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Memorias del IV Coloquio (Séptima Parte)



Hechizos y conjuros: Una demostración en contra de la misoginia caribeña del siglo XVII

Pablo L. Crespo Vargas[1]
Departamento de Educación de Puerto Rico
Centro de Estudios e Investigaciones del Sur Oeste de PR 

Introducción

 La sociedad caribeña, ubicada en una zona de constante movimiento humano, desde tiempos inmemorables ha sido una región de paso, que ha llevado al desarrollo de una población con un alto grado de mestizaje y que es reflejado no solo de manera étnica, sino que vemos en ella un nivel de sincretismo sin igual. Para efectos de este estudio hemos decidido analizar la posición de la mujer del Caribe hispano en el siglo XVII vista desde la documentación inquisitorial proveniente del Tribunal de Cartagena de Indias.[2] El trabajo se dividirá en dos partes: una breve explicación teórica sobre la subyugación de la mujer y un análisis de la forma en que la mujer se rebeló ante la actitud misógina de la sociedad. Para este último aspecto utilizaremos tres ejemplos de los cientos que tenemos disponibles.
  

Una explicación teórica sobre la subyugación de la mujer

 Desde tiempos ancestrales, en particular, en el desarrollo de la sociedad occidental, la mujer ha sido relegada a un segundo plano. Las causas pueden ser multifactoriales, no obstante ellas están enmarcadas en tres principales teorías. La primera indica que en el proceso de formación social, de manera natural, el hombre adquirió características esenciales para poder subyugar a la mujer (mayor fuerza física, no estar limitado por el parto, entre otros). Segundo, se estableció que el desarrollo de las religiones dentro de sociedades estatales provocó que el patriarcado se impusiera sobre el matriarcado. Tercero, luego de surgido el feminismo se difundió la idea de que el machismo era parte de unas posturas culturales que podían ser cambiadas.[3] En todo caso, las tres teorías, presentadas originalmente desde un punto de vista eurocéntrico, podrían darnos luz sobre el desarrollo de otras sociedades, en nuestro caso, las caribeñas.
 Tomemos como ejemplo la mitología taína, en ella apreciamos que en un principio el culto principal era realizado a una deidad femenina, en este caso Atabey.[4] Era diosa madre, creadora y representante de todo lo natural. Fue madre de Yocahú Bagua Maórocoti, deidad masculina, que a la llegada de los castellanos era considerada la principal fuerza espiritual dentro de la religiosidad indígena taína. Yocahú era el ser representativo de la yuca, base alimentaria de la sociedad cacical. También representaba el desarrollo de la sociedad, especialmente el dominio sobre aspectos naturales como son la domesticación de plantas (agricultura) para uso alimenticio a gran escala.[5]  Al igual que los taínos, podemos identificar una gran variedad de tradiciones que inician sus ciclos con el culto a deidades femeninas y que según van desarrollándose se transforman en veneraciones a entes masculinos representativos de quienes obtienen el poder en la sociedad. Esta explicación dogmática sobre la subyugación de la mujer debe complementarse con otras teorías. Una de ellas es la división del trabajo por género. Esta fue presentada por Mircea Eliade, quien indica que al surgir la caza como método de subsistencia se estableció que el hombre, por su capacidad física, tuvo la facultad de practicarla mientras se relegó a la mujer la tarea de recolectar frutos silvestres que complementaran la dieta de la comunidad.[6]
 A su vez, vemos como el oficio de cazador desarrollaba unas destrezas de manejo de instrumentos que podían ser utilizadas en la defensa de la comunidad y en situaciones ofensivas donde se buscaba el beneficio del grupo. Esto nos lleva a la noción de que la mujer terminó siendo subyugada durante el “desarrollo de la competencia y la guerra entre grupos”.[7] Tanto la cacería como la guerra provocaron cambios culturales y sociales que establecían que los hombres debían ser valientes y demostrar agresividad. También se esperaba que protegieran a los miembros más débiles de la comunidad: niños, ancianos y mujeres.
 A estos planteamientos hay que añadir las hipótesis psicoanalíticas que indican que el hombre tiende a ser psicosexualmente más frágil que la mujer, lo que le lleva a sentir cierto temor hacia ella.[8] Las razones para ello están en la falta de signos que indiquen la llegada de la madurez en el varón, el temor a la castración y la poca confianza que esto pueden tener en aspectos sexuales tales como la seguridad de la paternidad.[9]
 Ahora bien, existe otra visión promulgada por Mircea Eliade que indica que al desarrollarse la agricultura, en algunas sociedades, la mujer tuvo que asumir un rol protagonista, ya que fue ella quien se encargó de hacer funcionar y explotar de manera positiva la nueva forma de subsistencia.[10] No solamente era considerada la persona encargada de asegurar la alimentación de la población, sino que era la conocedora y trasmisora de las artes del cultivo. Todo esto llevó a crear una correlación entre “la fertilidad de la tierra y la fecundidad de la mujer”.[11] Este tipo de dinámica, aunque no universal, se dio en muchas sociedades antiguas, donde las deidades femeninas eran valorizadas por su relación a la creación por medio de la gestación.[12]
                              Aunque no queda claro cómo se da el proceso de subyugación de las féminas, al
desarrollarse las tres principales culturas en la formación del mundo occidental (judíos, griegos y romanos) ya existía una predeterminación a presentar a la mujer como un ser inferior y necesitado de un hombre. Por ejemplo, la sociedad judía, en su escrito sagrado o Torá, establece una actitud machista desde el mismo inicio, con el desarrollo de su mito sobre la creación. Allí se establece la subordinación de la mujer al ésta ser formada del cuerpo del varón.[13][14] No solamente fue creada del hombre, sino que en otro episodio es considerada la culpable de que fueran sacados del paraíso que Dios les había creado.[15]
 Al igual que los judíos, los griegos y romanos antiguos desarrollaron sociedades guerreras donde se enfatizaba la superioridad del hombre sobre la mujer. Esto a su vez, creó aspectos culturales que definían a los géneros. Por ejemplo, el hombre debía ser cálido, agresivo, riguroso, racional y debía demostrar fuerza en todo momento. De la mujer se esperaba que fuera fría, pacífica, débil y de gran emotividad.[16]
 En el caso específico de los romanos, como parte de la tradición de la fundación de su ciudad, se indica que una de las primeras directrices de Rómulo (fundador de Roma) era la de educar a todo varón, mientras que solamente las niñas primogénitas tenían ese derecho. Así mismo, las leyes romanas establecían que los hombres estuvieran a cargo de las mujeres. A esto añadimos que en muchas actitudes se permitía una valorización de los delitos o acontecimientos según el género. Algunos ejemplos son: el adulterio, el uso del vino y las peticiones de divorcio, todas ella podían ser realizadas por el hombre sin que esto significara una degradación moral para él, no así para las mujeres. El caso de la prostitución es otro ejemplo, ya que las mujeres que realizaban ese oficio eran vistas como inmorales mientras que el hombre podía disfrutar de estos servicios sin tener que pasar por la misma medición.[17]
 Estas actitudes se agudizan con el surgimiento del cristianismo, al punto que la subordinación de la mujer se vio como algo normal. Eventualmente, este tipo de cultura llevó al surgimiento de la misoginia. La misoginia puede ser definida como el rechazo u odio que la sociedad desarrolla hacia las mujeres. No obstante, los prejuicios sociales que llevan al pensamiento de que la mujer es inferior al hombre son casi universales. Para algunos investigadores, tales como Jeffrey Burton Russell, este fenómeno debe ser entendido en la falta de conciencia del género masculino sobre el femenino.[18] No obstante, la modernidad representó un cambio de actitudes que en cierta medida han mejorado la situación de la mujer, aunque aún falta mucho por caminar.[19]

