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Memorias del IV Coloquio (Primera Parte)




Josefina Barceló de Romero: de sufragista anónima a “jefa liberal”
José Luis Colón González

El primer intento para reconocer el derecho del sufragio a la mujer puertorriqueña a nivel legislativo ocurrió el 15 de diciembre de 1900. Durante el decimotercer día de la Primera Sesión de la Cámara de Delegados, Pedro María Descartes, delegado republicano por Guayama, presentó el proyecto de ley H.B. 41 "para que un decreto reconozca a la mujer el derecho electivo y preferencia en los destinos con relación a su sexo".[1] El mismo declaraba que la mujer estaba “… en aptitud de ejercer el derecho electivo; y por lo tanto, puede votar como el hombre”.[2] El proyecto no fue considerado, aun cuando los treinta y cinco escaños de la Cámara estaban dominados por el Partido Republicano y no existía oposición política en este cuerpo legislativo. En otras palabras, el machismo y el discrimen pudieron más que la intención de justicia para las mujeres.
Tres meses después de esa iniciativa, el 20 de marzo de 1901, nacía en Fajardo, Puerto Rico, la protagonista de esta historia. Una mujer olvidada, como tantas otras, que se le vincula al mundo político de la primera mitad del siglo XX más por el legado de su padre que por sus propios méritos, ignorando su personalidad, así como su colaboración al movimiento sufragista de la época y a la apertura de oportunidades para la mujer en la política puertorriqueña. Nos referimos a María Antonia Josefina Barceló Bird, mejor conocida como Josefina Barceló de Romero.3
Josefina era la segunda de los cuatro hijos habidos en el matrimonio de don Antonio R. Barceló, un destacado abogado y comerciante de Fajardo, y doña Josefina Bird y Arias, miembro de la familia propietaria de la Fajardo Sugar Company. Su padre se integró desde muy joven al campo de la política bajo el amparo del prócer Luis Muñoz Rivera, de quien sería su discípulo y eventual sucesor. Además, acompañó a Muñoz Rivera tanto en la reorganización del Partido Federal como en su evolución al Partido Unión de Puerto Rico en 1904.[3] Por lo tanto, la política como disciplina y dinámica, será un factor presente y determinante en la vida de Josefina Barceló quien, desde niña, tuvo dos aficiones bien definidas: la medicina y la política. Esta última, la llevó a desarrollar una relación de cercanía y colaboración con su padre. Contaba su madre, doña Josefina Bird, que de pequeña, cuando alguien le preguntaba si era americana o puertorriqueña, contestaba invariablemente, sin pensarlo y con mucho aplomo: “Yo soy unionista”, en clara referencia al partido fundado por Muñoz Rivera y su padre.[4]
Luego de cursar los primeros grados en su natal Fajardo, la  niña Josefina fue internada en el Colegio de las Madres del Sagrado Corazón de Santurce. Esta institución fue establecida en 1880 para que “las niñas y señoritas de la alta sociedad capitalina, así como de otros pueblos de la Isla, recibieran una educación apropiada a su condición social para desarrollarse intelectualmente”.6 De acuerdo con el Registro del Pensionado de Santurce, 1880-1942, Josefina ingresó en 1910 para cursar el cuarto grado. Un año más tarde, en 1911, recibió su Primera Comunión, y completó el noveno grado en 1915, año en que salió del Pensionado.[5] Su madre, doña Josefina Bird, también había estudiado en esta institución. Al igual que la colega historiadora, María de Fátima Barceló Miller, sospechamos que la formación académica y personal en manos de una orden religiosa femenina, que además de una educación clásica, integraba las ciencias, los conocimientos prácticos y “las artes del adorno”, de alguna manera tuvo influencia en algunas de las egresadas. Llama la atención que en el registro de educandas del Colegio, durante el periodo de 1882 a 1920, figuran los nombres de algunas de las futuras sufragistas como Milagros Benet, Ana María Matanzo y la propia Josefina Barceló Bird.[6]
Luego de completar el noveno grado, la joven Josefina se enamoró. El desacuerdo de sus padres con la situación, los llevó a internarla durante dos años en un colegio católico de Kentwood, Albany, en la ciudad de Nueva York, donde completó sus estudios de escuela superior.[7] Aunque su deseo era estudiar medicina, al tener una madre “a la antigua” que no concebía a una mujer doctora y que se opuso a “la ocurrencia de la joven”,[8] no pudo concretar sus planes. Poco tiempo después –en 1918– contrajo matrimonio con Antonio Romero Moreno, un joven ingeniero natural de Barranquitas que trabajaba en la Fajardo Sugar Company, del cual se había enamorado antes de su partida hacia Nueva York.[9] Ese mismo año, siendo don Antonio R. Barceló presidente del Senado de Puerto Rico, la familia Barceló Bird decidió mudarse a San Juan, estableciendo su residencia en el área de El Condado.
