Hechizos y conjuros: Una demostración en contra de la misoginia caribeña
del siglo XVII
Pablo
L. Crespo Vargas[1]
Departamento
de Educación de Puerto Rico
Centro
de Estudios e Investigaciones del Sur Oeste de PR
Introducción
La sociedad caribeña, ubicada en una zona
de constante movimiento humano, desde tiempos inmemorables ha sido una región
de paso, que ha llevado al desarrollo de una población con un alto grado de
mestizaje y que es reflejado no solo de manera étnica, sino que vemos en ella
un nivel de sincretismo sin igual. Para efectos de este estudio hemos decidido
analizar la posición de la mujer del Caribe hispano en el siglo XVII vista
desde la documentación inquisitorial proveniente del Tribunal de Cartagena de
Indias.[2]
El trabajo se dividirá en dos partes: una breve explicación teórica sobre la
subyugación de la mujer y un análisis de la forma en que la mujer se rebeló
ante la actitud misógina de la sociedad. Para este último aspecto utilizaremos
tres ejemplos de los cientos que tenemos disponibles.
Una explicación teórica sobre la subyugación de la mujer
Desde tiempos
ancestrales, en particular, en el desarrollo de la sociedad occidental, la
mujer ha sido relegada a un segundo plano. Las causas pueden ser multifactoriales,
no obstante ellas están enmarcadas en tres principales teorías. La primera
indica que en el proceso de formación social, de manera natural, el hombre
adquirió características esenciales para poder subyugar a la mujer (mayor
fuerza física, no estar limitado por el parto, entre otros). Segundo, se
estableció que el desarrollo de las religiones dentro de sociedades estatales
provocó que el patriarcado se impusiera sobre el matriarcado. Tercero, luego de
surgido el feminismo se difundió la idea de que el machismo era parte de unas
posturas culturales que podían ser cambiadas.[3]
En todo caso, las tres teorías, presentadas originalmente desde un punto de
vista eurocéntrico, podrían darnos luz sobre el desarrollo de otras sociedades,
en nuestro caso, las caribeñas.
Tomemos como ejemplo
la mitología taína, en ella apreciamos que en un principio el culto principal
era realizado a una deidad femenina, en este caso Atabey.[4]
Era diosa madre, creadora y representante de todo lo natural. Fue madre de
Yocahú Bagua Maórocoti, deidad masculina, que a la llegada de los castellanos
era considerada la principal fuerza espiritual dentro de la religiosidad
indígena taína. Yocahú era el ser representativo de la yuca, base alimentaria
de la sociedad cacical. También representaba el desarrollo de la sociedad,
especialmente el dominio sobre aspectos naturales como son la domesticación de
plantas (agricultura) para uso alimenticio a gran escala.[5] Al igual que los taínos, podemos identificar
una gran variedad de tradiciones que inician sus ciclos con el culto a deidades
femeninas y que según van desarrollándose se transforman en veneraciones a
entes masculinos representativos de quienes obtienen el poder en la sociedad.
Esta explicación dogmática sobre la subyugación de la mujer debe complementarse
con otras teorías. Una de ellas es la división del trabajo por género. Esta fue
presentada por Mircea Eliade, quien indica que al surgir la caza como método de
subsistencia se estableció que el hombre, por su capacidad física, tuvo la
facultad de practicarla mientras se relegó a la mujer la tarea de recolectar
frutos silvestres que complementaran la dieta de la comunidad.[6]
A su vez, vemos como
el oficio de cazador desarrollaba unas destrezas de manejo de instrumentos que
podían ser utilizadas en la defensa de la comunidad y en situaciones ofensivas
donde se buscaba el beneficio del grupo. Esto nos lleva a la noción de que la
mujer terminó siendo subyugada durante el “desarrollo de la competencia y la
guerra entre grupos”.[7]
Tanto la cacería como la guerra provocaron cambios culturales y sociales que
establecían que los hombres debían ser valientes y demostrar agresividad.
También se esperaba que protegieran a los miembros más débiles de la comunidad:
niños, ancianos y mujeres.
A estos
planteamientos hay que añadir las hipótesis psicoanalíticas que indican que el
hombre tiende a ser psicosexualmente más frágil que la mujer, lo que le lleva a
sentir cierto temor hacia ella.[8]
Las razones para ello están en la falta de signos que indiquen la llegada de la
madurez en el varón, el temor a la castración y la poca confianza que esto
pueden tener en aspectos sexuales tales como la seguridad de la paternidad.[9]
Ahora bien, existe
otra visión promulgada por Mircea Eliade que indica que al desarrollarse la
agricultura, en algunas sociedades, la mujer tuvo que asumir un rol
protagonista, ya que fue ella quien se encargó de hacer funcionar y explotar de
manera positiva la nueva forma de subsistencia.[10]
No solamente era considerada la persona encargada de asegurar la alimentación
de la población, sino que era la conocedora y trasmisora de las artes del
cultivo. Todo esto llevó a crear una correlación entre “la fertilidad de la
tierra y la fecundidad de la mujer”.[11]
Este tipo de dinámica, aunque no universal, se dio en muchas sociedades
antiguas, donde las deidades femeninas eran valorizadas por su relación a la
creación por medio de la gestación.[12]
Aunque
no queda claro cómo se da el proceso de subyugación de las féminas, al
desarrollarse las tres principales culturas en la formación
del mundo occidental (judíos, griegos y romanos) ya existía una
predeterminación a presentar a la mujer como un ser inferior y necesitado de un
hombre. Por ejemplo, la sociedad judía, en su escrito sagrado o Torá, establece
una actitud machista desde el mismo inicio, con el desarrollo de su mito sobre
la creación. Allí se establece la subordinación de la mujer al ésta ser formada
del cuerpo del varón.[13][14]
No solamente fue creada del hombre, sino que en otro episodio es considerada la
culpable de que fueran sacados del paraíso que Dios les había creado.[15]
Al igual que los
judíos, los griegos y romanos antiguos desarrollaron sociedades guerreras donde
se enfatizaba la superioridad del hombre sobre la mujer. Esto a su vez, creó
aspectos culturales que definían a los géneros. Por ejemplo, el hombre debía
ser cálido, agresivo, riguroso, racional y debía demostrar fuerza en todo
momento. De la mujer se esperaba que fuera fría, pacífica, débil y de gran emotividad.[16]
En el caso
específico de los romanos, como parte de la tradición de la fundación de su
ciudad, se indica que una de las primeras directrices de Rómulo (fundador de
Roma) era la de educar a todo varón, mientras que solamente las niñas
primogénitas tenían ese derecho. Así mismo, las leyes romanas establecían que
los hombres estuvieran a cargo de las mujeres. A esto añadimos que en muchas
actitudes se permitía una valorización de los delitos o acontecimientos según
el género. Algunos ejemplos son: el adulterio, el uso del vino y las peticiones
de divorcio, todas ella podían ser realizadas por el hombre sin que esto
significara una degradación moral para él, no así para las mujeres. El caso de
la prostitución es otro ejemplo, ya que las mujeres que realizaban ese oficio
eran vistas como inmorales mientras que el hombre podía disfrutar de estos
servicios sin tener que pasar por la misma medición.[17]
Estas actitudes se
agudizan con el surgimiento del cristianismo, al punto que la subordinación de
la mujer se vio como algo normal. Eventualmente, este tipo de cultura llevó al
surgimiento de la misoginia. La misoginia puede ser definida como el rechazo u
odio que la sociedad desarrolla hacia las mujeres. No obstante, los prejuicios
sociales que llevan al pensamiento de que la mujer es inferior al hombre son
casi universales. Para algunos investigadores, tales como Jeffrey Burton
Russell, este fenómeno debe ser entendido en la falta de conciencia del género
masculino sobre el femenino.[18]
No obstante, la modernidad representó un cambio de actitudes que en cierta
medida han mejorado la situación de la mujer, aunque aún falta mucho por
caminar.[19]
Brujas y hechiceras: el poder de la mujer caribeña, siglo XVII
La mujer caribeña,
al igual que su contraparte europea, vivió marginada, y aunque existían
diferencias por clases sociales, su posición siempre debió ser subordinada al
hombre.[20]
Esto era reflejado tanto en aspectos laborales como educativos. No ha de
extrañarnos que esta marginación establecía una desventaja difícil de superar
para las féminas. No obstante, los oficios que de alguna forma se podían
relacionar al uso de palabras y yerbas mágicas proporcionaban a la mujer
caribeña una oportunidad única de presentarse como protagonistas de su
sociedad. Para muchas mujeres, la hechicería y la brujería fueron modos de vida
que las llevaron a ocupar espacios no imaginados en un momento dado.[21]
Entre 1613 a 1658,
la inquisición española procesó a ciento dieciséis mujeres por delitos
relacionados a las creencias mágicas.[22]
De ellas, cincuenta y seis fueron acusadas por hechicería, cincuenta y tres por
brujería, mientras que las restantes siete tenían otras causas. Étnicamente
hablando, cuarenta y dos eran negras, treinta y siete mulatas, veintiuna
blancas, cuatro mestizas, dos zambas y diez sin especificar. En cuanto a las
ocupaciones registradas, noventa no tenían una labor específica, dieciséis eran
esclavas, seis eran parteras y una costurera, lavandera y cocinera.[23]
De esa inmensa mayoría, sin ocupación aparente, podemos asumir, por los propios
registros inquisitoriales, que vivían realizando oficios hogareños o prestando
servicios mágicos a los que los necesitaban.
