IV Coloquio sobre Investigación de Historia de
las
Mujeres en Puerto Rico y el Caribe
Universidad de Puerto Rico, Utuado
5
y 6 de marzo de 2015
Presencia y
participación femenina en el espiritismo:
Las mujeres
de la EMECU en Puerto Rico
Carmen
A. Romeu Toro Ph. D
El espiritismo tiene un lugar de
prominencia dentro de las creencias populares de los puertorriqueños y las
puertorriqueñas. Esto lo atestigua la frecuencia con que encontramos personas
que han tenido experiencias o familiares que practican esta filosofía. Estas
vivencias, junto a la bibliografía disponible, aunque limitada, sugieren la
importancia del espiritismo en la historia cultural puertorriqueña.
Investigar el espiritismo es tarea
difícil y compleja por varias razones. Considerado dentro de las categorías
antropológicas como un sistema religioso, tiene diversas vertientes y asume
formas distintas según la geografía y el momento histórico. Hay que tomar en
cuenta que el espiritismo ha sido un sistema religioso prohibido y perseguido a
través del tiempo. La visión de género que tiene esta filosofía, responde a
maneras no tradicionales de ver la presencia y participación de las mujeres en
los grupos, lo cual en cierto momento constituyó un desafío a la tradición.
Finalmente, el espiritismo formó parte de las visiones modernas y transgresoras desde su surgimiento a mediados
del siglo XIX. Sin embargo, este sistema de creencias, en sus diversas formas
ha estado presente como parte integral de la cultura puertorriqueña.
Tomando en consideración que hemos
podido encontrar diversas variantes o corrientes del espiritismo tanto en
Puerto Rico como en América Latina y el Caribe, las cuales no pueden agruparse
bajo el mismo nombre, comenzaremos por definir el concepto. Este se manifiesta
de manera heterogénea en diferentes agrupaciones, lugares y épocas. Luego de un análisis de la literatura
existente nos aproximamos al espiritismo definiéndolo como una doctrina y una
filosofía a partir de la cual se origina una práctica. Los siguientes
constituyen sus postulados básicos:
• Existencia
de una Inteligencia Superior – Dios
• Creencia
en la existencia del espíritu que trasciende la muerte y es capaz de
comunicación con la humanidad
• Ejercicio
de la mediumnidad y la posesión
• Prácticas
de sanación mental y física, sin retribución material
• Búsqueda
de progreso y evolución espiritual
• Ideas
de compromiso con la justicia, la igualdad y libertad individual Creencia en la vida más allá
del planeta Tierra
Estas ideas están
vinculadas a los principios establecidos por el pedagogo francés Hyppolyte León
Denizard Rivail, mejor conocido como Allan Kardec (18041869). Entendemos que la
presencia de estos le adscribe la cualidad básica al concepto espiritismo.
El estudio pionero del antropólogo y
etnógrafo puertorriqueño Eduardo Seda Bonilla realizado en 1948 y 1959, arroja
luz sobre el tema de la presencia del espiritismo en nuestra historia cultural
con una investigación de campo en la cual participó en dos ocasiones con el
propósito de explorar las costumbres de una comunidad en dos momentos
históricos.[1]
Entre estas tradiciones, Seda Bonilla encontró la práctica del espiritismo y su
dimensión sanadora como una aportación cultural significativa en la vida de los
entrevistados. (El “Tratamiento Espiritista”, incluye la recomendación del uso
de plantas, baños, pases y oraciones y contrasta con el de la medicina
tradicional, apunta uno de sus entrevistados.)
Seda Bonilla concuerda con la interpretación del espiritismo como
la “psiquiatría de la clase pobre en
Puerto Rico”.
El espiritismo junto a sus prácticas y
creencias de sanación como una forma de medicina alternativa o complementaria
ha sido también estudiado por investigadores de fuera del país. Entre ellos
resaltan los trabajos de la Dra. Joan Koss Chioino, antropóloga de la medicina
norteamericana quien realizó en la isla trabajos de campo de carácter
etnográfico sobre distintas vertientes del espiritismo mientras dirigía un
proyecto de adiestramiento a terapistas y espiritistas desde 1976 hasta 1980.
Dicha iniciativa tenía el propósito de integrar el cuidado de salud alternativo
al convencional, a través del encuentro y desarrollo de ambos componentes
(espiritistas y terapeutas), validándolos al mismo nivel. Este fue
subvencionado por la División de Salud Mental del Departamento de Salud de
Puerto Rico, a partir de 1971.[2]
Los trabajos de investigación realizados
por la Dra. Koss reconocen y validan científicamente la presencia de la
filosofía y la práctica espiritista como terapia alternativa de sanación en
nuestro pueblo. La Dra. Koss además explora la importancia de la participación
femenina y el lugar que ocupan las mujeres tanto como sanadoras y pacientes en
este proceso de ayuda, considerado terapéutico. Hemos constatado a través de
nuestro estudio del tema que las mujeres en los grupos espiritistas asumen un
rol protagónico, apoyadas por los postulados de esta filosofía que representan
una visión de cambio en su situación a través de las épocas.