Durante esta época, tomó auge la lucha y el reclamo a favor del derecho al sufragio para las mujeres. Como clase profesional, fueron las maestras las que emprendieron la iniciativa a través de organizaciones sufragistas; como grupo obrero, las tabacaleras se encargaron de tomar la calle para darle cauce a su reclamo.[10] Josefina Barceló no pertenecía a ninguno de estos grupos. Para este tiempo, se dedicaba a la crianza de sus dos primeros hijos, Gloria y Calixto, al cuido del hogar y de su matrimonio. 
El 15 de abril de 1929, luego de por lo menos doce intentos en casi tres décadas,[11][12] finalmente el Senado de Puerto Rico y la Cámara de Representantes aprobaron el Proyecto del Senado Núm. 2, de la autoría del senador unionistaaliancista Manuel A. García Méndez, para concederle el voto a todos los hombres y las mujeres mayores de 21 años que supieran leer y escribir. El proyecto también limitaba el derecho a los nuevos electores varones que, al igual que las mujeres, tendrían que estar alfabetizados. Con la aprobación de la Ley Núm. 74 de 18 de abril de 1929, firmada por el gobernador Horace Mann Towner, las mujeres puertorriqueñas alfabetizadas tuvieron acceso por primera vez al voto.
Será a partir de la aprobación de la ley del sufragio a las mujeres alfabetizadas en 1929 que Josefina Barceló se
desempeñará como sufragista anónima. Anónima porque, como mencionamos anteriormente, nunca perteneció a organización sufragista formal alguna. Sin embargo, ese mismo año, formó parte del Comité de Inscripciones que se configuró luego de la aprobación de la Ley que concedió el derecho al voto a las mujeres letradas. Acompañada de un grupo de entusiastas mujeres como ella, entre las que se encontraban Felisa Rincón, Lizzie Santaella y las hermanas Caso, visitaba hogares para educar al pueblo, haciéndole comprender la importancia del voto para la mujer, de su participación en el proceso electoral y de la necesidad de ejercer el mismo.[13] 
En 1932, encinta de su hijo Carlos, defendió y trabajó calladamente, como otras féminas de su época, en la movilización de las mujeres de cara a las elecciones generales de ese año, las primeras en las que participaron las mujeres letradas puertorriqueñas, y en la organización de las mujeres del Partido Liberal.[14] En una entrevista que le realizara la periodista Rosario Guiscafré para el periódico El Mundo en 1962, doña Josefina recordaba que en sus visitas, tenía que empezar por convencer a los maridos porque siempre surgía la interrogante de quién iba a cuidar de los niños cuando la madre se fuera a votar. Para atender dicha preocupación, Josefina conseguía personas incapacitadas para votar para que se quedaran al cuidado de estos mientras ella llevaba a las madres a ejercer el voto. Además, como no existía la organización de los tiempos modernos, se votaba en colegio cerrado y las filas comenzaban en horas de la madrugada, tenía que proveerles desayuno y almuerzo, junto a la transportación de ida a los colegios y de regreso a sus hogares.[15]
Los hombres de la alta sociedad, e incluso algunos de la ruralía, utilizaban el argumento de que no les simpatizaba la idea de que sus mujeres estuvieran haciendo filas desde tempranas horas de la mañana con el resto de los electores para votar. Ante esta situación, Josefina se las ingeniaba para contrarrestar la oposición de los maridos. Para convencerlos, se comprometía ella misma a hacerse cargo de sus respectivas esposas para transportarlas y proveerles alimento. Como se trataba de la hija de don Antonio R. Barceló, entonces estos consentían que ella las buscara y las llevara a votar.[16] 
Aunque en 1932 el programa del Partido Liberal se reformó con el objetivo de que las mujeres disfrutaran de los mismos derechos y responsabilidades que los hombres, en la práctica no ocurrió así. No será hasta la Asamblea General del 16 de agosto de 1936, celebrada en el Teatro Municipal de San Juan, hoy Teatro Tapia, que Josefina Barceló de Romero ocupará una silla en la Junta Central del Partido Liberal como miembro propietaria por acumulación. 