Brujas y hechiceras: el poder de la mujer caribeña, siglo XVII

 La mujer caribeña, al igual que su contraparte europea, vivió marginada, y aunque existían diferencias por clases sociales, su posición siempre debió ser subordinada al hombre.[20] Esto era reflejado tanto en aspectos laborales como educativos. No ha de extrañarnos que esta marginación establecía una desventaja difícil de superar para las féminas. No obstante, los oficios que de alguna forma se podían relacionar al uso de palabras y yerbas mágicas proporcionaban a la mujer caribeña una oportunidad única de presentarse como protagonistas de su sociedad. Para muchas mujeres, la hechicería y la brujería fueron modos de vida que las llevaron a ocupar espacios no imaginados en un momento dado.[21]
 Entre 1613 a 1658, la inquisición española procesó a ciento dieciséis mujeres por delitos relacionados a las creencias mágicas.[22] De ellas, cincuenta y seis fueron acusadas por hechicería, cincuenta y tres por brujería, mientras que las restantes siete tenían otras causas. Étnicamente hablando, cuarenta y dos eran negras, treinta y siete mulatas, veintiuna blancas, cuatro mestizas, dos zambas y diez sin especificar. En cuanto a las ocupaciones registradas, noventa no tenían una labor específica, dieciséis eran esclavas, seis eran parteras y una costurera, lavandera y cocinera.[23] De esa inmensa mayoría, sin ocupación aparente, podemos asumir, por los propios registros inquisitoriales, que vivían realizando oficios hogareños o prestando servicios mágicos a los que los necesitaban.
En el caso de las parteras o matronas, este era un oficio asociado a las artes mágicas ya que sus practicantes debían aprender conocimientos medicinales de yerbas y brebajes que eran utilizados en los cuidados de salud de las mujeres. A esto, las parteras, desde tiempos ancestrales, realizaban una labor indispensable para el mantenimiento de la sociedad.[24] Su fama y prestigio fue opacada con el surgimiento de la cacería de brujas, ya que su constante contacto con los recién nacidos las hicieron sospechosas de las muertes prematuras y los partos no culminados.
De las parteras caribeñas, la más famosa fue Elena de Viloria, una negra que en 1633 con sesenta años de edad fue acusada de ser maestra y reina de brujas.[25] Había pertenecido al aquelarre de Cartagena de Indias por espacio de treinta y siete años. Los inquisidores, dado a la histeria generalizada por la importancia de esta bruja, la sometieron para ser ejecutada. Sin embargo, la Corte Suprema Inquisitorial en Madrid no permitió esta sentencia debido a que la consideraba excesiva.[26]
El caso de la mulata Juana Bautista es uno que presenta cómo estas mujeres se ganaban el sustento diario. Juana era oriunda de México, aunque residía en la Habana. Esta ciudad, dado a su estratégica posición respecto al sistema de flota española, había florecido a un ritmo acelerado.26 Esto creaba esperanza a cientos de personas que llegaban a la ciudad en búsqueda de riquezas y prosperidad. Al igual que Juana Bautista, había cientos de hechiceras que brindaban sus servicios de una forma u otra.[27]
La hechicería era una práctica muy común en el Caribe y la Habana, como uno de sus puntos principales, fue un centro de gran importancia. Los que requerían los servicios de hechiceras lo hacían mayormente por tres finalidades: “resolver los problemas de amor, la búsqueda del conocimiento oculto y la suerte en los juegos de azar”.[28]
Juana Bautista como partera había adquirido un conocimiento que utilizó y extendió para su beneficio. Su primera causa fue en 1622 cuando tenía veintiocho años, aunque no se tiene evidencia de los pormenores de este caso, si se sabe de él por la referencia que se menciona del mismo en su segundo caso.[29] La mayoría de las sentencias implicaban el destierro del lugar de origen de la persona, no obstante, como pasó en muchas ocasiones, la rea regresó a su residencia y continuó realizando sus prácticas. En 1644, con cincuenta años de edad fue sometida a proceso por la realización de sortilegios y por hechizos que no habían funcionado y que habían provocado que varios afectados la acusaran ante el comisario inquisitorial.[30] Dado al agravante de haber sido convicta con anterioridad su sentencia fue de trecientos azotes.[31]
Tan pronto recibió sus azotes, y como parte del proceso de destierro, fue llevaba a una embarcación que la sacaría del área. Contrario a lo esperado, Juana Bautista desembarcó en el puerto de Río del hacha (Riohacha) para continuar con el oficio de hechicera/curandera/partera, que le había dado sustento por tantos años. Su suerte no duró mucho, ya que la muerte de un infante durante un parto, llevó a que fuera acusada nuevamente en 1649. Al ser ingresada a la cárcel inquisitorial, Juana enferma y muere antes de concluir el proceso.32
Uno de los casos que más llama la atención fue el de Isabel Noble. Esta mujer había llegado junto a su esposo desde su natal Portugal.[32] Ellos, al igual que miles más, emigraron buscando riquezas, prosperidad y bienestar en el Nuevo Mundo. No obstante, esto para muchos era únicamente una quimera, ya que las Indias eran un lugar inhóspito, lleno de peligros, donde cada colonizador debía asumir una serie de riesgos para lograr las ganancias deseadas, que en muchas ocasiones nunca se daban.
El caso de Isabel fue uno lamentable. Su esposo, viéndola como una carga, decide seguir un rumbo aparte, dejándola prácticamente en la soledad y la pobreza en Cartagena de Indias. Su excusa, irse al Perú buscando riqueza y con la promesa de que algún día le mandaría a buscar o regresaría lleno de joyas y oro que disfrutaría con su amada esposa.[33] La realidad fue otra, Isabel se había quedado sola, sin nadie a quien recorrer, desamparada y desesperada. Con cuarenta y ocho años de edad no tenía muchas opciones para sobrevivir en un ambiente lleno de crueldades y sinsabores. Su única opción era buscar un oficio donde pudiera ser reconocida, valorada y que le diera un ingreso recurrente con el que pudiera vivir bien.
En un principio pudo establecer una gran clientela, quienes le solicitaban todo tipo de conjuros y brebajes dirigidos a solucionar los problemas y males del amor. Se especializó en la invocación de palabras de consagración; el uso de diversos elementos tales como el agua, sal y habas, entre otros; la realización de casamientos; y el hacer regresar maridos perdidos.[34] Nos suena curioso esta última, conociendo que ella misma tenía a su esposo en tierras lejanas y sin conocer su paradero. Pero debemos recordar, que dentro de estas creencias se dice que quienes tienen dones mágicos no los pueden utilizar a su favor, el hacerlo los autodestruiría.
Sin embargo, no todo le salió bien. Algunas de sus clientas no quedaron satisfechas y llevaron sus quejas al inquisidor, quien rápidamente la mandó a encarcelar. En su juicio se presentaron dieciocho testigos todas alegando la diversidad de hechizos que la acusada utilizaba. Su condena fue ser expuesta a vergüenza pública y destierro de las Indias, en otras palabras debía regresar a Portugal. A su beneficio, la Corte Suprema Inquisitorial en Madrid revoca el destierro, por lo cual puede mantenerse en la región.[35] 
Sin dinero y si mucha salida, Isabel retoma su antiguo oficio sabiendo que una segunda sentencia la podría llevar a la hoguera. Es por esto que en esta ocasión trata de permanecer en el anonimato, acción que también la lleva a cambiar sus métodos de operación, ya que comienza a invocar diversos demonios, entre ellos a Satanás, Barrabás y al Caifás.[36] En el 1622 es llevada a juicio gracias a la testificación de tres mujeres que sintieron que sus pedidos no fueron atendidos satisfactoriamente. Los inquisidores reprendieron gravemente a la portuguesa, la condenaron a 100 azotes y fue desterrada de manera perpetua e irrevocable de Cartagena de Indias.[37]
Al igual que ellas, muchas mujeres mantuvieron cierto poder sobre otras y otros por el mero hecho de tener un conocimiento que para algunos era secreto, oculto y malvado. No solamente se manifestaba en las castas, sino que en la élite dominante se dieron las desviaciones de fe relacionadas al conocimiento mágico. En fin, hasta gobernadores, obispos e inquisidores se consultaban con algunas de estas mujeres.[38] 