El significado histórico cultural del
espiritismo está íntimamente ligado a la participación de las mujeres en los
movimientos espiritualistas alternativos en los que resalta el espiritismo
puertorriqueño. Nancy Herzig Shannon recupera fuentes históricas con la
publicación en 2001 de su libro El Iris
de Paz: el espiritismo y la mujer en Puerto Rico, 1900-1905. Fundamentada
en el estudio de la mencionada revista realizada por espiritistas mayormente
mujeres, Herzig señala que “el espiritismo fue experiencia significativa en la
sociedad puertorriqueña de principios de siglo”. El análisis del contenido de esta revista,
resalta la importancia que tuvieron las mujeres en el establecimiento del
espiritismo kardeciano en la Isla a través de grupos y entidades. Igualmente reconoce su presencia en la esfera
y el debate público exigiendo cambios en una ruta hacia la igualdad social
completa.[3]
El panorama del espiritismo
puertorriqueño tiene multiplicidad de facetas. En investigaciones anteriores de
la autora[4]
se han identificado hasta ahora las siguientes vertientes del espiritismo:
• Criollo
o Mesa Blanca Espiritual(conocido como Folklórico o Popular)
• Grupo
Familiar o de Comunidad
• Escuela
de Consejo Moral de Puerto Rico
• Espiritismo
Kardeciano (conocido como Científico, Europeo)
• Escuela
Magnético Espiritual de la Comuna Universal (EMECU) De Influencia Africana
Las crónicas del espiritismo en Puerto
Rico narran la contribución de las mujeres desde fines del siglo XIX. Además de
la gesta de las editoras y escritoras de la revista El Iris de Paz, encontramos a Luisa Capetillo, líder obrera,
periodista, escritora y defensora de los derechos de la mujeres. Su actividad
como sabemos por sus escritos, estuvo enmarcada en ideas anarquistas y
espiritistas.[5]
Por otro lado, las Hermanas Baldoni
contribuyeron a forjar el espiritismo en sus comienzos durante el siglo XIX
tanto en Utuado donde vivieron gran parte de su vida como en toda la
isla a través de su actividad como practicantes, médiums y escritoras.[6]
Brígida Álvarez también consta a través de la investigación
de la Dra. Sandra Enríquez como que participó junto a su padre Salomón Álvarez
en la labor de escribir e imprimir los periódicos que publicaban en distintos
pueblos de la isla.[7]
Agustina Guffain de Doitteau, fue la
directora y activista al frente del proyecto de publicación de El Iris de Paz. Así mismo, una de las
pocas fuentes historiográficas sobre el espiritismo puertorriqueño fue escrita
por una mujer mayagüezana, Teresa Yáñez de Otero, médium, escritora y
conferenciante.[8] Ernesto Rodríguez Escudero también recopila
nombres de mujeres espiritistas a quienes se hace imperioso
estudiar.[9]
Desde el surgimiento del espiritismo
conceptualmente organizado por Allan Kardec se vislumbra una nueva dimensión
humana igualitaria. En su primer libro, publicado en el 1867, nos dice:
“Los espíritus se encarnan en hombres o
mujeres porque carecen de sexo. Como deben progresar en todo, cada sexo, lo
mismo que cada posición social, les ofrece pruebas y deberes especiales y
ocasión de adquirir experiencia. El que fuese siempre hombre, no sabría más que
lo que saben los hombres”.[10]
La Escuela Magnético Espiritual de la
Comuna Universal (EMECU) es fundada por el español vasco Joaquín Trincado Matheo
(1866-1935) en Buenos Aires, Argentina en el año 1911. Esta integra las ideas
de justicia e igualdad que imperaban en los grupos librepensadores más
adelantados de la época junto a la necesidad del compromiso social. Apoyado en
la idea de que “el espíritu no tiene sexo y es alternativamente hombre o
mujer” realiza un análisis de la
posición desigual de las mujeres en las sociedades. Trincado vislumbra cambios
necesarios amparados por el ideario espírita que propone. Según expresa en uno
de los catorce libros publicados antes de su muerte: “La mujer debe ser capaz
de participar en las estructuras políticas y sociales y ser libre en el
matrimonio.”[11]
Historias de vida en el espiritismo
La primera institución de la Escuela
Magnético Espiritual de la Comuna Universal (EMECU) en Puerto Rico se fundó en
el Barrio La Línea de Cabo Rojo en 1932.
Con el nombre de Cátedra José Garibaldi, un grupo de personas se unieron
a leer los libros de Joaquín Trincado y practicar esta forma de espiritismo
renovado. Más adelante fueron surgiendo cátedras en Puerto Real (Cátedra
Eugenio María de Hostos) y Camuy (Cátedra Emilio Castelar y Ripoll). Otros
pueblos se sumaron formando grupos, algunos desaparecidos o todavía
activos.