Casi dos años después, el 15 de octubre de 1938, falleció don Antonio R. Barceló. El 27 de noviembre de ese mismo año, la Junta Central del Partido Liberal eligió a su colaborador José Ramírez Santibáñez para sustituirlo tanto en la presidencia del partido como en su escaño en el
Senado de Puerto Rico. Aunque ya Josefina Barceló pertenecía a la alta jerarquía del Partido
Liberal, a partir de la muerte de su padre se concentrará más en el objetivo de preservar e impulsar la gesta de este. Ello facilitará y ampliará la simpatía y el respeto de los liberales por la hija del patriarca, así como su eventual ascenso dentro de la colectividad. 
Luego de las elecciones de 1940, en las que el Partido Popular Democrático tuvo una sorpresiva demostración electoral, hubo dificultad para organizar la Cámara de Representantes. Ello obedecía al empate del PPD con la Coalición, ya que ambos partidos eligieron 18 representantes cada uno. Como resultado de una asamblea extraordinaria de los tripartitas, celebrada el 2 de febrero de 1941 en el Teatro Victoria de Humacao, estos decidieron colaborar con el voto de los tres representantes que la Unificación Puertorriqueña Tripartita logró elegir en la Cámara de Representantes[17] para que el Partido Popular tomara control de la Cámara y pudiera comenzar los trabajos legislativos. En esa misma asamblea, Josefina Barceló de Romero fue electa a una de las tres vicepresidencias de la colectividad. Las otras dos, las ocuparon Miguel Ángel García Méndez y Prudencio Rivera Martínez.[18]
Finalizados los trabajos de la sesión de 1941, Ramírez Santibáñez comenzó a distanciarse de sus compañeros tripartitas hasta que en mayo de 1942 declaró disuelto el Partido Unificación. A su vez, aprovechó el resurgimiento del Partido Liberal para cooperar con el Partido Popular, albergando las esperanzas de obtener alguna participación en el gobierno mediante nombramientos de afiliados suyos a cargos judiciales y a jefaturas de departamentos y otros cargos.20 Para esta época, la señora Barceló de Romero fue nombrada al comité de resoluciones que atendería la situación política del partido en una reunión de la Junta Central celebrada el 19 de julio de 1942 en el Ateneo Puertorriqueño. En esta asamblea quedó marcado el disgusto y la desconfianza de los liberales en su líder, Ramírez Santibáñez, quien ya comenzaba a hacer movidas poco transparentes con los populares.