[1] El autor obtuvo un Ph.D. en Historia de América de la Universidad Interamericana en 2014, trabaja como maestro de escuela superior en el Departamento de Educación de PR.
[2] La Inquisición española como institución aunque presente en las Indias desde 1519 (siendo Alonso Manso, obispo de Puerto Rico, su primer inquisidor), no se institucionaliza en el Caribe de manera oficial hasta la formación de un Tribunal regional en 1610, ubicado en la ciudad portuaria de Cartagena de Indias. Anterior a esta fecha, se habían constituido dos tribunales oficiales en Lima (1570) y México (1571).
[3] Véase a Anderson, Bonnie S. y Judith P. Zinsser: Historia de las mujeres: Una historia propia [1988],  trad. Teresa Camprodon y Beatriz Villacañas, Madrid, Crítica, 2009, págs. 25-27.
[4] Sobre la mitología taína recomendamos a Pané, Ramón: Relación de Fray Ramón acerca de las antigüedades de los indios, edición digital de Wisconsin University en digicoll.library.wisc.edu/cgi-bin/IbrAmerTxtidx?type=header&id=IbrAmerTxt.Spa0006, consultado el 27 de diciembre de 2014.
[5] Crespo Vargas, Pablo L.: El demonismo en el Caribe hispano: Primera mitad del siglo XVII, Lajas, Akelarre, 2014, pág. 109.
[6] Eliade, Mircea: Historia de las creencias e ideas religiosas I: De la edad de piedra a los misterios de Eleusis [1977] Barcelona, Paidos, 1999, pág. 15.
[7] Anderson, Bonnie S. y Judith P. Zinsser: Historia de las mujeres…, pág. 27.
[8] Sobre el miedo del hombre hacia la mujer como razón para este subyugarla véase a Castellano De Zubiría, Susana: Diosas, brujas y vampiresas: El miedo visceral del hombre a las mujeres, Bogotá, Norma, 2009, págs. 19-25, 29-37; y a Colorado López, Marta, Liliana Arango Palacio y Sofía Fernández Fuente: Mujer y feminidad en el psicoanálisis y el feminismo, Medellín, Imprenta Gubernamental de Antioquía, 1998, págs. 26-27, 98, 128 y 140.
[9] Sobre las teorías del psicoanálisis véase a Freud, Sigmund: Teorías sexuales infantiles, 1908, 11 págs., en http://www.biblioteca.org.ar/libros/211796.pdf, consultado el 28 de diciembre de 2014; y a Anderson, Bonnie S. y Judith P. Zinsser: Historia de las mujeres…, págs. 34-35, donde se presenta un resumen de estas teorías.
[10] En los grupos neopaganos se difunde que sociedades como las célticas, las bretonas, galas y germanas antiguas la mujer cumplían con este tipo de función.
[11] Eliade, Mircea: Historia de las creencias…, pág. 66-70.
[12] Véase a Murray, Margaret: The Witch-Cult in Western Europe [1921], New York, Barnes & Noble Books, 1996. Hoy día la teoría de Margaret Murray ha sido criticada grandemente aunque existen sus adeptos y defensores tales como Michael Harrison, The Roots of Witchcraft, Secaucus, NJ, Citadel Press, 1974.
[13] Véase a Rusell, Jeffrey Burton: Exposing Myths about Christianity, Downers Grove, Illinois, IVP Books, 2012, pág.
[14] . El autor es el principal estudioso estadounidense sobre la historia del demonismo.
[15] Véase también a Anderson, Bonnie S. y Judith P. Zinsser: Historia de las mujeres…, págs. 42-43. Se señalan varios pasajes bíblicos donde se enfatiza que la mujer siempre debe estar acorde a las necesidades de los protagonistas de la historia, los hombres. 
[16] González Gutiérrez, Patricia: “Maternidad, aborto y ciudadanía femenina en la antigüedad”, El futuro del pasado, núm. 2, 2011, pág. 430.
[17] Anderson, Bonnie S. y Judith P. Zinsser: Historia de las mujeres…, págs. 43-45. 
[18] Russell, Jeffrey Burton: A History of Witchcraft: Sorcerers, Heretics & Pagans, 2da ed. aumentada, New York, Thames & Hudson, pág. 116. 
[19] Sobre las luchas de igualdad de género en la modernidad refiérase a: Guzmán, Virginia y Claudia Bonán: “Feminismo y modernidad”, Debate Feminista, México, vol. 35, abril 2007, págs. 257-274; Postigo Asenjo, Marta: “Feminismo y modernidad”, Thémata: Revista de Filosofía (Debate sobre las antropologías), Universidad de Sevilla, núm. 35, 2005, págs. 727-732; Guirao Mirón, Cristina: “Modernidad y postmodernidad en el feminismo contemporáneo”, Feminismo, Universidad de Alicante, núm. 15, junio 2010, págs. 221-234.
[20] Anderson, Bonnie S. y Judith P. Zinsser: Historia de las mujeres…, págs. 11-12.
[21] Crespo Vargas, Pablo L.: El demonismo…, págs. 139-140.
[22] La Inquisición española como institución político-eclesiástica tenía que intervenir con cualquier desviación a la fe oficial. Sin embargo, se concentraban en las creencias que más perjudicaban la posición estatal, tales como los judaizantes, los islámicos y protestantes. Fuera de estas causas, la blasfemia, los reniegos, las supersticiones y otras herejías eran vistas como crímenes menores. Las creencias mágicas eran parte de las supersticiones y como delito menos grave, la Inquisición no se ocupó de ellas de la misma forma que ocurrió en los territorios alemanes, franceses, suizos e ingleses.
[23] Crespo Vargas, Pablo L.: El demonismo…, Anejo III, pág. 232.
[24] Sobre la historia de las parteras véase a García Martínez, Manuel J.: “Historia del arte de los partos en el ámbito familiar”, Cultura de los cuidados, Universidad de Alicante, año XII, núm. 24, 2008, págs. 40-47.
[25] El título de reina de brujas era otorgado a la bruja de mayor rango jerárquico. En otras palabras, era considerada la mano derecha del demonio y tenía a su cargo la organización y dirección de los aquelarres.
[26] Archivo Histórico Nacional en Madrid (AHN), Inquisición (Inq.), Libro (L.) 1020, fols. 403-403v., 437v., 470v. 26 Sobre el desarrollo de la Habana refiérase a Macías Domínguez, Isabelo: Cuba en la primera mitad del siglo XVII, Sevilla, CSIC, 1978, págs. 15-23.
[27] Para una visión más clara sobre la hechicería habanera véase a Crespo Vargas, Pablo L.: El demonismo…, págs. 162-169.
[28] Crespo Vargas, Pablo L.: La Inquisición española y las supersticiones en el Caribe hispano, siglo XVII, 2da ed.
revisada, Lajas, Akelarre, 2013, pág. 201.
[29] AHN, Inq., L. 1021, fols. 110-110v.
[30] Un factor recurrente para que una hechicera fuera delatada era que sus conjuros no habían funcionado según se esperaba.
[31] AHN, Inq., L. 1021, fols. 92-92v., 93v., 98, 100v.-101, 102, 11-117v. y 123v.-124. 32 Ibíd., fols. 238v.-239.
[32] Ibíd., L. 1020, fol. 15.
[33] Ibíd.
[34] Ibíd., fols. 45-45v.
[35] Ibíd.
[36] Curiosamente, algunos de los nombres utilizados para referirse a los demonios eran sacados de personajes que eran considerados negativos en el proceso de desarrollo del cristianismo.
[37] AHN, Inq., L. 1020, fols. 230v.-232v.
[38] El caso más famoso fue el de la negra Paula de Eguiluz, quien era consultada por la alta jerarquía cartaginense. 