Dentro de la formación y actividad de los
grupos de la EMECU en Puerto Rico, resaltan un grupo de mujeres que han estado
o aún están activas en este movimiento. Nos proponemos presentar una selección
de sus experiencias y testimonios de ellas, las cuales fueron o son residentes
en varios pueblos de la Isla (Camuy, Cabo Rojo, Cayey, San Germán y Nueva
York). Algunas de ellas han dirigido cátedras (nombre que se usa para nombrar
la escuela o centro dentro de este movimiento) y otras se han distinguido como médiums.[12] Sus voces son testimonio del lugar de la
mujer en el espiritismo y el impacto que esta filosofía tiene en sus
vidas. Igualmente, muestran cómo en
estos grupos las mujeres ejercen posiciones importantes por su dominio y
destreza.
Aurelia Méndez Santiago declara que ha
sido espiritista toda su vida. Ella vivió el surgimiento y la organización de
la Cátedra Emilio Castelar en Camuy. Conoció a los fundadores del grupo y fue
formada por ellos. Aurelia es una de las voces más reconocidas en este grupo,
que la escucha con atención en sus inspiradas oratorias; pues aún asiste y participa activamente en las reuniones.13
Iris Concepción, es hija de quien fiera
uno de los fundadores de la Cátedra Emilio Castelar, Justo Concepción quien fue
su director por doce años mientras era alcalde del pueblo. Ella era una niña y
recuerda cómo se conocieron los líderes de Cabo Rojo y de Camuy identificándose
en una carretera con el libro “Conócete a ti mismo” de la
autoría de Trincado. Iris actualmente es
la líder del grupo mediúmnico del grupo.
Iris nos cuenta su experiencia al ser una
de las médiums principales desde muy joven:
Soy médium de intuición desde siempre y la videncia la
tengo desde los dieciocho años y posesionaba desde los veintiuno. Recibo el
asesoramiento del hermano Vale, médium de la cátedra ya fallecido. Lo
identifico porque lo veo y él me dice qué hacer o decir. Cuando él estaba
enfermo, si iba a dar magnetismo me tocaba a mí y yo tocaba a la persona. Antes
de morir me dijo que me iba a asistir cuando lo necesitara. Practico mis
facultades en diferentes grupos, si hay
un hermano que necesita, lo ayudo.[13]
Dominga Vázquez y Santa González, a
quienes la autora llegó a conocer eran trabajadoras de la industria del tabaco
en Cayey y parte de un grupo espiritista kardeciano. Al conocer el espiritismo de la EMECU,
fundaron y dirigieron por décadas la Cátedra José de Diego en el Barrio
Borinquén de Cayey (1978-2003).
Josefina Rojas de Arecibo, actual
directora de la Cátedra Domingo Arana de Arecibo proviene de una familia de
médiums y estudiosos del espiritismo. Nos contó
que en Garrochales no había iglesias y la mayoría de la gente seguía el
espiritismo. Sus abuelos paternos y maternos eran espiritistas y junto a ellos
sus padres estudiaban los libros de Kardec. El local del grupo se encuentra en
la finca de la familia.[14]
Evelyn Cotte Jusino de San Germán, llegó al espiritismo a través de la necesidad
de su mamá, Providencia Jusino. Ella nos
contó:
“La gente decía que mi madre “estaba loca” y visitó varios
lugares hasta que le dijeron que “tenía facultades”. Ella no tenía control de
su materia cuando la cogía un espíritu. Un grupo de médiums trabajó con ella y
lograron estabilizar la facultad que tenía. Descubrieron que era médium de
posesión y a través del espiritismo fue modificando su comportamiento. Fue un proceso que duró toda la vida. Ella
podía ver a una persona y describir su enfermedad. Era muy solicitada porque tenía magnetismo para ayudar a las
personas. Leía mucho, a pesar de que
sólo había estudiado hasta sexto grado. Era una oradora, hablaba por
inspiración o por
posesión.”[15]
Evelyn Cotte Jusino emigró a Nueva York
junto a su madre Providencia en la década de los sesenta. Ya venían asistiendo
a grupos espíritas en San Germán y Cabo Rojo. Ambas pertenecieron a la Cátedra
Abraham Lincoln de Nueva York por varias décadas. Providencia ayudó a organizar
este grupo junto a Clotilde García quien había llegado de Cabo Rojo.
Nereida Ramírez es la directora de la
Cátedra José Garibaldi de Cabo Rojo, la primera fundada de este movimiento en
1932. Nereida también emigró junto a su esposo a Nueva York y asistió a la
Cátedra Abraham Lincoln. Allí encontró conocidos y familiares de su pueblo. Nos
cuenta que como provenía de una familia espiritista del
Barrio La Línea de Cabo Rojo: “Tan pronto
tuve uso de razón llegué al espiritismo, pues
mi madre era una de las fundadoras de la
escuela.”