Esta situación continuó in crescendo. Además, la eventual elección del representante liberal, Rafael Rodríguez Pacheco, a la presidencia de la Cámara de Representantes en 1944 para sustituir a Rafael Arrillaga Torréns,[19] ocasionó caldeados debates entre los liberales inconformes. Ambas situaciones motivaron la renuncia de José Ramírez Santibáñez como presidente del Partido Liberal. Para dilucidar la tensa relación dentro del Partido, se convocó a una asamblea general extraordinaria el 23 de abril de 1944 en el Teatro San Luis, de Arecibo. Entre discusiones, insultos y peleas, la matrícula liberal aceptó la renuncia de su líder en una votación de 224 a favor y 194 en contra. En su lugar, eligió por aclamación a Josefina Barceló de Romero, quien ocupaba una de las tres vicepresidencias del partido y la presidencia pro témpore de la colectividad.[20] De esta forma, Barceló de Romero no solo advino a la máxima posición del organismo político, sino que se convirtió en la primera mujer puertorriqueña en lograr tal hazaña, y quizás la primera en Hispanoamérica en presidir un movimiento político.[21] 
Característico de las condiciones sociales de la época, su presidencia no fue tarea fácil. Asumió las riendas de un partido desmotivado, dividido y muy débil política y electoralmente a escasos meses de las elecciones generales. Además, no faltaron los cuestionamientos de algunos correligionarios sobre su capacidad, y fueron múltiples los intentos de intimidación por parte de estos para que luciera mal o abandonara la presidencia.
Por otro lado, Ramírez Santibáñez, ahora fuera del Partido Liberal, no perdía oportunidad para tratar de socavar el liderato de Josefina Barceló e, incluso, amenazaba con fundar un nuevo partido.[22] En contraposición, es meritorio destacar el respaldo y la lealtad de líderes como Félix Ochoteco y José Enrique Gelpí, secretario del partido, para quien la llegada de doña Josefina a la presidencia representaba “el inicio de la era eleccionaria del juego limpio y del juego claro”.[23] Tampoco debemos dejar de lado el apoyo incondicional de su esposo, Antonio Romero, quien – incluso– la ayudaba a corregir y editar sus discursos, ya que era inusual que el hombre consintiera la participación de la mujer en asuntos políticos, y menos en puestos directivos.[24]
Desde el inicio de sus funciones, Josefina Barceló se manifestó en contra de promover pactos o alianzas del Partido Liberal con otros partidos. Aun así, en las elecciones de 1944 –en las que también figuró como candidata a senadora at large por los liberales– aceptó formar parte de un grupo de oposición contra el Partido Popular, siempre y cuando cada partido mantuviera su franquicia, insignia y candidatos individuales.[25] Durante su incumbencia, Barceló de Romero también promovió y respaldó la aprobación de una resolución de la Junta Central del partido solicitando la destitución del gobernador Tugwell por su favoritismo hacia los populares; denunció el clientelismo político por parte del Partido Popular en las agencias de gobierno, y se pronunció a favor de la autonomía, según la forma británica, como solución al estatus de la Isla. A partir de estas acciones, la prensa de la época bautizó a doña Josefina como “la jefa liberal”, sobrenombre con el que se reconocía su liderato, valentía y determinación dentro de la colectividad política.
Las dificultades y los contratiempos no disminuyeron el compromiso ni el entusiasmo de la señora Barceló de Romero para que el Partido Liberal tuviera una digna representación en las elecciones de 1944. Sin embargo, el resultado no fue el esperado, pues solo obtuvo 38,630 votos,[26] por lo que perdió su franquicia electoral. Con optimismo y firmeza, doña Josefina asumió la responsabilidad de reinscribir el partido, acción que requirió visitar todos los pueblos de la Isla en compañía de su inseparable chofer, Isaac Santiago, antiguo conductor de su padre. Durante esta época, defendió y propuso el ideal de la independencia en la plataforma del partido.[27] En agosto de 1947, poco más de dos años después de iniciar el proceso, la señora Barceló de Romero anunciaba con júbilo la culminación de la reinscripción, la cual garantizaba la participación del Partido Liberal en las elecciones de 1948.