Limary Ruiz Aponte

Entre  el Amor libre y la maternidad científica: Madeline Vernet en el  drama  “Influencias de las
ideas modernas” y el relato “Amor  libre”  de  Luisa  Capetillo 
Pues a pesar de toda esta
franqueza, no he sido comprendida, y además, calumniada y mal interpretada.

Luisa Capetillo
Je  n’ignore  point  qu’à  la  première  lecture, ma théorie  sur  l’amour  va  paraître  à  beaucoup de personnes tout à fait immorale.
Certaines  d’entre  elles
y verront la consécration de la débauche, la légitimité du libertinage, l’excuse  de  tous  les  dérèglements

Madeline Vernet         Hablar sobre Luisa Capetillo nos antepone ante una revisión histórica de Puerto Rico, de sus luchas y sus conflictos en cuanto a los ideales de una sociedad. En esta ponencia deseamos estudiar la obra de Capetillo desde un análisis comparativo sobre las ideas de Amor libre propuesto por Madeline  Vernet  en  el  drama  “Influencias  de  las  ideas  modernas”    y  el  relato  corto  “Amor  libre”  ambos  publicados  en  1916  en  su  libro  Influencias de las ideas modernas[1].  Para hacer este acercamiento ofreceremos una introducción con los datos de la vida de la autora y luego contextualizaremos su lucha en el discurso e historia puertorriqueña. Para concluir con el   estudio de la obras, enfocándonos primero en las ideas de Amor libre que Capetillo asume de Vernet y que encontramos en los textos y  luego hablar del rol de la maternidad que Capetillo refleja en ellos. 

Luisa y los pantalones 

 Luisa Capetillo nació el 28 de octubre de 1879  en Aguadilla, Puerto Rico. Hija de la emigrante francesa Margarita Perón  y el español Luis Capetillo, quienes nunca se casaron. Su madre tuvo un rol vital en su desarrollo intelectual. Norma Valle Ferrer, en Luisa Capetillo: historia de una mujer proscrita (1990), describe la relación de ambas, en especial señala la importancia de las ideas románticas que esta le transmitió a su hija desde Francia (13). De hecho también nos cuenta cómo ambos padres se preocuparon por la educación de Luisa en un tiempo en el cual la mujer  no tenía la oportunidad de hacerlo[2]. Así obtuvo sus primeras lecciones de lectura, escritura y aritmética de su padre y luego fue a la escuela privada de Doña María Sierra Soler (45),
 Un hecho sobresaliente y necesario recordar es que Capetillo fue  autodidacta toda su vida. Leyó textos románticos, naturalistas y anarquistas. Junto con esas lecturas y sus experiencias se convirtió en una de las primeras defensoras de los derechos de los trabajadores y de la mujer en Puerto Rico. Luchó junto con los sindicalistas para mejorar las condiciones laborales. Trabajó como lectora en las fábricas de tabaco en Estados Unidos y Puerto Rico. Fue defensora del vegetarianismo, del espiritismo, de la educación y del anarquismo. En 1909 participó de la Cruzada Ideal, movilización de diferentes grupos de trabajadores bajo la
Federación Libre de Trabajadores (FLT) para agitar y hacer propaganda en favor sindical (Valle 69) En 1911 publicó el libro Mi opinión sobre las libertades, derechos y deberes de la mujer[3], el cual es considerado la primera tesis feminista del país y el más importante de feminismo de Puerto Rico. Según afirma Félix V. Matos Rodríguez, este es uno de los primeros textos feministas de toda América y el Caribe[4].  (MO xix) En 1912 viajó a Tampa y allí colaboró con los tabacaleros y líderes obreros cubanos, italianos, y afroamericanos y allí trabajó como lectora.
Fue en Tampa que en 1913 rescribió Mi opinión. Luisa Capetillo viajó en 1915 a  Cuba, y es en  La Habana donde ocurre uno de los incidentes que la ha llevado al imaginario popular como la mujer que fue arrestada por llevar pantalones ya que fue considerado un escándalo público.
 Un año después del incidente, en 1916 publica Influencias de las ideas modernas. Luego a inicios de la década del ‘20 se muda a Nueva York y establece una casa de hospedaje en la cual sirve comida vegetariana. En su vida personal tuvo tres hijos. Su hijo menor fue el que la acompañó hasta la muerte. Capetillo no pudo criar a sus dos hijos mayores, pues la familia paterna pensaba que ella era una mala influencia. Murió el 10 de abril de 1921 en Río Piedras,
Puerto Rico de tuberculosis y a su entierro asistieron muchos de sus compañeros de lucha.