Ha sido líder de su grupo por décadas y
ha tenido que luchar con dificultades y obstáculos muy grandes a través de los
años. Sobre su liderazgo en el grupo
relacionado al tema de la práctica mediúmnica, nos dice:
Las personas vienen con desarrollo y se
les ayuda a ampliar sus facultades. Hay días señalados para los médiums que
están con principio, los que ya están desarrollados y para los que buscan
ayuda.[16]
También Ada Ramos ha encontrado que el
espiritismo ha aportado a su bienestar personal, ella nos habló:
“En las situaciones de mi vida he aprendido a ver la parte
buena de lo que pasa. Mi enfermedad fue algo bien difícil y creo que el ser
espiritista me ayudó a enfrentarla, si era un 4% los que se salvan, yo decidí ser
de ese porciento, estaba convencida de que iba a ser así.”[17]
Flor Suehay Cardoza nos dijo, sobre ser
espiritista: “Desde el vientre de mi madre estoy perteneciendo a la escuela,
siempre estuve allí.” Esas son las
palabras de una joven madre y esposa quien reside en la Villa de Puerto Real en
Cabo Rojo. Ella es la médium principal de la Cátedra Eugenio María de Hostos.
Esto significa que a pesar de sus treinta y tantos años, dicta las clases y
talleres de adiestramiento para la práctica mediumnica del grupo semanalmente.
También organiza, junto al director, el trabajo de asistencia mediumnica.
Suehay nos cuenta en su testimonio:
Yo soy ahora la primera médium de la Cátedra Eugenio María
de Hostos. Mis padres y hermanos iban a la cátedra. La médium principal; Divina
Santana me dijo cuando yo tenía ocho o diez años: “Tú vas a pertenecer aquí:”
Yo sentí ese llamado y eso quedó ahí.
Años más tarde, la médium principal enfermó y yo tuve que ocupar su
lugar.
Tuve depresiones y tristezas cuando joven. A los catorce
años me sentaron entre las mediumnidades. Yo empecé a desarrollarme y conocer
ese mundo. Comprendí que las facultades (mediúmnicas) van por escalas. Empecé a
practicar la telepatía con mi papá, a leer más libros para poder entender. Para
mí no ha sido fácil, vengo desde que me sacan con la punta del pie hasta ahora
que han aprendido a respetarme y ponerme en mi lugar. He logrado en la escuela
una posición de respeto, aunque sea joven.[18]
Comentarios finales
Las mujeres en los grupos espiritistas y
en particular entre los de la EMECU, han sido vistas como iguales e importantes
por su capacidad y conocimiento. Las facultades mediúmnicas no dependen del
género, de la raza, del nivel social o académico. Las familias se multiplican y
se han constituido en grupos, en diversos pueblos de la Isla. Una
característica importante de este movimiento y del espiritismo en general es
que muchos grupos están compuestos por familiares y conocidos.
La
historia del espiritismo en Puerto Rico se enriquece al integrar la corriente
de la EMECU como parte de una manifestación cultural particular que surge a
partir de las primeras décadas del siglo XX. El Caribe Hispánico recibió el
espiritismo europeo desde el siglo XIX y lo integró a sus prácticas. Asimismo, desde América se exportaba esta
tendencia integrada con las influencias ideológicas del momento. Las ideas de
Joaquín Trincado y la EMECU representaron una propuesta de un espiritismo
nuevo, diferente, radical en muchas formas.
Esperamos que este trabajo aporte al
estudio y conocimiento de las historias de las
mujeres en el espiritismo. Estas creencias y prácticas representan una
huella indeleble de una historia cultural, un patrimonio inmaterial de la humanidad,
único en el mundo.
Puerto Rico cuenta con una parte
importante de esta historia cultural.
Bibliografía
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Departamento del Trabajo y Recursos Humanos de Puerto Rico y Proyecto de
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____________________. Brígida
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.
[1] Eduardo Seda Bonilla. Interacción Social y Personalidad en una
Comunidad de Puerto Rico. (San Juan: Juan Ponce de León, 1964).
[2] Joan Koss Chioino.
“Bridges between Mental Health Care and Religious Healing in Puerto Rico: The
Outcomes of an Early Experiment”. En Anthropology
and Public Health: Bridging Differences in Culture and Society. R.A. Hahn y
M.C. (Inhorn : Oxford University, 2008)
[3] Nancy Herzig Shannon. El Iris de Paz: El espiritismo y la mujer en
Puerto Rico. 1900-1905. (Río Piedras: Huracán, 2001)
[4] Carmen A. Romeu Toro. La Corriente Espiritista de la Escuela
Magnético Espiritual de la Comuna Universal en Puerto Rico: Fundamentos
filosóficos y acción social (1930-1980). Tesis presentada como requisito al
Doctorado en Historia de Puerto Rico y el Caribe. Centro de Estudios Avanzados
de Puerto Rico y el Caribe. 2012.
[5] Luisa Capetillo. Obra
Completa “Mi Patria es la Libertad”. Introducción, notas y edición de Norma
Valle
Ferrer. (San Juan/Cayey: Departamento del Trabajo
y Recursos Humanos de Puerto Rico y Proyecto de
Estudios de las Mujeres en la Universidad de
Puerto Rico-Cayey. 2008)
[6] Sandra Enríquez Seiders. El espiritismo en Utuado. La historia de
las hermanas Baldoni. (San Juan: Biblio Service, 2011.)