En el caso de las parteras o matronas, este
era un oficio asociado a las artes mágicas ya que sus practicantes debían
aprender conocimientos medicinales de yerbas y brebajes que eran utilizados en
los cuidados de salud de las mujeres. A esto, las parteras, desde tiempos
ancestrales, realizaban una labor indispensable para el mantenimiento de la
sociedad.[24]
Su fama y prestigio fue opacada con el surgimiento de la cacería de brujas, ya
que su constante contacto con los recién nacidos las hicieron sospechosas de
las muertes prematuras y los partos no culminados.
De las parteras caribeñas, la más famosa
fue Elena de Viloria, una negra que en 1633 con sesenta años de edad fue
acusada de ser maestra y reina de brujas.[25]
Había pertenecido al aquelarre de Cartagena de Indias por espacio de treinta y
siete años. Los inquisidores, dado a la histeria generalizada por la
importancia de esta bruja, la sometieron para ser ejecutada. Sin embargo, la
Corte Suprema Inquisitorial en Madrid no permitió esta sentencia debido a que
la consideraba excesiva.[26]
El caso de la mulata Juana Bautista es uno
que presenta cómo estas mujeres se ganaban el sustento diario. Juana era
oriunda de México, aunque residía en la Habana. Esta ciudad, dado a su
estratégica posición respecto al sistema de flota española, había florecido a un
ritmo acelerado.26 Esto creaba esperanza a cientos de personas que
llegaban a la ciudad en búsqueda de riquezas y prosperidad. Al igual que Juana
Bautista, había cientos de hechiceras que brindaban sus servicios de una forma
u otra.[27]
La hechicería era una práctica muy común
en el Caribe y la Habana, como uno de sus puntos principales, fue un centro de
gran importancia. Los que requerían los servicios de hechiceras lo hacían
mayormente por tres finalidades: “resolver los problemas de amor, la búsqueda del
conocimiento oculto y la suerte en los juegos de azar”.[28]
Juana Bautista como partera había
adquirido un conocimiento que utilizó y extendió para su beneficio. Su primera
causa fue en 1622 cuando tenía veintiocho años, aunque no se tiene evidencia de
los pormenores de este caso, si se sabe de él por la referencia que se menciona
del mismo en su segundo caso.[29]
La mayoría de las sentencias implicaban el destierro del lugar de origen de la
persona, no obstante, como pasó en muchas ocasiones, la rea regresó a su
residencia y continuó realizando sus prácticas. En 1644, con cincuenta años de
edad fue sometida a proceso por la realización de sortilegios y por hechizos
que no habían funcionado y que habían provocado que varios afectados la
acusaran ante el comisario inquisitorial.[30]
Dado al agravante de haber sido convicta con anterioridad su sentencia fue de
trecientos azotes.[31]
Tan pronto recibió sus azotes, y como
parte del proceso de destierro, fue llevaba a una embarcación que la sacaría
del área. Contrario a lo esperado, Juana Bautista desembarcó en el puerto de
Río del hacha (Riohacha) para continuar con el oficio de
hechicera/curandera/partera, que le había dado sustento por tantos años. Su
suerte no duró mucho, ya que la muerte de un infante durante un parto, llevó a
que fuera acusada nuevamente en 1649. Al ser ingresada a la cárcel
inquisitorial, Juana enferma y muere antes de concluir el proceso.32
Uno de los casos que más llama la atención
fue el de Isabel Noble. Esta mujer había llegado junto a su esposo desde su
natal Portugal.[32]
Ellos, al igual que miles más, emigraron buscando riquezas, prosperidad y
bienestar en el Nuevo Mundo. No obstante, esto para muchos era únicamente una
quimera, ya que las Indias eran un lugar inhóspito, lleno de peligros, donde cada
colonizador debía asumir una serie de riesgos para lograr las ganancias
deseadas, que en muchas ocasiones nunca se daban.
El caso de Isabel fue uno lamentable. Su
esposo, viéndola como una carga, decide seguir un rumbo aparte, dejándola
prácticamente en la soledad y la pobreza en Cartagena de Indias. Su excusa,
irse al Perú buscando riqueza y con la promesa de que algún día le mandaría a
buscar o regresaría lleno de joyas y oro que disfrutaría con su amada esposa.[33]
La realidad fue otra, Isabel se había quedado sola, sin nadie a quien recorrer,
desamparada y desesperada. Con cuarenta y ocho años de edad no tenía muchas
opciones para sobrevivir en un ambiente lleno de crueldades y sinsabores. Su
única opción era buscar un oficio donde pudiera ser reconocida, valorada y que
le diera un ingreso recurrente con el que pudiera vivir bien.
En un principio pudo establecer una gran
clientela, quienes le solicitaban todo tipo de conjuros y brebajes dirigidos a
solucionar los problemas y males del amor. Se especializó en la invocación de
palabras de consagración; el uso de diversos elementos tales como el agua, sal
y habas, entre otros; la realización de casamientos; y el hacer regresar
maridos perdidos.[34]
Nos suena curioso esta última, conociendo que ella misma tenía a su esposo en
tierras lejanas y sin conocer su paradero. Pero debemos recordar, que dentro de
estas creencias se dice que quienes tienen dones mágicos no los pueden utilizar
a su favor, el hacerlo los autodestruiría.
Sin embargo, no todo le salió bien.