Contexto histórico: Luisa Capetillo  y Puerto Rico

 En 1898 tras la Guerra Hispanoamericana5  Puerto Rico pasa como botín de guerra a los Estados Unidos. Esto trajo grande cambios  estructurales, políticos y sociales. También  trastocó el sistema económico, el cual cambió de una economía mercantilista a  una  industrial dominada por dueños norteamericanos en el extranjero.  A principios del siglo XX la condición del obrero en Puerto Rico era decadente6, no obstante, se levantaron y organizaron movimientos obreros. En 1899 se fundó la Federación Libre de Trabajadores (FLT) cuya iniciativa sirvió de   propulsora al Partido Socialista Puertorriqueño el cual fue fundado en 1915. La lucha sindicalista estaba  principalmente dominada por hombres, pero la mujer conformaba parte activa del movimiento y Luisa fue una de sus líderes destacadas. Según se apunta en el artículo de Milagros 
Rodríguez    “Algo  más  que  pantalones:  Un  acercamiento  a  Luisa  Capetillo”, citando a Ángel Quintero:
Para 1899, según cita Quintero Rivera, en la industria del tabaco solo encontramos 60 mujeres, el 1.6% del empleo total en la industria, pero para 1920 ya habían 8,766, lo cual representaba un 52.9% del empleo total. (5)
Por otra parte fuera del campo laboral, el orden intelectual de la época puertorriqueña estaba dirigido por varones que promovían un discurso nacional en contra de la invasión americana. 
Como  apunta Julio Ramos en Amor y anarquía: Los escritos de Luisa Capetillo[5] (1992) tanto la escritura como la lectura eran  medios  empleados por los intelectuales universitarios, lo cual estaba muy lejos de la realidad obrera. De hecho, cita el Censo de 1899, en el cual el 77% de la población era analfabeta (14).  Esta realidad divide a Puerto Rico en una minoría letrada, de  la cual Luisa Capetillo, como mujer, sindicalista, anarquista no era parte, pero se integra. Dicha integración  desde el margen la hace desde un  llamado universalista,  en el cual se une a las voces ilustradas europeas, las luchas anarquistas y feministas a nivel mundial, mientras evita los nacionalismos. Como apuntan el mismo Ramos y también  Norma Valle Ferrer, Luisa entra a este mundo por la educación recibida en su hogar y por su educación autodidacta. Veamos la acertada cita que recoge Valle Ferrer  de Luisa, tomada de Influencias de las ideas modernas:
Yo hablo de todo con perfecta comprensión de lo que digo, con una profunda intuición que me orienta; pero nada he podido estudiar de acuerdo con los preceptos de los colegios, cátedras o aulas de enseñanza superior. Hoy me he presentado como propagandista, periodista y escritora, sin más recomendación que la mía, ni más ayuda que mi propio esfuerzo, importándome poco la crítica de los que han podido cursar un completo estudio general.  (Valle  18)
Así Luisa, autodidacta, escribe para lograr su ideal, el cual no veía como imposible, pues para ella era la restitución del orden natural. En sus escritos, de estilos eclécticos- encontramos cartas, obras de teatro, relatos, ensayos- el anarquismo y la expresión sentimental dada por el Amor libre se proyecta como el logro de una humanidad saludable, igualitaria y productiva. Todo esto conseguido por la educación, pues para Luisa la educación era el motor que ocasionaría el cambio. Dicha educación no era solo académica, sino que incluía el conocimiento del cuerpo, de la buena alimentación y ejercicios, pues creía en una educación integral.
 En  relación a las luchas de la mujer y sus derechos a la educación a nivel intelectual en Puerto Rico, a finales de siglo ya habían sido difundidas las ideas de Eugenio María de Hostos en su ensayo  la  “Educación científica de la mujer”  (1873). Hostos creía que la educación era la clave para la liberación de la isla y así concretizar su proyecto la Confederación de las Antillas[6]. Para lograr esto proponía la educación de la mujer. Educación que ésta debía recibir de los hombres y  para que de esa forma, y consecuentemente,  pudiera  educar a sus hijos:
El hombre que educa a una mujer, ése vivirá en la plenitud de su ser, y hay en el mundo algunos hombres que saben vivir su vida entera; pero ellos no son el mundo, y el infinito número de crímenes, de atrocidades, de infracciones de toda ley que en toda hora se cometen en todos los ámbitos del mundo, están clamando contra las pasiones bestiales que la ignorancia de la mujer alienta en todas partes, contra los intereses infernales que una mujer educada moderaría en el corazón de cada hijo, de cada esposo, de cada padre. (Hostos 1)
Si bien Hostos es uno de nuestros adelantados en materia de lucha en favor de la educación de la mujer, Luisa, precisamente como mujer, va mas allá y va a señalar la importancia de la educación de la mujer no solo para su prole, sino para su rol fundamental como ser integral de la sociedad, fuera de los patrones de la familia nacional tradicional y la veía como una de igualdad para todos. Señala Félix Matos en la introducción a la edición bilingüe  de Mi opinión sobre las libertades derechos y deberes de la mujer[7] de Luisa Capetillo (2004):
What  was  innovative  in  Capetillo’s  discourse  was  that  the  education  for  which  she  was  advocating could not be just any type of education wisdom and thus ingrained in woman the values of exercise, hygiene, nutrition, sexuality, health, honesty, and true love. She also wanted and education for women of all social classes, not just for privileged elite. (xxxix)
En el Puerto Rico contemporáneo junto a las luchas sindicalistas y feministas de Luisa  estaba el movimiento sufragista liderado por Ana Roqué de Duprey. Sin embargo, Luisa se distanció, pues creía en oportunidades para todas las mujeres en igualdad y el movimiento  sufragista privilegiaba a la clase burguesa. Nos dice Valle Ferrer:
Mientras en el 1917, Isabel Andreu de Aguilar, Mercedes Solá y Ana Roqué de Duprey, entre otras, organizaban la Liga Femínea Puertorriqueña[8], para luchar por el sufragio, Luisa Capetillo está dirigiendo la huelga agrícola de Patillas, y escribiendo para los periódicos obreros (82)
En este contexto puertorriqueño en el  noroeste de la isla y en medio de las luchas escribe Luisa Capetillo sus ideas anárquicas y socialistas. Esta mujer abogaba no solo por una educación para la mujer sino también por la gobernanza del propio cuerpo y del disfrute de la mujer de su sexualidad, entendiéndola como un deseo natural humano y que no era reservado solo para el hombre.
 En este contexto Luisa Capetillo se inserta en la historias de los pensadores y  pensadoras anarquistas de la época. Un hecho que es necesario recordar, y que ya mencionamos, para entender la vida de esta luchadora puertorriqueña, es que ella trabajó tanto en Puerto Rico como en Tampa como lectora. En las fábricas leía a los obreros los textos de los pensadores anarquistas como Bakunin y Malatesta.  También leía a Tolstoy y Zola.  Entre otras de sus grandes influencias se encuentra la pensadora y escritora anarquista Madeleine Vernet
 La influencia de la pensadora francesa ha sido reconocida por los estudiosos de  Capetillo, entre ellos Valle Ferrer, quien dice que fue de ésta de quien  Luisa obtuvo su mayor influjo sobre el amor libre.  De hecho, esto se puede ver en la transcripción que Capetillo hace en su libro Mi opinión del  texto  “Amor  libre”    de  Vernet.  Este  fue  publicado en 1907 en Francia y
Capetillo lo transcribe de una Revista de Barcelona. En el mismo libro aparece el texto
“Impresiones   de   viaje   Julio   1909[9]”,   en cual Capetillo  hace alusión a la Cruzada de la Federación, comenta:
Empecé   a   tratar   la   cuestión   sexual   bajo   el   punto   de   vista   de   “Amor   libre”,   como   lo  explica Magdalena Vernet, y no hay una mujer, por mística y pudorosa que se haga, que al leer esa explicación no la encuentre razonable y prudente; pero el obstáculo que han establecido las fórmulas sociales, la hacen enmudecer. (309)
Este hecho, nos sigue confirmando su universalismo y sus ideas fuera del discurso nacional de la isla. Defender el Amor libre provocó escándalo además de sufrir  acoso sexual por parte sus compañeros  varones[10]. Valle Ferrer nos dice acerca de la relación de ideas de ambas pensadores y educadoras anarquistas:
Para la Vernet, el matrimonio, el amor y el deseo son tres factores diferentes. El matrimonio es una conveniencia social, una entintas carcelaria, una prostitución del amor. El amor es apasionamiento, la unión de la emoción con el intelecto; mientras que el deseo es una mera necesidad carnal. Vernet y por ende la Capetillo, aboga por que se instruya a la mujer sobre su sexualidad para que pueda recocer en forma natural lo que es el deseo, y lo que es el amor y pueda satisfacer ambas necesidades… abogan por que la mujer no se vea obligada a subordinar su sexualidad a la del hombre, y porque en cambio se sienta libre para manifestar sus inquietudes. (79)
En el texto de Vernet, ciertamente apunta lo señalado por Valle Ferrer, pero lo que se nos hace muy interesante es cómo Capetillo lo aplica a sus textos de manera didáctica y en el contexto puertorriqueño. Como indicamos, en este trabajo nos detendremos en dichas influencias en la obra dramática más conocida y estudiada[11] “Influencias de las ideas Modernas”   y en un relato corto “Amor  libre”  ambos  publicados  en  su  libro  de  1916  Influencias de las ideas modernas.  Si bien es cierto, que la defensa del Amor libre también se encuentra en la figura emblemática del anarquismo feminista estadounidense Emma Goldman, con su famoso ensayo “Matrimonio  y  amor libre” publicado en 1910, no creemos que Capetillo haya recibido gran influencia de esta a ese tiempo.  Luisa, aunque quiere un distanciamiento del mundo académico, sus textos están llenos de citas, de títulos y lecturas para evidenciar su conocimiento y sus fuentes y por eso se nos hace sospecho que no mencione a Goldman en sus textos.  No obstante, no descartamos que la haya leído o que estuviera al tanto de su figura,  pues por sus viajes tanto a Nueva York  y Florida y al contacto con grupos anarquistas pudo haberla leído. Sin embargo,  su mayor argumento del Amor libre sigue muy de cerca lo planteado por Vernet y como ella misma nos
dijera, esa era su fuente.  
 Cristina Guzzo en su estudio comparativo de la obra de Luisa Capetillo y Salvadora Medina  Onrubia[12] menciona la diferencia entre la maternidad defendida entre las sajonas anarquistas y las hispanoamericanas que no la  rechazaban. Entonces, por lo expuesto estamos de acuerdo con Guzzo, Valle Ferrer y Matos Rodríguez.[13]   Por otro lado las publicaciones de estos textos y el año que fueron escritos difieren del año de publicación. El  drama fue escrito en 1907[14], antes que los textos de Goldman, mientras por otra parte  el relato corto  “Amor  libre”  fue escrito en 1913.  Por tanto, creemos que debió haber estado muy influenciado por la reedición que hizo Capetillo en el mismo año de Mi opinión sobre las libertades, derechos y deberes de la mujer en el cual se encuentra el texto de Vernet.
 No obstante nuestro interés en esta investigación no es  probar si  Luisa tuvo influencia de Goldman, sino que deseamos detenernos en la influencia de Vernet la cual encontramos textualmente en relación a las ideas del  Amor libre.