[7] Sandra Enriquez Seiders. Brígida Alvarez Rodríguez: Una mujer, una
historia. (Arecibo: Impresos Alejandro, 2009.)
[8] Teresa Yáñez Viuda de
Otero. El espiritismo en Puerto Rico.
Relación histórica de la Fundación en
Mayagüez de
la Federación de Espiritistas de Puerto Rico. (San Juan, 1963)
[9] Ernesto A. Rodríguez
Escudero. Historia del Espiritismo en
Puerto Rico. (Aguadilla/Quebradillas: Imprenta del Maestro, 1978/1991)
[10]
Allan Kardec. El Libro de los Espíritus. (
San Germán: Fundación Spiritus, 2007/1860/1857).
[11] Joaquín Trincado Matheo. Los cinco amores: Ética y sociología.
(Buenos Aires: Talleres Gráficos Preushe & Eggeling, 1922/1955)
[12] Médium- Persona capaz de
comunicarse con los espíritus de los fallecidos. Está dotada de facultades o
poderes de mediación entre el mundo de los espíritus y siente su influencia.
Hay de varias clases: vidente, parlante, de causa, de curación y otros. 13 Entrevista a Aurelia Méndez. 2007
[13] Entrevista a Iris
Concepción. 2011
[14]
Entrevista a Josefina Rojas. 2011
[15] Entrevista a Evelyn Cotte
Jusino. 2011
[16]
Entrevista a Nereida Ramírez. 2011
[17]
Entrevista a Ada Ramos. 2011
[18]
Entrevista a Suehay Cardoza. 2011
La
violencia de género en las artes visuales de las mujeres en Puerto Rico y el
Caribe Español
Emilia Quiñones Otal,
Ph. D.
Profesora a tiempo parcial de
Apreciación del Arte y Estudios
Humanísticos en la
Universidad Interamericana de Puerto Rico
Recinto de Barranquitas
Por su parte, República Dominicana ha sido invadida
por Estados Unidos en varias ocasiones durante el siglo XX, y en pleno siglo
XXI aun su deuda externa es tan abrumadora que los Estados Unidos de América
tiene un control casi total de su economía y política. Cuba, sin embargo, ha
logrado deshacerse de las intervenciones directas con el triunfo de un sistema
económico y político distinto, pero ello ha atraído una intromisión en las
relaciones internacionales de Cuba. Por estas razones, los artistas de dichos
países, al igual que han hecho los y las artistas del resto de América Latina,
han criticado, desde el punto de vista de las artes visuales la intromisión de
Estados Unidos en sus territorios y en sus políticas públicas, leyes y sus
derechos humanos.
En esta ponencia estudiaremos cómo, las artistas
mujeres de dichos países han vinculado el cuerpo de las mujeres al territorio
violentado cuando hacen una crítica a la violencia de género. Es un denominador
común que las mujeres artistas de dichos países que critican la violencia hacia
las mujeres en su arte hagan una doble metáfora entre los ataques del
patriarcado a sus cuerpos y el ataque del imperialismo a sus territorios.
Uno de los mejores ejemplos que se puede encontrar
sobre esta doble metáfora, en donde se puede ver claramente la alusión a ambos
temas, es una escena del documental La
Operación (1982), de Ana María García. Me refiero a la escena en donde una
mujer, acostada en una camilla, entra en el quirófano, mientras suena una
canción de Antonio Cabán Vale (El Topo):
Sé que a los veinte años fue perdida la esperanza de dar un
fruto Nuevo y al volver a mirar en el espejo
me vi en tierra estéril convertida.
Mientras el verso termina, y las puertas del
quirófano se cierran—con la mujer en la camilla detrás de ellas—aparece
inmediatamente la imagen de la invasión estadounidense de Puerto Rico en 1898[1].
Acto seguido, la autora narra los hechos de la llegada de las tropas
extranjeras, ya que son importantes para entender el contexto en que se da la
situación. El documental hace numerosas menciones del vínculo entre la invasión
estadounidense y la esterilización masiva de mujeres en Puerto Rico, pero es en
dicha escena en donde, de forma poética, vincula la infertilidad de las
mujeres, y por lo tanto la violencia perpetrada contra ellas, con la
infertilidad de la tierra en Puerto Rico, o el colonialismo del que sufre “la
isla”.
Si hay una influencia directa para el trabajo de las
artistas que tratan la violencia de género en todo el continente esa es la
carrera artística de Ana Mendieta. Pero Mendieta no solo se inserta en la
historia del arte como una de las artistas más importantes del arte feminista
latinoamericano, sino como una artista importantísima en el desarrollo de todo
el arte contemporáneo de América Latina, especialmente el cubano.
La historia de Ana Mendieta es quizás diferente a la
cualquiera de los y las artistas mencionadas—y a la de muchas y muchos artistas
del continente—. Su situación era la de una cubana exiliada en Estados Unidos.
