Cintrón señala que a principios de la década de los 1970 se experimentó un alto nivel de independentismo y socialismo en la Isla dado a la influencia marxista-leninista que se manifestaba en otros países y que formaba parte de otras revoluciones en el mundo.  Dice, “the range of action and influence of the independentista movement as a whole was dramatically enhanced and ideologically radicalized… a struggle ensued over the proper strategy for
Puerto Rican independence… armed revolution or elections?  Military strength or massive civil force?” (p.205).
[6] Un ejemplo de cómo las prisioneras fueron torturadas es el caso de Alejandrina Torres.  Luego de ser capturada en el 1983 y sentenciada a 35 años de cárcel, Torres fue ubicada en una prisión para hombres donde sufrió repetidos asaltos sexuales. Además sufrió durante dos años los horrores del High Security Unit (HSU) en la cárcel federal de mujeres en Lexinton, Kentucky.  Eventualmente fue trasladada a la prisión de mujeres en Danbury, Connecticut, donde fue liberada en septiembre de 1999 por el presidente Bill Clinton. Según “El presidio político en Estados
Unido – Valientes mujeres puertorriqueñas” de Salvador Capote;
La HSU [de esta cárcel] fue inaugurada en 1986 durante la administración de Ronald Reagan. Constaba de 16 celdas de aislamiento subterráneas donde las prisioneras perdían la noción del tiempo, pues vivían bajo luces artificiales las 24 horas del día vigiladas por cámaras que registraban absolutamente todas sus actividades. La propiedad personal estaba prohibida. Con frecuencia se les sometía a un régimen de privación del sueño... A menudo eran sometidas a humillaciones como el “chequeo de cavidades” que se convertía en acoso sexual al ser realizado por hombres.  (http://alainet.org/active/67829&lang=pt ).
[7] López Montañez compartió estas mismas observaciones y experiencias durante una entrevista realizada en abril del 2008 como parte de mi investigación doctoral sobre el rol de las mujeres en las luchas ambientales en Puerto Rico.




Resucitando a las Hijas de la Libertad
Yolanda Arroyo Pizarro

Propuesta creativa (lectura+performance+reflexión) basada en el libro de cuentos de mi autoría y titulado "Hijas de la libertad". Es un libro corto que incluye 3 cuentos dedicados enteramente a mujeres nacionalistas. Una de esas mujeres lo fue Julia de Burgos y el cuento que se titula "La paciente Jota" ficcionaliza lo que pudo haberle pasado a la poeta por su militancia pro independencia. Se crea un entorno del "what if" que propone que ella quizás fue torturada e irradiada como Albizu Campos. Otras mujeres resaltadas en el libro: Juanita Mills, Blanca Canales, Dominga Becerril, Lola Rodriguez de Tió. Otros eventos resaltados en el libro: la masacre de Ponce, el Grito de Jayuya, la muerte de Albizu.



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