Vernet y Capetillo en influencias

 El texto que transcribió Capetillo para Mi opinión, según dice, fue traducido y editado por   la   agrupación   “Nueva   Vida”      de   Barcelona (Mi opinión 171)[15]. En este, Madeleine, “Magdalena” como la llama Luisa, habla sobre la diferencia entre el matrimonio y el amor; afirma que  el matrimonio sin amor es prostitución:
“Que  no  se  confunda  el  amor  con  el  matrimonio.  El  matrimonio  es  una  conveniencia  social; el amor es una ley natural. El matrimonio  es un contrato; el amor es un besar. El matrimonio es una cárcel; el amor es un apasionamiento. El matrimonio es la prostitución del  amor”. (172)
Así el amor es regla natural, idea que Capetillo va a abogar en sus textos. En el drama
Influencias de las ideas modernas, encontramos a Angelina, hija de un hacendado, que quiere que su padre, Don Carlos, le ceda la tierra a sus trabajadores y proscriba el sistema feudal que tiene. Este cede a las peticiones de sus empleados convencido por su hija. Carlos, un joven líder sindicalista, al  compartir palabras intelectuales le confiesa su amor y ella hace lo mismo. Fuera de toda idea de utopía[16] que no exploraremos, pues para Luisa como señalan sus críticos era todo posible con la educación, se crea una sociedad anárquica exitosa.  En este drama encontramos la idea del amor natural de Vernet ejemplificados por la voz de la pareja de uno de los trabajadores: Rosalina: ¿Qué les parece a ustedes? Si las generaciones pasadas pudieran enterarse de un matrimonio sin dios, sin amo, sin rey y sin cura. Asombrados quedarían.
Carlos: En las primeras etapas de la humana especie, no usaban entre ellos ningún rito, se unían entre ellos libremente, después del cristianismo quedó el matrimonio constituido
Rosalina: Naturalmente así debió de continuar, un hombre y una mujer tienen perfectísimo derecho de unirse libremente si se aman mutuamente, sin engaños
Carlos: No cabe el engaño donde hay libertad, pues si se han equivocado respecto a su carácter, libremente vuelven a separarse
Rosalina: Comprendo, pero quiero decir que se amen, que no sea simplemente el deseo que los una.
Aquí Capetillo utiliza las categorías y diferencias que Vernet establece entre el matrimonio, el deseo y el amor, dice la pensadora francesa:
El matrimonio, el amor y el deseo son tres cosas distintas. El matrimonio es la cadena que tiene al hombre y a la mujer prisioneros el uno del otro. El amor es la unión integral de las dos. El deseo es el capricho de dos sensualidades. Yo dejo el matrimonio, del cual soy adversaria, para venir a la cuestión del amor libre. Yo digo que el amor debe ser absolutamente libre, tanto para la mujer como para el hombre  y todavía añado: el amor no puede verdaderamente existir mas que en la condición de ser verdaderamente libre.
(IFI 180)
Luisa Capetillo en el drama para representar la unión de  Carlos y Angelina escribe:
Carlos: (Toma a Angelina de la mano.) Desde hoy nos unimos nuestra existencia , hasta que el destino quiera; el día que no me ames, que estés hastiada de mi, tienes perfectísimo derecho de irte a donde te plazca (Angelina se arroja en sus brazos.)
Angelina: Seré feliz mientras me ames, cuando vea en ti indiferencia o desvió me alejaré sin dejar de ser tu amiga. (IIM 213)
En el  relato  corto  “Amor  libre”  aparecen Elena y Andrés, quienes se encuentran en una calle y aunque se indica que ya se conocen, es allí, él desde el carro y ella en la acera, en dónde hay una propuesta de parte de él para vivir juntos:
Ella -tú quieres decir que mientras nos gustemos,
Él- desde luego cuando no te guste más, te vas.
(IIM 255)
Mientras ocurre esto, dos hombres en la calle los observan y discuten sobre la moralidad de Elena. Hay uno que sirve de voz de defensa, mientras el otro la acusa de inmoral. De hecho hablan sobre la inmoralidad  del goce sexual de la mujer. Recordemos que Vernet defiende que todos los seres humanos tienen deseo sexual  y que eso es  natural de todos los sexos vs. la  inmoralidad real que son los matrimonios sin amor (MO 186).
 En este relato corto, que mezcla diálogos extensos, lo que lo acerca al formato de una obra teatral[17], Luisa defiende el Amor libre y también demuestra lo injusto del requerimiento de la virginidad para las mujeres, mientras el hombre no se conserva para ella. En el primer texto de
Mi opinión Luisa escribe:
Yo opino que el hombre no debe pertenecer a ninguna mujer antes de su completo desarrollo y llegado este debe escoger la que realmente ame con toda su alma y hacerla su mujer y crear familia […] hombre y mujer se pertenecen vírgenes, y así no hay temores de prostitución ni adulterios  (167)
En el relato “Amor  libre”   argumentan las voces:
Uno- ellos no, pero yo que deseaba esa mujer, después de haber ido con otro
El otro- ¿y nosotros podemos ir con cualquiera y donde quiera y ella no?
Al final del relato el deseo entre Elena y Andrés, se convierte en amor y se muestra el resultado en los hijos y la relación estable de la pareja.