No trabajaba en su país, pero lo añoraba de tal forma que su trabajo refleja un
estilo que solo es posible si se consume la cultura cubana. Esto es porque, a
diferencia de la mayoría de las y los artistas exiliados, Ana Mendieta no vivía
en Estados Unidos por voluntad suya, ni porque se fue con su familia cuando era
pequeña. A Ana Mendieta la llevaron a Estados Unidos cuando tenía 12 años como
parte de la Operación Peter Pan,—organizada por la CIA y la Iglesia Católica—,
que llevó a más de 14 mil niñas y niños de Cuba, a hogares adoptivos en Estados
Unidos, con la excusa de salvarlos del régimen comunista de Fidel Castro[2].
Ana Mendieta sufrió en carne propia, desde muy pequeña, lo devastador que puede
ser que a un país, y a toda su población se le violen sus derechos humanos
porque no cumplen con los planes que tenía para él un país imperialista como
Estados Unidos. La artista se sintió extranjera toda su vida, y sufrió también
el discrimen racial y xenófobo que existe en Estados Unidos contra todas las
personas diferentes, que no cumplen con los estereotipos del hombre blanco,
heterosexual y burgués. Según Jane Blocker, a la artista le decían “Vete a
Cuba, zorra”, cuando aún iba al colegio en Iowa3, sufriendo de esa
forma la doble discriminación—racial y de género—que sufren las mujeres
latinoamericanas dentro de sus países, y más aun fuera.
Años más tarde, cuando termina su carrera en pintura
en la Universidad de Iowa y se matricula en el programa de postgrado, es cuando
se vincula al movimiento de arte feminista que se estaba gestando en todo
Estados Unidos. Comienza entonces a trabajar dentro de las técnicas del arte
contemporáneo, abandonando la pintura por completo. Su mentor en este último
aspecto fue Hans Breder (n. 1935), quien fundó el programa de Intermedia en la
universidad. Participando del programa de Breder concibe sus primeros trabajos,
en los que utiliza el cuerpo con dos propósitos principales: uno es mostrar el
sufrimiento por el que pasan las mujeres en el sistema patriarcal—tratando la
violencia machista en todos sus aspectos—, y el segundo es utilizar su cuerpo
como elemento perteneciente a una cultura, que ha sido trasplantado a otra
extraña, y que de alguna forma quiere regresar a su cultura original. Es por
ello que los elementos raciales y culturales cubanos siempre están presentes en
el trabajo de Mendieta.
Su primera etapa transcurre en la Universidad de
Iowa, en donde los rituales—ya sean inspirados por la santería, o no—son su
principal forma de comunicación. Uno de sus primeros trabajos contra la
violencia de género presenta un ritual que hemos presenciado en Puerto Rico, y
que sigue siendo común en algunas regiones de América Latina. A causa de la
veneración a la
Virgen María se espera de las mujeres
la castidad antes del matrimonio. En algunas regiones de América Latina existe
la práctica de buscar la sangre, dejada por la mujer en su primera noche, en
las sábanas. La sangre es un símbolo de un himen que no se había roto, de una
mujer que conservó su virginidad hasta el matrimonio. Ana Mendieta, conociendo
de esta práctica—especialmente en México, donde la artista también tiene
ascendencia—realizó dos piezas que representaban, a modo de ritual, la forma en
que las sábanas blancas se manchan de rojo por la sangre. El blanco de las
sábanas es la pureza de la virgen, que fue sacrificada por el placer de su
marido, dejando un rastro de sangre detrás.
Siguiendo las tradiciones de religiones híbridas de
su país de nacimiento—como la Santería y el Palo Monte—Ana Mendieta decapita
una gallina blanca en su acción Death of
a Chicken (Muerte de un pollo, 1972). En ésta las plumas blancas del pájaro
«se transforman en la sábana blanca expuesta para demostrar a la comunidad
curiosa que la novia era, sin lugar a dudas, virgen— tan “limpia” como la
sábana—en el momento de su matrimonio.»[3]
El pollo es también sacrificado, como la virginidad de la mujer. Mendieta,
desnuda, aguanta a la gallina, que sigue moviéndose como si aún estuviese viva,
y escupe sangre en todas direcciones, manchando las plumas blancas [Fig. 1.1]. La obra ha sido también
analizada como el enfrentamiento de la artista—desde el punto de vista de una
mujer viva, que puede ser asesinada en condiciones patriarcales—ante un ser
muerto, el pollo que se convierte en cadáver[4].
Este fue el primer trabajo en el que Mendieta utiliza la sangre, elemento que
luego se convertiría en algo común en su obra. Dos años después realiza una
pieza más clara, Untitled (Body Print
of Iowa) (Sin título, Huella del cuerpo en Iowa), donde se recuesta en el suelo
y es cubierta por una sábana blanca completamente manchada de sangre. Ana
Mendieta, muy consciente de las prácticas nuevas en el arte contemporáneo en su
país, quiere realizar una conexión con éste, con el país del que fue robada.
Estas acciones no solo se insertan en la tradición de la herencia
afrocubana—que ha estado presente en el arte cubano desde la modernidad—sino
que son uno de los componentes principales del motor que movió a los y las
artistas cubanas a desarrollar un arte contemporáneo de altura que tuvo su
punto de partida oficial en la exposición Volumen
I en 1981.