Algunas de sus clientas no quedaron satisfechas y llevaron sus quejas al
inquisidor, quien rápidamente la mandó a encarcelar. En su juicio se
presentaron dieciocho testigos todas alegando la diversidad de hechizos que la
acusada utilizaba. Su condena fue ser expuesta a vergüenza pública y destierro
de las Indias, en otras palabras debía regresar a Portugal. A su beneficio, la
Corte Suprema Inquisitorial en Madrid revoca el destierro, por lo cual puede
mantenerse en la región.[35]
Sin dinero y si mucha salida, Isabel
retoma su antiguo oficio sabiendo que una segunda sentencia la podría llevar a
la hoguera. Es por esto que en esta ocasión trata de permanecer en el
anonimato, acción que también la lleva a cambiar sus métodos de operación, ya
que comienza a invocar diversos demonios, entre ellos a Satanás, Barrabás y al
Caifás.[36]
En el 1622 es llevada a juicio gracias a la testificación de tres mujeres que
sintieron que sus pedidos no fueron atendidos satisfactoriamente. Los
inquisidores reprendieron gravemente a la portuguesa, la condenaron a 100
azotes y fue desterrada de manera perpetua e irrevocable de Cartagena de
Indias.[37]
Al igual que ellas, muchas mujeres
mantuvieron cierto poder sobre otras y otros por el mero hecho de tener un
conocimiento que para algunos era secreto, oculto y malvado. No solamente se
manifestaba en las castas, sino que en la élite dominante se dieron las
desviaciones de fe relacionadas al conocimiento mágico. En fin, hasta
gobernadores, obispos e inquisidores se consultaban con algunas de estas
mujeres.[38]
[1]
El autor obtuvo un Ph.D. en Historia de América de la Universidad Interamericana
en 2014, trabaja como maestro de escuela superior en el Departamento de
Educación de PR.
[2] La Inquisición española
como institución aunque presente en las Indias desde 1519 (siendo Alonso Manso,
obispo de Puerto Rico, su primer inquisidor), no se institucionaliza en el
Caribe de manera oficial hasta la formación de un Tribunal regional en 1610,
ubicado en la ciudad portuaria de Cartagena de Indias. Anterior a esta fecha,
se habían constituido dos tribunales oficiales en Lima (1570) y México (1571).
[3] Véase a Anderson, Bonnie
S. y Judith P. Zinsser: Historia de las
mujeres: Una historia propia [1988],
trad. Teresa Camprodon y Beatriz Villacañas, Madrid, Crítica, 2009,
págs. 25-27.
[4] Sobre la mitología taína
recomendamos a Pané, Ramón: Relación de Fray
Ramón acerca de las antigüedades de los indios, edición digital de
Wisconsin University en
digicoll.library.wisc.edu/cgi-bin/IbrAmerTxtidx?type=header&id=IbrAmerTxt.Spa0006,
consultado el 27 de diciembre de 2014.
[5] Crespo Vargas, Pablo L.: El demonismo en el Caribe hispano: Primera
mitad del siglo XVII, Lajas, Akelarre, 2014, pág. 109.
[6] Eliade, Mircea: Historia de las creencias e ideas religiosas
I: De la edad de piedra a los misterios de Eleusis [1977] Barcelona,
Paidos, 1999, pág. 15.
[7] Anderson, Bonnie S. y
Judith P. Zinsser: Historia de las
mujeres…, pág. 27.
[8] Sobre el miedo del hombre
hacia la mujer como razón para este subyugarla véase a Castellano De Zubiría,
Susana: Diosas, brujas y vampiresas: El
miedo visceral del hombre a las mujeres, Bogotá, Norma, 2009, págs. 19-25,
29-37; y a Colorado López, Marta, Liliana Arango Palacio y Sofía Fernández
Fuente: Mujer y feminidad en el
psicoanálisis y el feminismo, Medellín, Imprenta Gubernamental de
Antioquía, 1998, págs. 26-27, 98, 128 y 140.
[9] Sobre las teorías del
psicoanálisis véase a Freud, Sigmund: Teorías
sexuales infantiles, 1908, 11 págs., en
http://www.biblioteca.org.ar/libros/211796.pdf, consultado el 28 de diciembre
de 2014; y a Anderson, Bonnie S. y Judith P. Zinsser: Historia de las mujeres…, págs. 34-35, donde se presenta un resumen
de estas teorías.
[10] En los grupos neopaganos
se difunde que sociedades como las célticas, las bretonas, galas y germanas
antiguas la mujer cumplían con este tipo de función.
[11] Eliade, Mircea: Historia de las creencias…, pág. 66-70.
[12] Véase a Murray, Margaret: The Witch-Cult in Western Europe [1921], New York, Barnes &
Noble Books, 1996. Hoy día la teoría de Margaret Murray ha sido
criticada grandemente aunque existen sus adeptos y defensores tales como
Michael Harrison, The Roots of Witchcraft,
Secaucus, NJ, Citadel Press, 1974.
[13] Véase a Rusell, Jeffrey Burton: Exposing Myths about Christianity,
Downers Grove, Illinois, IVP Books, 2012, pág.
[14] . El autor es el
principal estudioso estadounidense sobre la historia del demonismo.
[15] Véase también a Anderson,
Bonnie S. y Judith P. Zinsser: Historia
de las mujeres…, págs. 42-43. Se señalan varios pasajes bíblicos donde se
enfatiza que la mujer siempre debe estar acorde a las necesidades de los
protagonistas de la historia, los hombres.
[16] González Gutiérrez,
Patricia: “Maternidad, aborto y ciudadanía femenina en la antigüedad”, El futuro del pasado, núm. 2, 2011, pág.
430.
[17] Anderson, Bonnie S. y
Judith P. Zinsser: Historia de las
mujeres…, págs. 43-45.
[18] Russell, Jeffrey Burton: A History of Witchcraft: Sorcerers, Heretics & Pagans, 2da ed.
aumentada, New York, Thames & Hudson, pág. 116.
[19] Sobre las luchas de
igualdad de género en la modernidad refiérase a: Guzmán, Virginia y Claudia
Bonán: “Feminismo y modernidad”, Debate
Feminista, México, vol. 35, abril 2007, págs. 257-274; Postigo Asenjo,
Marta: “Feminismo y modernidad”, Thémata:
Revista de Filosofía (Debate sobre las antropologías), Universidad de
Sevilla, núm. 35, 2005, págs. 727-732; Guirao Mirón, Cristina: “Modernidad y
postmodernidad en el feminismo contemporáneo”, Feminismo, Universidad de Alicante, núm. 15, junio 2010, págs.
221-234.
[20] Anderson, Bonnie S. y
Judith P. Zinsser: Historia de las
mujeres…, págs. 11-12.
[21] Crespo Vargas, Pablo L.: El demonismo…, págs. 139-140.
[22] La Inquisición española
como institución político-eclesiástica tenía que intervenir con cualquier
desviación a la fe oficial. Sin embargo, se concentraban en las creencias que
más perjudicaban la posición estatal, tales como los judaizantes, los islámicos
y protestantes. Fuera de estas causas, la blasfemia, los reniegos, las
supersticiones y otras herejías eran vistas como crímenes menores. Las
creencias mágicas eran parte de las supersticiones y como delito menos grave,
la Inquisición no se ocupó de ellas de la misma forma que ocurrió en los
territorios alemanes, franceses, suizos e ingleses.
[23] Crespo Vargas, Pablo L.: El demonismo…, Anejo III, pág. 232.
[24] Sobre la historia de las
parteras véase a García Martínez, Manuel J.: “Historia del arte de los partos
en el ámbito familiar”, Cultura de los
cuidados, Universidad de Alicante, año XII, núm. 24, 2008, págs. 40-47.
[25] El título de reina de
brujas era otorgado a la bruja de mayor rango jerárquico. En otras palabras,
era considerada la mano derecha del demonio y tenía a su cargo la organización
y dirección de los aquelarres.