“Maternidad científica”:  Evidencias  de  amor

 Para Luisa Capetillo, en sus textos,  la maternidad se convierte en logro  máximo de esa libertad, el amor. Amar sin instituciones que los cobijen. En el artículo “Matrimonio  y  amor”  de  Goldman  la maternidad se proyecta más como una elección[18]. En Capetillo, sin embargo, hay una necesidad de la maternidad como concretización del sentimiento. La elección ella la pone en el momento de escoger o sentir al verdadero hombre. Digo hombre pues para Capetillo el ideal del Amor libre era la pareja heterosexual. De hecho, la masturbación y las relaciones sexuales entre los mismos sexos las encuentra antinatural y como una perversión:
[…   ]   y   de   este   modo   se   atreven   a   hablar   de   moralidad,   una   sociedad   que   encuentra  inmoral que la novia huya con su amante y viva con él y creen una familia, y no se espanta de que ambos sexos cometan actos contra lo natural atrofiando el cerebro  y la belleza y pervirtiendo el acto de más importancia para los humanos: la procreación. Demostrando que tales desvaríos criminales se cometen por ignorancia de ellos,  e imprudencia de los padres, sus brazos como ordena la ley natural; se entreguen  a la masturbación o al delito contra natura del mismo sexo. Y las damas o señoras que lo saben, tampoco protestan cuando se verifica en el sexo contrario. (MO 162)
En este sentido podríamos afirmar que su libertad también estaba atada mucho a los preceptos paternalistas y religiosos de la época. Es que Capetillo creía que  lo natural era el amor heterosexual y que todo lo demás, como vimos en la cita,  se evitaría con la educación sin falsas morales. Por eso, para Luisa su ideal era lograr la maternidad, como ese fuerte creador de amor, de hijos saludables instruidos en la libertad. Este pensamiento a pesar que para los ojos del siglo XXI es problemático, para el contexto de la época, en especial en Puerto Rico en donde las mujeres comenzaban a trabajar, el catolicismo se defendía con vehemencia y hasta las sufragistas pedían votos elitistas; era un pensamiento adelantado. La mujer practicante del Amor  libre de Capetillo, filtrado por Vernet, consecuentemente sería madre, pero en la lógica de Luisa una madre libre,  pues la mujer sexualmente iba a escoger al hombre que desease, que amase, que la respetase, y que tuviese sus mismos ideales.
 En relación a los textos que deseamos establecer, el amor libre en ambos se presenta como la capacidad de la elección y correspondencia de ambos sin presencias religiosas ni políticas. La educación como herramienta emancipadora les proveía a los amantes la capacidad de entenderse y amarse. Aunque sus amores son de un encuentro, es por medio del descubrimiento de la voluntad y la no retención de ambos que se forma. En el caso del drama “Influencias de las ideas modernas”,  Capetillo, al segundo encuentro de sus amantes se declara su amor. Sin embargo, siempre ante la posibilidad del dejarse, ya que si el otro no se siente a gusto se podrá ir. El amor se concretiza en la obra y se expone como el logro de la libertad y los hijos como la futura evidencia:
Bellas niñas que me habéis escuchado, si queréis ser madres de generación consiente, y ser libres, no hagáis contratos en el registro civil, ni en los templos, porque eso es una venta y la venta es prostitución. El amor debe ser libre, como la brisa que respiráis, como las flores que abren sus corolas para recibir el polen fecundante y brindar  al aire su perfume, así debéis brindar vuestro amor y prepararos a hacer hijos por amor.  (IIM 214) En este sentido, el amor  encuentra en los hijos la concretización y manifestación física del mismo. Esta idea se expone claramente en el relato:
Cuentan que pasó algún tiempo y Elena no volvió sola a la ciudad; volvía con un precioso niño a ver a su familia, que habían querido recriminarla, pero ella decía, soy libre y soy feliz, sino quiere que vuelva a veros no volveré, pero no quiero otra garantía que el amor. Algunos años después, tuvieron ocasión los dos curiosos de ir a cazar y la sorprendieron lactando a un niño, y con  dos más que jugaba a su lado, una niña y un niño. El amor había hecho milagros, había convertido a dos en cinco. El milagro de los panes y los peces, se habían multiplicado siguiendo el consejo del autor de los milagros. La reproducción es el misterio más hermoso y encantador de la creación, sembrad un grano  de maíz y tendrás miles, dad un beso y sonarán dos, producid un sonido y el eco os devolverá otro. Uníos dos y os convertiréis en tres, cuatro ( IIM 257-58)

La maternidad en este vuelve a ser centro y motivo de ese amor. Los hijos sanos sirven de evidencia científica del resultado de esa unión. Luisa era lectora voraz de Zola, padre del naturalismo, de hecho en el drama IIM Luisa lo menciona como una de las lecturas de su protagonista: “Angelina: He leído a Malato, Matesta, Tolstoy, Zola. De modo que he comprendido muchas cosas que no podía comprender  antes”  (IIM 197) Así, las ideas positivistas también que le fueron transmitidas sirven para la elaboración de sus ideas. Para ella, lo natural era el amor y de ese amor, como vimos con la cita,  la reproducción es su consecuencia. Por tanto, los hijos son la evidencia científica del buen amor- ergo libertad- para Luisa y sus argumentos giran alrededor de esto. De hecho ya desde la primera publicación de Mi opinión en la cual relata cómo fue rechazada por sus panfletos de Amor libre basados en Vernet, Luisa expresa:
Si el acto de procreación no estuviera confundido como un placer en vez de una necesidad reglamentada por la ciencia y el estudio y el dominio de la voluntad, seguramente no habría tantos locos, idiotas, contrahechos, criminales y lujuriosos.
(MO 310)
Esta cita nos conecta con las ideas de Vernet y el desarrollo de lo que hemos llamado esa  “maternidad científica”   de Capetillo. En la época, la necesidad sexual de la mujer no era considerada, por eso no era discutida. Luisa sigue a Vernet y también  la propone como ciencia comprobable. Al mismo tiempo ambas piden dejar los estigmas de las inmoralidades. Por eso en el relato estudiado,  uno de los hombres le dice que si ellos tienen deseo también las mujeres deben tenerlo.  Por tanto, en la fórmula de Capetillo y su interpretación de Vernet es: si se ama se desea, entonces se escoge al hombre adecuado y por tanto la maternidad es también deseada y sirve como evidencia, fruto de ese amor, que solo es posible en la libertad.

Algunas conclusiones

 Creemos que Capetillo proyecta el Amor libre como una solución radical para el Caribe, con influencias europeas como la de Vernet. Rompe así con los deseos nacionalistas de la época y expande la visión de Puerto Rico. También entendemos que la maternidad de Luisa es una científica, una evidencia de la corrección de sus ideas y en  fin último la posibilidad de tener una sociedad criada en los postulados de la libertad, la moral y el orden natural. Si bien entendemos que desde el siglo XXI su posición en relación a los homosexuales, la masturbación y hasta la misma idea de que tenga que haber una maternidad para completar el amor son retrógradas, se nos presentan en su época como ideas de adelantadas.  En su tiempo, insistimos, era y fue un escándalo la aceptación de una unión sin matrimonio. Como comprueban tanto
Vernet como Capetillo, dicho argumento es inválido pues la inmoralidad trasciende la propia institución. También creemos que Luisa Capetillo con su lucha por  el Amor libre así como el solo hecho de promover igualdad de trato, de derecho y de placer sexual a las mujeres es una adelantada a su época.
            En 1915 como mencionamos,  la arrestan por vestir pantalones, ella era defensora de los pantalones, y como positivista de la época los defendía con argumentos científicos de su buen provecho para la mujer. Luisa ya nos adelantaba que las construcciones de género son sociales y como buena anarquista había que romperlas, no con un deseo de espectáculo sino de razón científica. Capetillo  supo demostrar y ponerse en el mismo lugar de los hombres: teorizar, citar, y proyectarse como una mujer que entendía, al menos teóricamente,  el deseo, el amor y la libertad.  Esta mujer creyó en lo imposible por medio de la acción y tanto  su vida como su obra fueron consecuentes. Quizás tengamos que recriminarle alguno de sus argumentos, pero no podemos negar que fue una pionera y la primera feminista caribeña en publicar un tratado sobre sus ideas.  Fuera del campo letrado patriarcal nacionalista isleño supo acaparar la escritura y llevar su voz, y su lucha y promover el Amor libre.                                      