El ritual en el trabajo de Ana Mendieta conjuga dos
tradiciones de las que ella formaba parte: una es la mencionada cultura de
religiones híbridas en Cuba—el sincretismo, que llevo a muchos y a muchas otras
artistas a realizar rituales artísticos basados en ellos y que se inserta
dentro de la tradición del arte latinoamericano—, y la segunda es el estilo que
surgía en esos años del arte feminista, que tomaba también elementos
ancestrales. Este último hacía especial alusión a la “diosa madre”, como forma
de reivindicación femenina dentro de las religiones del mundo. Las artistas
feministas, especialmente en Europa y Estados Unidos, utilizaban el cuerpo como
lugar en donde tomaba partido el sistema patriarcal que pretende intervenir
dentro del cuerpo de las mujeres. Su cuerpo es el recibidor de los golpes que
tantas mujeres reciben a diario por sus parejas y que las deja mutiladas.
Con una iconografía que simula a la de la corona de
espinas del Cristo crucificado en Sweating
Blood, (1973), la artista tiene una expresión en el rostro en donde parece
llorar. Su cuerpo es el territorio colonizado que sufre la violencia racial y
xenófoba, además de la violencia machista. Como menciona Kaira M. Cabañas, su
cuerpo es el cuerpo individual-colectivo en donde se representa la violencia de
un sistema en donde las mujeres y las personas no blancas son vistas como
objetos[5].
La agresión contra los países latinoamericanos, y sus
individuos ha sido representada por artistas de todo el siglo XX como
ataduras—las que traen la falta de libertad y democracia—. Así mismo, las
artistas que tratan la violencia de género han asociado a dicha iconografía
ambas agresiones contra los derechos humanos—la invasión y la violencia
machista—, y han realizado piezas que traten ambos temas. Atándose ellas
mismas, acciones como Mientras, ellos
siguen libres (2007), de la artista guatemalteca Regina José Galindo, y Territorio mexicano (1995), de la
artista mexicana de la performance Lorena Wolffer, muestran físicamente esos
amarres. Otros artistas, como David Alfaro Siqueiros, ya venían utilizando la
iconografía de un hombre atado para sugerir la represión, como en el mural Víctima del fascismo (1945). El mismo
tipo de imagen es utilizado por Ana Mendieta en Tied-up woman (Mujer atada, 1973), en la que se ata de manos y
pies, y da vueltas encima de una lona, como intentando soltarse. No solamente
alude a las agresiones y torturas contra mujeres, sino que se identifica
también con las y los esclavos negros en Estados Unidos, Cuba y el resto de
América, y la forma en que siguen siendo tratados como objetos que no tienen
los mismos derechos humanos que los blancos burgueses en Estados Unidos.
Muchos más son los trabajos que realiza la artista
alrededor de la violencia contra las mujeres ya que fue uno de sus temas
principales, junto con la idea de querer regresar a la tierra— a su tierra.
Pero son quizás las piezas mencionadas en donde más se destaca la relación que
hace la artista con los dos temas que se tratan en esta ponencia.
Regresando a Puerto Rico, el grupo de teatro de
títeres Papel Machete—artistas de todas las disciplinas que se vinculan a la
ideología independentista y obrera en Puerto Rico—realiza en 2012 una pieza que
confronta también el dilema de las esterilizaciones forzosas, desde un punto de
vista de la violencia de género que surge a raíz de la invasión de un país. Con
el título I Hate You!: Episodios del
genocidio boricua y otros relatos deshumanizantes, expresan los horrores
genocidas a los que se han enfrentado los y las puertorriqueñas a causa del
imperialismo estadounidense y su situación colonial. La pieza es una
performance que se acompaña de escenarios artísticos, creados por el grupo, y
sus colaboradores o colaboradoras[6].
La obra—creación del director puertorriqueño José
Jorge Díaz Ortiz (n. 1972)—trata tres escenarios en donde la intervención
estadounidense en el país resultó en genocidio, y en un peligro grave a la
salud de las puertorriqueñas y los puertorriqueños. Lo que une a cada uno de
los casos es la presencia del Tío Sam, personaje que ha representado al
imperialismo estadounidense desde su aparición en carteles de reclutamiento
para la Primera Guarra Mundial. El primer caso que presentan es el del médico
Cornelius P. Rhoads, que experimentó con células cancerígenas en cuerpos de
seres vivos residentes en Puerto Rico transplatándolas directamente para
estudiar sus síntomas. A causa de ello, cientos de pacientes enfermaron, y
decenas murieron. La muerte por cáncer fue también uno de los efectos más
adversos de la presencia de la Marina de Guerra de los Estados Unidos en la
isla-municipio de Vieques en Puerto Rico. Es este el siguiente escenario que
presenta Papel Machete en su trabajo I
Hate You! La pieza que trata la operación—o las esterilizaciones masivas—,
es la tercera que presentan. En ella participan seis mujeres que van a ser
llevadas a “operarse” en su propio centro de trabajo. De esta forma, al igual
que lo hizo Ana María García, los artistas de Papel Machete también quieren
hacer una declaración directa sobre el vínculo de la invasión estadounidense y
la violencia a las mujeres en el país y una doble metáfora sobre la invasión al
cuerpo y la invasión al territorio.