[26]
Archivo Histórico Nacional en Madrid (AHN), Inquisición (Inq.), Libro (L.)
1020, fols. 403-403v., 437v., 470v. 26 Sobre el desarrollo de la
Habana refiérase a Macías Domínguez, Isabelo: Cuba en la primera mitad del siglo XVII, Sevilla, CSIC, 1978, págs.
15-23.
[27] Para una visión más clara
sobre la hechicería habanera véase a Crespo Vargas, Pablo L.: El demonismo…, págs. 162-169.
[28] Crespo Vargas, Pablo L.: La Inquisición española y las supersticiones
en el Caribe hispano, siglo XVII, 2da ed.
revisada, Lajas, Akelarre, 2013, pág. 201.
[29] AHN, Inq., L. 1021, fols.
110-110v.
[30] Un factor recurrente para
que una hechicera fuera delatada era que sus conjuros no habían funcionado
según se esperaba.
[31] AHN, Inq., L. 1021, fols.
92-92v., 93v., 98, 100v.-101, 102, 11-117v. y 123v.-124. 32 Ibíd., fols. 238v.-239.
[32] Ibíd., L. 1020, fol. 15.
[33] Ibíd.
[34] Ibíd., fols. 45-45v.
[35]
Ibíd.
[36] Curiosamente, algunos de
los nombres utilizados para referirse a los demonios eran sacados de personajes
que eran considerados negativos en el proceso de desarrollo del cristianismo.
[37] AHN, Inq., L. 1020, fols. 230v.-232v.
[38] El caso más famoso fue el
de la negra Paula de Eguiluz, quien era consultada por la alta jerarquía
cartaginense.
Limary Ruiz Aponte
Entre el Amor libre y la maternidad científica:
Madeline Vernet en el drama “Influencias de las
ideas modernas” y el relato “Amor libre”
de Luisa Capetillo
Pues a pesar de toda esta
franqueza, no he sido comprendida, y además, calumniada y mal
interpretada.
Luisa
Capetillo
Je n’ignore point
qu’à la première
lecture, ma théorie sur l’amour
va paraître à
beaucoup de personnes tout à fait immorale.
Certaines
d’entre elles
y verront la consécration de la débauche, la légitimité du
libertinage, l’excuse de tous
les dérèglements
Madeline
Vernet Hablar
sobre Luisa Capetillo nos antepone ante una revisión histórica de Puerto Rico,
de sus luchas y sus conflictos en cuanto a los ideales de una sociedad. En esta
ponencia deseamos estudiar la obra de Capetillo desde un análisis comparativo
sobre las ideas de Amor libre propuesto por Madeline Vernet
en el drama
“Influencias de las
ideas modernas” y
el relato corto
“Amor libre” ambos
publicados en 1916
en su libro Influencias de las ideas modernas[1].
Para hacer este acercamiento
ofreceremos una introducción con los datos de la vida de la autora y luego
contextualizaremos su lucha en el discurso e historia puertorriqueña. Para
concluir con el estudio de la obras,
enfocándonos primero en las ideas de Amor libre que Capetillo asume de Vernet y
que encontramos en los textos y luego
hablar del rol de la maternidad que Capetillo refleja en ellos.
Luisa y los pantalones
Luisa
Capetillo nació el 28 de octubre de 1879
en Aguadilla, Puerto Rico. Hija de la emigrante francesa Margarita
Perón y el español Luis Capetillo,
quienes nunca se casaron. Su madre tuvo un rol vital en su desarrollo
intelectual. Norma Valle Ferrer, en Luisa
Capetillo: historia de una mujer proscrita (1990), describe la relación de
ambas, en especial señala la importancia de las ideas románticas que esta le
transmitió a su hija desde Francia (13). De hecho también nos cuenta cómo ambos
padres se preocuparon por la educación de Luisa en un tiempo en el cual la
mujer no tenía la oportunidad de hacerlo[2].
Así obtuvo sus primeras lecciones de lectura, escritura y aritmética de su
padre y luego fue a la escuela privada de Doña María Sierra Soler (45),
Un hecho
sobresaliente y necesario recordar es que Capetillo fue autodidacta toda su vida. Leyó textos
románticos, naturalistas y anarquistas. Junto con esas lecturas y sus experiencias
se convirtió en una de las primeras defensoras de los derechos de los
trabajadores y de la mujer en Puerto Rico. Luchó junto con los sindicalistas
para mejorar las condiciones laborales. Trabajó como lectora en las fábricas de
tabaco en Estados Unidos y Puerto Rico. Fue defensora del vegetarianismo, del
espiritismo, de la educación y del anarquismo. En 1909 participó de la Cruzada
Ideal, movilización de diferentes grupos de trabajadores bajo la
Federación Libre de Trabajadores (FLT) para agitar y
hacer propaganda en favor sindical (Valle 69) En 1911 publicó el libro Mi opinión sobre las libertades, derechos y
deberes de la mujer[3],
el cual es considerado la primera tesis feminista del país y el más importante
de feminismo de Puerto Rico. Según afirma Félix V. Matos Rodríguez, este es uno
de los primeros textos feministas de toda América y el Caribe[4]. (MO xix) En 1912 viajó a Tampa y allí
colaboró con los tabacaleros y líderes obreros cubanos, italianos, y
afroamericanos y allí trabajó como lectora.
Fue en Tampa que en 1913 rescribió Mi opinión. Luisa Capetillo viajó en
1915 a Cuba, y es en La Habana donde ocurre uno de los incidentes
que la ha llevado al imaginario popular como la mujer que fue arrestada por
llevar pantalones ya que fue considerado un escándalo público.
Un año después
del incidente, en 1916 publica Influencias
de las ideas modernas. Luego a inicios de la década del ‘20 se muda a Nueva
York y establece una casa de hospedaje en la cual sirve comida vegetariana. En
su vida personal tuvo tres hijos. Su hijo menor fue el que la acompañó hasta la
muerte. Capetillo no pudo criar a sus dos hijos mayores, pues la familia
paterna pensaba que ella era una mala influencia. Murió el 10 de abril de 1921
en Río Piedras,
Puerto Rico de tuberculosis y a su
entierro asistieron muchos de sus compañeros de lucha.
Contexto histórico: Luisa Capetillo y Puerto Rico
En 1898 tras
la Guerra Hispanoamericana5
Puerto Rico pasa como botín de guerra a los Estados Unidos. Esto trajo
grande cambios estructurales, políticos
y sociales. También trastocó el sistema
económico, el cual cambió de una economía mercantilista a una
industrial dominada por dueños norteamericanos en el extranjero. A principios del siglo XX la condición del
obrero en Puerto Rico era decadente6, no obstante, se levantaron y
organizaron movimientos obreros. En 1899 se fundó la Federación Libre de
Trabajadores (FLT) cuya iniciativa sirvió de
propulsora al Partido Socialista Puertorriqueño el cual fue fundado en
1915. La lucha sindicalista estaba
principalmente dominada por hombres, pero la mujer conformaba parte
activa del movimiento y Luisa fue una de sus líderes destacadas. Según se
apunta en el artículo de Milagros
Rodríguez “Algo
más que pantalones:
Un acercamiento a
Luisa Capetillo”, citando a Ángel
Quintero:
Para 1899, según cita Quintero Rivera, en la
industria del tabaco solo encontramos 60 mujeres, el 1.6% del empleo total en
la industria, pero para 1920 ya habían 8,766, lo cual representaba un 52.9% del
empleo total. (5)
Por otra parte fuera del campo laboral, el orden
intelectual de la época puertorriqueña estaba dirigido por varones que
promovían un discurso nacional en contra de la invasión americana.