Bibliografía 
Textos primarios
Capetillo, Luisa. Absolute Equality. An early Feminist Perspective/ Influencias de las ideas
modernas. Trad. Lara Walker. Texas: Arte Público Press, 2009. Impreso 
---. A Nation of Women An early Feminist Speaks Out/Mi opinión sobres las libertades derechos
y deberes de la mujer. Ed. Felix V. Matos. Texas: Arte Publico Press, 2004. Impreso
Ramos, Julio. Ed. Amor y anarquía. Los escritos de Luisa Capetillo. San Juan: Edición huracán,
1992. Impreso.
Rodríguez,  Milagros.  “Algo más que pantalones: un acercamiento  a  Luisa  Capetillo”.  Granos,
Edición especial (2004) 4. Red cibernética.
Valle Ferrer, Norma. Luisa Capetillo Historia de una mujer proscrita. San Juan: Edición
Cultural, 1990. Impreso.
Vernet,  Madeleine.  “L’amour  libre”.  http://www.marievictoirelouis.net/pourquoi.php. Artículo
digital. 
Textos secundarios
Baigorria, Osvaldo. El amor libre. Eros y anarquía.  Buenos Aires: Utopía libertaria, 2006.
Impreso. 
Goldman Emma.  Anarchism and other essays.2nda ed. Nueva York: Mother Earth Publishing
Association, 1911.233-245. Libro digital. 
Guzzo, Cristina. "Luisa Capetillo y Salvadora Medina Onrubia de Botana: Dos íconos anarquistas. Una comparación". Alpha Osorno 20 (2004) 165. Impreso. 
Hostos,  Eugenio  M.  “La  educación  científica  de  la  mujer”.  Revista Sudamericana (1873).
Medina Onrubia, Salvadora. Las descentradas. Buenos Aires: Colección los raros, 2007. Impreso
Picó, Fernando. Historia general de Puerto Rico. Río Piedras: Ediciones huracán, 1993. Impreso.
Scarano, Francisco. Puerto Rico: Cinco Siglos de historia. San Juan: McGraw-Hill, 1993.
Impreso. 
Townsend,  Sarah.  “After  Death”.  Stage of Conflict. A critical anthology of Latin American
Theater and  Performance. Diana Taylor y Sarah J. Townsend, Eds.  Ann Arbor:
University of Michigan Press, 2008. Impreso. 


[1] En nuestras citas utilizaremos las siglas IIM y seguiremos la edición de Lara Walker.
[2] Para más información sobre el contexto educativo de la mujer en Puerto Rico se puede consultar el primer capítulo  del  citado  trabajo  de  Norma  Valle  Ferrer  titulado:  “Primeros  fermentos  de  la  lucha  femenina  en  Puerto  Rico”   
[3] Para citar este texto editado e introducido por Félix Matos utilizaremos la abreviatura  MO
[4] El autor dice que aunque para otros estudiosos como Isabel Picó y Sánchez González el libro de Influencias de las ideas modernas es el más maduro y el más importante.  Acierta que este libro es mas maduro pero que por ser el primer libro que habla sobre feminismo en Puerto Rico es el mas importante (Matos xlvi) Estamos de acuerdo con lo expresado por el autor, pues entendemos que son estas ideas las que continúan en sus siguientes trabajos.  5 También conocida como Hispano-estadounidense

[5] Primer libro que edita y republica los textos de Luisa Capetillo
[6] Idea propulsada también por  el otro intelectual puertorriqueño Ramón Emeterio Betances, la cual defendía la unión de las Antillas hispanas y  promocionaba la independencia de España. 
[7] Primer libro de Luisa republicado totalmente  y traducido al ingles. Luego en 2009 se traduce y publica “Influencias  de  las  ideas  modernas”    a  cargo  de  Lara  Walker.   
[8] En Puerto Rico el voto femenino para mujeres letradas fue aprobado en 1929 y no fue hasta el 1935 que se obtuvo el sufragio universal.  
[9] Este texto según apunta Félix A. Matos, fue luego retirado de la edición de MO de 1913. Esta edición no se a reditado y su original se encuentra en Puerto Rico. Sería un buen proyecto hacer una comparación de ambas ediciones  con detenimiento para una futura investigación. 
[10] Como apunta Norma Valle Ferrer en un fragmento de una carta publicada en Influencias Luisa le responde a un compañero por su acercamiento sexual. (80) Al consultarla efectivamente Luisa le contesta y le dice que entiende su  deseo  sexual,  pero  que  ella  solo  le  puede  corresponder  como  amiga  y  compañera  de  lucha.  (Ver    Fragmento de una  Carta”    en  la  Edición IIM de Walker  página 231. Sigue las divisiones de Vernet, del deseo y la importancia de la correspondencia mutua.  Por tanto, nos muestra sus palabras en acción. 
[11] Norma Valle Ferrer en el citado libro relaciona al personaje de Luisa con la misma Capetillo. También asocia directamente las ideas que se presentan en el texto con la vida y obra de Tolstoy. Pues Angelina, protagonista y actante principal de la obra deja su estado burgués y por medio de la lectura llega al conocimiento libertario y se despoja de todo, para luego ser parte de una comunidad anárquica. (52-54) 
[12] Ver bibliografía: "Luisa Capetillo y Salvadora Medina Onrubia de Botana: Dos íconos anarquistas. Una comparación"
[13] Aunque en 1921, un año antes de la muerte de Capetillo, en Argentina se publica el libro Voces libertarias en la que se encuentra textos de Goldman y Capetillo no encontramos en los textos publicados de Luisa alusión directa a sus ideas.
[14] En la redición  hecha en 2009 del texto de Capetillo, bajo la lista de los personajes dice que fue escrito en noviembre de 1907 en Arecibo. (169)
[15] Utilizaremos las citas del texto que aparece transcrito en el libro de Luisa. 
[16] Luisa en el prefacio de Mi opinión dice: “No  creo  que  nada sea imposible; ni me asombro de ningún invento ni descubrimiento, por eso no encuentro utópica ninguna idea. Lo esencial es llevarla a la práctica, empezar. Lo demás,  es  debilidad,  y  un  concepto  errado  del  poder  humano.”  (131)
[17] Decimos esto porque la estructura del relato se divide en tres partes: en la  primera, todo es el diálogo entre Elena y Andrés; la segunda parte, es el dialogo entre los curiosos; y la tercera es la narración de cierre que cuenta lo que sucedió con la pareja.  
[18] Recordemos la mencionada diferencia  que Crisitna Guzzo hace en su artículo.-y con la cual estamos de acuerdo- sobre la relación de la maternidad que promueven las pensadoras anárquicas anglosajonas en oposición a  las hispanoamericanas. 


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