Por su parte, desde República Dominicana, la artista
Belkis Ramírez, que ha centrado su carrera en temas de género, política y
explotación sexual, estudia la trata de blancas como un fenómeno que afecta
comúnmente a las mujeres que desean salir de la República Dominicana por la situación
insostenible que viven. En 2001—preocupada por las circunstancias en las que se
encontraban 33 mujeres dominicanas en Zurich, con las que estableció
conversación en un viaje que hizo a la ciudad europea—realiza la instalación De maR en peor. Las mujeres que conoció
en Zurich fueron allí engañadas y buscando estabilidad económica para ellas y
sus hijas e hijos. Se dedicaban, una vez allí, a la prostitución y el turismo
del sexo. Para la instalación utiliza una técnica habitual en su trabajo, una
especie de xilografía al revés en donde la artista talla el panel de madera y
lo tiñe como si fuese a imprimir las imágenes, pero en lugar de ello utiliza el
panel como protagonista. En De maR en
peor, 33 mujeres de tamaño
natural, posan de forma seria y solemne frente al espectador. La mayoría están
vestidas de negro, y lo miran fijamente—como si lo tratasen de cliente—, e
intentandole convencer de que contrate sus servicios. Otras están vestidas de
blanco o marrón, y miran hacia un lado, evadiendo la realidad, pero todas
tienen un semblante serio y poco seductor, porque ninguna está ahí por gusto.
Las figuras de mujeres cuelgan de anzuelos de pesca, simbolizando su doble
papel de presa y carnada al mismo tiempo. El título además sugiere el cambio de
vida, la salida de un lugar tropical, en donde se vivía en pobreza, para llegar
a un país frío, en donde la violación y la violencia son la nueva realidad de
cada una de ellas.
Para entender el contexto de esta obra hay que
entender también que una razón importante para que las mujeres dominicanas
tengan que salir corriendo de su país a vivir como pueden en otro es
precisamente por el control político y económico que tiene Estados Unidos sobre
la isla de La Española, y que la artista Belkis Ramírez ha realizado numerosos
trabajos en donde trata el tema del imperialismo y de la violencia a las mueres
en espacios separados, como por ejemplo: La
mesa está servida (1999), y En oferta
(1996).
Se ha demostrado aquí un común denominador en
trabajos de artistas que casi ninguna se ha llegado a conocer—aunque se podría
decir que Ana María García y Ana Mendieta han sido inspiración para muchas—.
Son solo algunos ejemplos de los muchos otros similares que se pueden encontrar
en estos territorios estudiados, al igual que en México y América Central, otro
grupo de países que ha sufrido la invasión durante todo el siglo XX y en donde
las mujeres viven en situaciones precarias dentro del patriarcado.
Referencias
BLOCKER, Jane (1994): The Unbaptized Earth: Ana Mendieta and the Performance of Exile,
Chapel Hill: University of North Carolina, tesis doctoral sin editar.
CABAÑAS, Kaira M. (1999): “Ana Mendieta:
"Pain of Cuba, Body I Am"”, Woman's
Art Journal, vol. 20, núm. 1, pp. 12-17.
FUSCO, Coco (ed.)
(2000): Corpus Delecti: Performance of
the Americas, Nueva York: Routledge.
GONZÁLEZ MANDRI,
Flora M. (2008): “Operation Pedro Pan: A Tale of Trauma and Remembrance”, Latino Studies, vol. 6, núm. 3, pp.
252-268.
MOURE, Gloria
(1996): Ana Mendieta: Centro Galego de
Arte Contemporánea, Santiago de Compostela, Santiago de Compostela: Centro
Galego de Arte Contemporánea.
NEGRÓN-MUNTANER, Frances (1993): “Puerto Rican
Women Directors of Lonesome Stars and Broken Hearts”, Jump Cut, junio, núm. 38, pp. 67-78.
PÉREZ RIVERA,
Tatiana (2012): “El odio no termina”, El
Nuevo Día, 4 de mayo, http://www.elnuevodia.com/nota-1249217.html,
(revisado el 10 de octubre de 2013).
[1]
NEGRÓN-MUNTANER, Frances: 1993, p. 71.
[2] GONZÁLEZ MANDRI, Flora M.:
2008, p. 253. 3 BLOCKER, Jane: 1994, p. 15.
[3]
MOURE, Gloria: 1996, p. 35.
[4] MEREWETHER, Charles: “From
Inscription to Dissolution. An essay on expenditure in the work of Ana
Mendieta”, en FUSCO, Coco (ed.): 2000, p. 124.
[5]
CABAÑAS, Kaira M.: 1999, p. 12.
[6]
PÉREZ RIVERA, Tatiana: 2012.
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