Como apunta
Julio Ramos en Amor y anarquía: Los escritos de Luisa Capetillo[5] (1992) tanto la escritura como la
lectura eran medios empleados por los intelectuales
universitarios, lo cual estaba muy lejos de la realidad obrera. De hecho, cita
el Censo de 1899, en el cual el 77% de la población era analfabeta (14). Esta realidad divide a Puerto Rico en una
minoría letrada, de la cual Luisa
Capetillo, como mujer, sindicalista, anarquista no era parte, pero se integra.
Dicha integración desde el margen la
hace desde un llamado
universalista, en el cual se une a las
voces ilustradas europeas, las luchas anarquistas y feministas a nivel mundial,
mientras evita los nacionalismos. Como apuntan el mismo Ramos y también Norma Valle Ferrer, Luisa entra a este mundo
por la educación recibida en su hogar y por su educación autodidacta. Veamos la
acertada cita que recoge Valle Ferrer de
Luisa, tomada de Influencias de las ideas
modernas:
Yo hablo de todo con perfecta comprensión de lo que
digo, con una profunda intuición que me orienta; pero nada he podido estudiar
de acuerdo con los preceptos de los colegios, cátedras o aulas de enseñanza
superior. Hoy me he presentado como propagandista, periodista y escritora, sin
más recomendación que la mía, ni más ayuda que mi propio esfuerzo, importándome
poco la crítica de los que han podido cursar un completo estudio general. (Valle
18)
Así Luisa, autodidacta, escribe para lograr su ideal,
el cual no veía como imposible, pues para ella era la restitución del orden
natural. En sus escritos, de estilos eclécticos- encontramos cartas, obras de
teatro, relatos, ensayos- el anarquismo y la expresión sentimental dada por el
Amor libre se proyecta como el logro de una humanidad saludable, igualitaria y
productiva. Todo esto conseguido por la educación, pues para Luisa la educación
era el motor que ocasionaría el cambio. Dicha educación no era solo académica,
sino que incluía el conocimiento del cuerpo, de la buena alimentación y
ejercicios, pues creía en una educación integral.
En relación a las luchas de la mujer y sus
derechos a la educación a nivel intelectual en Puerto Rico, a finales de siglo
ya habían sido difundidas las ideas de Eugenio María de Hostos en su ensayo la “Educación
científica de la mujer” (1873). Hostos
creía que la educación era la clave para la liberación de la isla y así
concretizar su proyecto la Confederación de las Antillas[6].
Para lograr esto proponía la educación de la mujer. Educación que ésta debía
recibir de los hombres y para que de esa
forma, y consecuentemente, pudiera educar a sus hijos:
El hombre que educa a una mujer, ése vivirá en la
plenitud de su ser, y hay en el mundo algunos hombres que saben vivir su vida
entera; pero ellos no son el mundo, y el infinito número de crímenes, de
atrocidades, de infracciones de toda ley que en toda hora se cometen en todos
los ámbitos del mundo, están clamando contra las pasiones bestiales que la
ignorancia de la mujer alienta en todas partes, contra los intereses infernales
que una mujer educada moderaría en el corazón de cada hijo, de cada esposo, de
cada padre. (Hostos 1)
Si bien Hostos es uno de nuestros adelantados en
materia de lucha en favor de la educación de la mujer, Luisa, precisamente como
mujer, va mas allá y va a señalar la importancia de la educación de la mujer no
solo para su prole, sino para su rol fundamental como ser integral de la
sociedad, fuera de los patrones de la familia nacional tradicional y la veía
como una de igualdad para todos. Señala Félix Matos en la introducción a la
edición bilingüe de Mi opinión sobre las libertades derechos y deberes de la mujer[7]
de Luisa Capetillo (2004):
What was
innovative in Capetillo’s
discourse was that
the education for
which she was advocating
could not be just any type of education wisdom and thus ingrained in woman the
values of exercise, hygiene, nutrition, sexuality, health, honesty, and true
love. She also wanted and education for women of all social classes, not just
for privileged elite. (xxxix)
En el Puerto Rico contemporáneo junto a las luchas
sindicalistas y feministas de Luisa
estaba el movimiento sufragista liderado por Ana Roqué de Duprey. Sin
embargo, Luisa se distanció, pues creía en oportunidades para todas las mujeres
en igualdad y el movimiento sufragista
privilegiaba a la clase burguesa. Nos dice Valle Ferrer:
Mientras en el 1917, Isabel Andreu de Aguilar,
Mercedes Solá y Ana Roqué de Duprey, entre otras, organizaban la Liga Femínea
Puertorriqueña[8],
para luchar por el sufragio, Luisa Capetillo está dirigiendo la huelga agrícola
de Patillas, y escribiendo para los periódicos obreros (82)
En este contexto puertorriqueño en el noroeste de la isla y en medio de las luchas
escribe Luisa Capetillo sus ideas anárquicas y socialistas. Esta mujer abogaba
no solo por una educación para la mujer sino también por la gobernanza del propio
cuerpo y del disfrute de la mujer de su sexualidad, entendiéndola como un deseo
natural humano y que no era reservado solo para el hombre.
En este
contexto Luisa Capetillo se inserta en la historias de los pensadores y pensadoras anarquistas de la época. Un hecho
que es necesario recordar, y que ya mencionamos, para entender la vida de esta
luchadora puertorriqueña, es que ella trabajó tanto en Puerto Rico como en
Tampa como lectora. En las fábricas leía a los obreros los textos de los
pensadores anarquistas como Bakunin y Malatesta. También leía a Tolstoy y Zola. Entre otras de sus grandes influencias se
encuentra la pensadora y escritora anarquista Madeleine Vernet
La influencia
de la pensadora francesa ha sido reconocida por los estudiosos de Capetillo, entre ellos Valle Ferrer, quien
dice que fue de ésta de quien Luisa
obtuvo su mayor influjo sobre el amor libre.
De hecho, esto se puede ver en la transcripción que Capetillo hace en su
libro Mi opinión del texto
“Amor libre” de
Vernet. Este fue publicado
en 1907 en Francia y
Capetillo lo transcribe de una
Revista de Barcelona. En el mismo libro aparece el texto
“Impresiones
de viaje Julio
1909[9]”, en cual Capetillo hace alusión a la Cruzada de la Federación,
comenta:
Empecé a tratar
la cuestión sexual
bajo el punto
de vista de
“Amor libre”, como
lo explica Magdalena Vernet, y no
hay una mujer, por mística y pudorosa que se haga, que al leer esa explicación
no la encuentre razonable y prudente; pero el obstáculo que han establecido las
fórmulas sociales, la hacen enmudecer. (309)
Este hecho, nos sigue confirmando su universalismo y
sus ideas fuera del discurso nacional de la isla. Defender el Amor libre
provocó escándalo además de sufrir acoso
sexual por parte sus compañeros varones[10].
Valle Ferrer nos dice acerca de la relación de ideas de ambas pensadores y
educadoras anarquistas:
Para la Vernet, el matrimonio, el amor y el deseo son
tres factores diferentes. El matrimonio es una conveniencia social, una
entintas carcelaria, una prostitución del amor. El amor es apasionamiento, la
unión de la emoción con el intelecto; mientras que el deseo es una mera
necesidad carnal. Vernet y por ende la Capetillo, aboga por que se instruya a
la mujer sobre su sexualidad para que pueda recocer en forma natural lo que es
el deseo, y lo que es el amor y pueda satisfacer ambas necesidades… abogan por
que la mujer no se vea obligada a subordinar su sexualidad a la del hombre, y
porque en cambio se sienta libre para manifestar sus inquietudes. (79)
En el texto de Vernet, ciertamente apunta lo señalado
por Valle Ferrer, pero lo que se nos hace muy interesante es cómo Capetillo lo
aplica a sus textos de manera didáctica y en el contexto puertorriqueño. Como
indicamos, en este trabajo nos detendremos en dichas influencias en la obra
dramática más conocida y estudiada[11]
“Influencias de las ideas Modernas” y en un relato corto “Amor libre”
ambos publicados en su libro
de 1916 Influencias
de las ideas modernas. Si bien es
cierto, que la defensa del Amor libre también se encuentra en la figura
emblemática del anarquismo feminista estadounidense Emma Goldman, con su famoso
ensayo “Matrimonio y amor libre” publicado en 1910, no creemos que
Capetillo haya recibido gran influencia de esta a ese tiempo. Luisa, aunque quiere un distanciamiento del
mundo académico, sus textos están llenos de citas, de títulos y lecturas para
evidenciar su conocimiento y sus fuentes y por eso se nos hace sospecho que no
mencione a Goldman en sus textos. No
obstante, no descartamos que la haya leído o que estuviera al tanto de su
figura, pues por sus viajes tanto a
Nueva York y Florida y al contacto con
grupos anarquistas pudo haberla leído. Sin embargo, su mayor argumento del Amor libre sigue muy
de cerca lo planteado por Vernet y como ella misma nos
dijera, esa era su fuente.
Cristina Guzzo
en su estudio comparativo de la obra de Luisa Capetillo y Salvadora Medina Onrubia[12]
menciona la diferencia entre la maternidad defendida entre las sajonas
anarquistas y las hispanoamericanas que no la
rechazaban. Entonces, por lo expuesto estamos de acuerdo con Guzzo,
Valle Ferrer y Matos Rodríguez.[13] Por otro lado las publicaciones de estos
textos y el año que fueron escritos difieren del año de publicación. El drama fue escrito en 1907[14],
antes que los textos de Goldman, mientras por otra parte el relato corto “Amor
libre” fue escrito en 1913. Por tanto, creemos que debió haber estado muy
influenciado por la reedición que hizo Capetillo en el mismo año de Mi opinión sobre las libertades, derechos y
deberes de la mujer en el cual se encuentra el texto de Vernet.
No obstante
nuestro interés en esta investigación no es
probar si Luisa tuvo influencia
de Goldman, sino que deseamos detenernos en la influencia de Vernet la cual
encontramos textualmente en relación a las ideas del Amor libre.
Vernet y Capetillo en influencias
El texto que
transcribió Capetillo para Mi opinión,
según dice, fue traducido y editado por
la agrupación “Nueva
Vida” de Barcelona (Mi opinión 171)[15].
En este, Madeleine, “Magdalena” como la llama Luisa, habla sobre la diferencia
entre el matrimonio y el amor; afirma que
el matrimonio sin amor es prostitución:
“Que no se confunda el
amor con el
matrimonio. El matrimonio
es una conveniencia
social; el amor es una ley natural. El matrimonio es un contrato; el amor es un besar. El
matrimonio es una cárcel; el amor es un apasionamiento. El matrimonio es la
prostitución del amor”. (172)
Así el amor es regla natural, idea
que Capetillo va a abogar en sus textos. En el drama
Influencias de
las ideas modernas, encontramos a Angelina, hija de un hacendado, que
quiere que su padre, Don Carlos, le ceda la tierra a sus trabajadores y
proscriba el sistema feudal que tiene. Este cede a las peticiones de sus
empleados convencido por su hija. Carlos, un joven líder sindicalista, al compartir palabras intelectuales le confiesa
su amor y ella hace lo mismo. Fuera de toda idea de utopía[16]
que no exploraremos, pues para Luisa como señalan sus críticos era todo posible
con la educación, se crea una sociedad anárquica exitosa. En este drama encontramos la idea del amor
natural de Vernet ejemplificados por la voz de la pareja de uno de los
trabajadores: Rosalina: ¿Qué les parece a ustedes? Si las generaciones pasadas
pudieran enterarse de un matrimonio sin dios, sin amo, sin rey y sin cura.
Asombrados quedarían.
Carlos: En las primeras etapas de la humana especie,
no usaban entre ellos ningún rito, se unían entre ellos libremente, después del
cristianismo quedó el matrimonio constituido
Rosalina: Naturalmente así debió de continuar, un
hombre y una mujer tienen perfectísimo derecho de unirse libremente si se aman
mutuamente, sin engaños
Carlos: No cabe el engaño donde hay libertad, pues si
se han equivocado respecto a su carácter, libremente vuelven a separarse
Rosalina: Comprendo, pero quiero decir que se amen,
que no sea simplemente el deseo que los una.
Aquí Capetillo utiliza las categorías y diferencias
que Vernet establece entre el matrimonio, el deseo y el amor, dice la pensadora
francesa:
El matrimonio, el amor y el deseo son tres cosas
distintas. El matrimonio es la cadena que tiene al hombre y a la mujer
prisioneros el uno del otro. El amor es la unión integral de las dos. El deseo
es el capricho de dos sensualidades. Yo dejo el matrimonio, del cual soy
adversaria, para venir a la cuestión del amor libre. Yo digo que el amor debe
ser absolutamente libre, tanto para la mujer como para el hombre y todavía añado: el amor no puede
verdaderamente existir mas que en la condición de ser verdaderamente libre.
(IFI 180)
Luisa Capetillo en el drama para
representar la unión de Carlos y
Angelina escribe:
Carlos: (Toma a Angelina de la mano.) Desde hoy nos
unimos nuestra existencia , hasta que el destino quiera; el día que no me ames,
que estés hastiada de mi, tienes perfectísimo derecho de irte a donde te plazca
(Angelina se arroja en sus brazos.)
Angelina: Seré feliz mientras me ames, cuando vea en
ti indiferencia o desvió me alejaré sin dejar de ser tu amiga. (IIM 213)
En el
relato corto “Amor
libre” aparecen Elena y Andrés,
quienes se encuentran en una calle y aunque se indica que ya se conocen, es
allí, él desde el carro y ella en la acera, en dónde hay una propuesta de parte
de él para vivir juntos:
Ella -tú quieres decir que mientras
nos gustemos,
Él- desde luego cuando no te guste
más, te vas.
(IIM 255)
Mientras ocurre esto, dos hombres en la calle los
observan y discuten sobre la moralidad de Elena. Hay uno que sirve de voz de
defensa, mientras el otro la acusa de inmoral. De hecho hablan sobre la
inmoralidad del goce sexual de la mujer.
Recordemos que Vernet defiende que todos los seres humanos tienen deseo
sexual y que eso es natural de todos los sexos vs. la inmoralidad real que son los matrimonios sin
amor (MO 186).
En este relato
corto, que mezcla diálogos extensos, lo que lo acerca al formato de una obra
teatral[17],
Luisa defiende el Amor libre y también demuestra lo injusto del requerimiento
de la virginidad para las mujeres, mientras el hombre no se conserva para ella.
En el primer texto de
Mi
opinión Luisa escribe:
Yo opino que el hombre no debe pertenecer a ninguna
mujer antes de su completo desarrollo y llegado este debe escoger la que
realmente ame con toda su alma y hacerla su mujer y crear familia […] hombre y
mujer se pertenecen vírgenes, y así no hay temores de prostitución ni
adulterios (167)
En el relato “Amor libre”
argumentan las voces:
Uno- ellos no, pero yo que deseaba
esa mujer, después de haber ido con otro
El otro- ¿y nosotros podemos ir con cualquiera y
donde quiera y ella no?
Al final del relato el deseo entre Elena y Andrés, se
convierte en amor y se muestra el resultado en los hijos y la relación estable
de la pareja.
“Maternidad científica”: Evidencias de amor
Para Luisa
Capetillo, en sus textos, la maternidad
se convierte en logro máximo de esa
libertad, el amor. Amar sin instituciones que los cobijen. En el artículo “Matrimonio y
amor” de Goldman
la maternidad se proyecta más como una elección[18].
En Capetillo, sin embargo, hay una necesidad de la maternidad como
concretización del sentimiento. La elección ella la pone en el momento de escoger
o sentir al verdadero hombre. Digo hombre pues para Capetillo el ideal del Amor
libre era la pareja heterosexual. De hecho, la masturbación y las relaciones
sexuales entre los mismos sexos las encuentra antinatural y como una
perversión:
[… ] y
de este modo
se atreven a
hablar de moralidad,
una sociedad que
encuentra inmoral que la novia
huya con su amante y viva con él y creen una familia, y no se espanta de que
ambos sexos cometan actos contra lo natural atrofiando el cerebro y la belleza y pervirtiendo el acto de más
importancia para los humanos: la procreación. Demostrando que tales desvaríos
criminales se cometen por ignorancia de ellos,
e imprudencia de los padres, sus brazos como ordena la ley natural; se
entreguen a la masturbación o al delito
contra natura del mismo sexo. Y las damas o señoras que lo saben, tampoco
protestan cuando se verifica en el sexo contrario. (MO 162)
En este sentido podríamos afirmar que su libertad
también estaba atada mucho a los preceptos paternalistas y religiosos de la
época. Es que Capetillo creía que lo
natural era el amor heterosexual y que todo lo demás, como vimos en la
cita, se evitaría con la educación sin
falsas morales. Por eso, para Luisa su ideal era lograr la maternidad, como ese
fuerte creador de amor, de hijos saludables instruidos en la libertad. Este
pensamiento a pesar que para los ojos del siglo XXI es problemático, para el
contexto de la época, en especial en Puerto Rico en donde las mujeres
comenzaban a trabajar, el catolicismo se defendía con vehemencia y hasta las
sufragistas pedían votos elitistas; era un pensamiento adelantado. La mujer
practicante del Amor libre de Capetillo,
filtrado por Vernet, consecuentemente sería madre, pero en la lógica de Luisa
una madre libre, pues la mujer
sexualmente iba a escoger al hombre que desease, que amase, que la respetase, y
que tuviese sus mismos ideales.
En relación a
los textos que deseamos establecer, el amor libre en ambos se presenta como la
capacidad de la elección y correspondencia de ambos sin presencias religiosas
ni políticas. La educación como herramienta emancipadora les proveía a los
amantes la capacidad de entenderse y amarse. Aunque sus amores son de un
encuentro, es por medio del descubrimiento de la voluntad y la no retención de
ambos que se forma. En el caso del drama “Influencias de las ideas modernas”, Capetillo, al segundo encuentro de sus
amantes se declara su amor. Sin embargo, siempre ante la posibilidad del
dejarse, ya que si el otro no se siente a gusto se podrá ir. El amor se
concretiza en la obra y se expone como el logro de la libertad y los hijos como
la futura evidencia:
Bellas niñas que me habéis
escuchado, si queréis ser madres de generación consiente, y ser libres, no
hagáis contratos en el registro civil, ni en los templos, porque eso es una
venta y la venta es prostitución. El amor debe ser libre, como la brisa que
respiráis, como las flores que abren sus corolas para recibir el polen
fecundante y brindar al aire su perfume,
así debéis brindar vuestro amor y prepararos a hacer hijos por amor. (IIM 214) En este sentido, el amor encuentra en los hijos la concretización y
manifestación física del mismo. Esta idea se expone claramente en el relato:
Cuentan que pasó algún tiempo y Elena no volvió sola
a la ciudad; volvía con un precioso niño a ver a su familia, que habían querido
recriminarla, pero ella decía, soy libre y soy feliz, sino quiere que vuelva a
veros no volveré, pero no quiero otra garantía que el amor. Algunos años después,
tuvieron ocasión los dos curiosos de ir a cazar y la sorprendieron lactando a
un niño, y con dos más que jugaba a su
lado, una niña y un niño. El amor había hecho milagros, había convertido a dos
en cinco. El milagro de los panes y los peces, se habían multiplicado siguiendo
el consejo del autor de los milagros. La reproducción es el misterio más
hermoso y encantador de la creación, sembrad un grano de maíz y tendrás miles, dad un beso y
sonarán dos, producid un sonido y el eco os devolverá otro. Uníos dos y os
convertiréis en tres, cuatro ( IIM 257-58)
La maternidad en este vuelve a ser centro y motivo de
ese amor. Los hijos sanos sirven de evidencia científica del resultado de esa
unión. Luisa era lectora voraz de Zola, padre del naturalismo, de hecho en el
drama IIM Luisa lo menciona como una de las lecturas de su protagonista: “Angelina:
He leído a Malato, Matesta, Tolstoy, Zola. De modo que he comprendido muchas
cosas que no podía comprender
antes” (IIM 197) Así, las ideas
positivistas también que le fueron transmitidas sirven para la elaboración de
sus ideas. Para ella, lo natural era el amor y de ese amor, como vimos con la
cita, la reproducción es su
consecuencia. Por tanto, los hijos son la evidencia científica del buen amor-
ergo libertad- para Luisa y sus argumentos giran alrededor de esto. De hecho ya
desde la primera publicación de Mi
opinión en la cual relata cómo fue rechazada por sus panfletos de Amor
libre basados en Vernet, Luisa expresa:
Si el acto de procreación no estuviera confundido
como un placer en vez de una necesidad reglamentada por la ciencia y el estudio
y el dominio de la voluntad, seguramente no habría tantos locos, idiotas,
contrahechos, criminales y lujuriosos.
(MO 310)
Esta cita nos conecta con las ideas de Vernet y el
desarrollo de lo que hemos llamado esa “maternidad
científica” de Capetillo. En la época, la necesidad sexual
de la mujer no era considerada, por eso no era discutida. Luisa sigue a Vernet
y también la propone como ciencia
comprobable. Al mismo tiempo ambas piden dejar los estigmas de las
inmoralidades. Por eso en el relato estudiado,
uno de los hombres le dice que si ellos tienen deseo también las mujeres
deben tenerlo. Por tanto, en la fórmula
de Capetillo y su interpretación de Vernet es: si se ama se desea, entonces se
escoge al hombre adecuado y por tanto la maternidad es también deseada y sirve
como evidencia, fruto de ese amor, que solo es posible en la libertad.
Algunas conclusiones
Creemos que
Capetillo proyecta el Amor libre como una solución radical para el Caribe, con
influencias europeas como la de Vernet. Rompe así con los deseos nacionalistas
de la época y expande la visión de Puerto Rico. También entendemos que la
maternidad de Luisa es una científica, una evidencia de la corrección de sus
ideas y en fin último la posibilidad de
tener una sociedad criada en los postulados de la libertad, la moral y el orden
natural. Si bien entendemos que desde el siglo XXI su posición en relación a
los homosexuales, la masturbación y hasta la misma idea de que tenga que haber
una maternidad para completar el amor son retrógradas, se nos presentan en su
época como ideas de adelantadas. En su
tiempo, insistimos, era y fue un escándalo la aceptación de una unión sin matrimonio.
Como comprueban tanto
Vernet como Capetillo, dicho argumento es inválido
pues la inmoralidad trasciende la propia institución. También creemos que Luisa
Capetillo con su lucha por el Amor libre
así como el solo hecho de promover igualdad de trato, de derecho y de placer
sexual a las mujeres es una adelantada a su época.
En 1915 como mencionamos, la arrestan por vestir pantalones, ella era
defensora de los pantalones, y como positivista de la época los defendía con
argumentos científicos de su buen provecho para la mujer. Luisa ya nos
adelantaba que las construcciones de género son sociales y como buena
anarquista había que romperlas, no con un deseo de espectáculo sino de razón
científica. Capetillo supo demostrar y
ponerse en el mismo lugar de los hombres: teorizar, citar, y proyectarse como
una mujer que entendía, al menos teóricamente,
el deseo, el amor y la libertad.
Esta mujer creyó en lo imposible por medio de la acción y tanto su vida como su obra fueron consecuentes.
Quizás tengamos que recriminarle alguno de sus argumentos, pero no podemos
negar que fue una pionera y la primera feminista caribeña en publicar un
tratado sobre sus ideas. Fuera del campo
letrado patriarcal nacionalista isleño supo acaparar la escritura y llevar su voz,
y su lucha y promover el Amor libre.
Bibliografía
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Capetillo,
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modernas.
Trad. Lara Walker. Texas: Arte Público Press, 2009. Impreso
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A Nation of Women An early Feminist Speaks Out/Mi opinión sobres las
libertades derechos
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deberes de la mujer. Ed. Felix V. Matos. Texas: Arte Publico Press, 2004.
Impreso
Ramos,
Julio. Ed. Amor y anarquía. Los escritos
de Luisa Capetillo. San Juan: Edición huracán,
1992. Impreso.
Rodríguez, Milagros.
“Algo más que pantalones: un acercamiento a
Luisa Capetillo”. Granos,
Edición especial (2004) 4. Red
cibernética.
Valle
Ferrer, Norma. Luisa Capetillo Historia
de una mujer proscrita. San Juan: Edición
Cultural, 1990. Impreso.
digital.
Textos secundarios
Baigorria, Osvaldo. El amor libre. Eros y anarquía. Buenos Aires: Utopía libertaria, 2006.
Impreso.
Goldman Emma. Anarchism and other essays.2nda ed. Nueva
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Association, 1911.233-245. Libro
digital.
Guzzo, Cristina. "Luisa
Capetillo y Salvadora Medina Onrubia de Botana: Dos íconos anarquistas. Una
comparación". Alpha Osorno 20
(2004) 165. Impreso.
Hostos, Eugenio
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Medina Onrubia, Salvadora. Las descentradas. Buenos Aires:
Colección los raros, 2007. Impreso
Picó, Fernando. Historia general de Puerto Rico. Río
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Scarano, Francisco. Puerto Rico: Cinco Siglos de historia.
San Juan: McGraw-Hill, 1993.
Impreso.
Townsend, Sarah.
“After Death”. Stage
of Conflict. A critical anthology of Latin American
Theater and Performance. Diana Taylor y Sarah J. Townsend,
Eds. Ann Arbor:
University of Michigan Press, 2008.
Impreso.
[1] En nuestras citas
utilizaremos las siglas IIM y seguiremos la edición de Lara Walker.
[2] Para más información sobre
el contexto educativo de la mujer en Puerto Rico se puede consultar el primer capítulo del
citado trabajo de
Norma Valle Ferrer
titulado: “Primeros fermentos
de la lucha
femenina en Puerto
Rico”
[3] Para citar este texto
editado e introducido por Félix Matos utilizaremos la abreviatura MO
[4] El autor dice que aunque
para otros estudiosos como Isabel Picó y Sánchez González el libro de Influencias de las ideas modernas es
el más maduro y el más importante.
Acierta que este libro es mas maduro pero que por ser el primer libro
que habla sobre feminismo en Puerto Rico es el mas importante (Matos xlvi)
Estamos de acuerdo con lo expresado por el autor, pues entendemos que son estas
ideas las que continúan en sus siguientes trabajos. 5 También conocida como
Hispano-estadounidense
[5] Primer libro que edita y
republica los textos de Luisa Capetillo
[6] Idea propulsada también
por el otro intelectual puertorriqueño
Ramón Emeterio Betances, la cual defendía la unión de las Antillas hispanas
y promocionaba la independencia de España.
[7] Primer libro de Luisa
republicado totalmente y traducido al
ingles. Luego en 2009 se traduce y publica “Influencias de
las ideas modernas”
a cargo de
Lara Walker.
[8]
En Puerto Rico el voto femenino para mujeres letradas fue aprobado en 1929 y no
fue hasta el 1935 que se obtuvo el sufragio universal.
[9]
Este texto según apunta Félix A. Matos, fue luego retirado de la edición de MO
de 1913. Esta edición no se a reditado y su original se encuentra en Puerto
Rico. Sería un buen proyecto hacer una comparación de ambas ediciones con detenimiento para una futura
investigación.
[10] Como apunta Norma Valle
Ferrer en un fragmento de una carta publicada en Influencias Luisa le responde
a un compañero por su acercamiento sexual. (80) Al consultarla efectivamente
Luisa le contesta y le dice que entiende su
deseo sexual, pero
que ella solo
le puede corresponder
como amiga y
compañera de lucha.
(Ver “ Fragmento de una Carta”
en la Edición IIM de Walker página 231. Sigue las divisiones de Vernet, del
deseo y la importancia de la correspondencia mutua. Por tanto, nos muestra sus palabras en
acción.
[11] Norma Valle Ferrer en el
citado libro relaciona al personaje de Luisa con la misma Capetillo. También
asocia directamente las ideas que se presentan en el texto con la vida y obra
de Tolstoy. Pues Angelina, protagonista y actante principal de la obra deja su
estado burgués y por medio de la lectura llega al conocimiento libertario y se
despoja de todo, para luego ser parte de una comunidad anárquica. (52-54)
[12] Ver bibliografía:
"Luisa Capetillo y Salvadora Medina Onrubia de Botana: Dos íconos
anarquistas. Una comparación"
[13] Aunque en 1921, un año
antes de la muerte de Capetillo, en Argentina se publica el libro Voces libertarias en la que se encuentra
textos de Goldman y Capetillo no encontramos en los textos publicados de Luisa
alusión directa a sus ideas.
[14] En la redición hecha en 2009 del texto de Capetillo, bajo la
lista de los personajes dice que fue escrito en noviembre de 1907 en Arecibo.
(169)
[15] Utilizaremos las citas
del texto que aparece transcrito en el libro de Luisa.
[16] Luisa en el prefacio de Mi opinión dice: “No creo
que nada sea imposible; ni me
asombro de ningún invento ni descubrimiento, por eso no encuentro utópica
ninguna idea. Lo esencial es llevarla a la práctica, empezar. Lo demás, es
debilidad, y un
concepto errado del
poder humano.” (131)
[17] Decimos esto porque la
estructura del relato se divide en tres partes: en la primera, todo es el diálogo entre Elena y Andrés;
la segunda parte, es el dialogo entre los curiosos; y la tercera es la
narración de cierre que cuenta lo que sucedió con la pareja.
[18] Recordemos la mencionada
diferencia que Crisitna Guzzo hace en su
artículo.-y con la cual estamos de acuerdo- sobre la relación de la maternidad
que promueven las pensadoras anárquicas anglosajonas en oposición a las hispanoamericanas.
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