Durante los cuatro años su presidencia, en más de una ocasión doña Josefina Barceló de Romero se vio tentada a renunciar, sobre todo por la insistencia de algunos líderes en concertar entendidos con otros partidos políticos, situación que siempre consideró que iba en contra de los principios del Partido Liberal. En ese camino escabroso, la valentía y el estoicismo heredados de sus padres, el total respaldo de su esposo y de algunos dirigentes de la colectividad, se convirtieron en su mayor fortaleza.[28] 
A principios de 1948, después de cuatro años de trabajo dedicado e intenso, la Junta Central del partido decidió establecer una coalición con el Partido Unión Republicana Progresista, en contra de la voluntad de su presidenta. Esta acción, combatida siempre por doña Josefina por entender que desvinculaba al Partido Liberal de sus orígenes y postulados, aceleró su salida del partido. Cansada de luchar contra estas acciones, de mantener la integridad del Partido Liberal, y de sacrificar la tranquilidad hogareña, así como la unidad familiar, finalmente renunció a la presidencia del Partido en la asamblea general celebrada el 16 de mayo de 1948 en San Juan.31 
De esta forma, Josefina Barceló de Romero, la sufragista anónima que logró convertirse en jefa liberal, daba por terminada su participación en la política partidista del País. La valentía, firmeza y carácter que la distinguieron, fueron fundamentales en el éxito de su gestión política. Su misión educativa sobre el sufragio femenino, así como la determinación de asumir las riendas del Partido Liberal en el peor momento de su historia, mantenerlo activo y unido durante los cuatro años de su presidencia, y listo para enfrentar dos elecciones generales, representó una gran lección sobre la capacidad de la mujer puertorriqueña. Sin lugar a dudas, la hazaña de doña Josefina Barceló significó un abrir de surcos en el difícil y discriminatorio mundo de la política en nuestro País. 



[1] Cámara de Delegados de Puerto Rico, Actas de la Primera y Segunda Asamblea Legislativa (1900-1903). San Juan, Puerto Rico: Academia Puertorriqueña de Jurisprudencia y Legislación, 2008, pp. 66-67.
[2] Proyectos de ley en inglés y español, presentados en la Cámara de Delegados, Primera Asamblea Legislativa,
Primera Sesión, 3 de diciembre de 1900 a 31 de enero de 1901, “Proyecto de Ley H.B. 41, 15 de diciembre de 1900”. Biblioteca del Ateneo Puertorriqueño, Colección Antigua. Citado en María de Fátima Barceló Miller, La lucha por el sufragio femenino en Puerto Rico 1896-1935. San Juan, Puerto Rico: Ediciones Huracán, Inc., 1997, p. 121. 3 Aunque como era usual para la época, aparecen diferentes fechas de nacimiento para doña Josefina, la aquí señalada corresponde al Acta de Nacimiento original, localizado en el Folio 84 del Registro Civil de Fajardo.
[3] Para mayores detalles sobre esta relación, consultar Delma S. Arrigoitia Peraza, Puerto Rico por encima de todo:
Antonio R. Barceló, vida y obra 1868-1938. San Juan, Puerto Rico: Ediciones Puerto, Inc., 2008, pp. 28-39.
[4] Rosario Guiscafré, “Doña Josefina Barceló de Romero: Tradición e inclinación la convierten en figura relevante de la política isleña”, El Mundo, sábado, 28 de julio de 1962, p. 7. 6 Barceló Miller, óp. cit., p. 22.
[5] Archivos Provinciales del Colegio de las Madres del Sagrado Corazón de Santurce, Registro del Pensionado de Santurce 1880-1942. Josefina Barceló Bird tenía asignado el número 87 del Pensionado. Agradecemos infinitamente la gentileza y colaboración de la religiosa de la Orden del Sagrado Corazón, Dolores “Lolin” Menéndez, así como de la amiga Carmen Dolores Hernández, quienes facilitaron la información y copia de los documentos al autor.
[6] Barceló Miller, óp. cit., p. 22.
[7] Entrevista del autor a la Sra. Carmen Rosario Adsuar Barceló, sobrina de Josefina Barceló de Romero, el sábado, 8 de noviembre de 2014 en San Juan, Puerto Rico.
[8] Lesbia Soravilla, “Josefina Barceló de Romero: Una de las primeras mujeres en hacer campaña política en Puerto Rico”. El Mundo, 2 de mayo de 1969, p. 3-B.
[9] El Acta de Matrimonio, en el Folio 132, Número 278 del Registro Civil de San Juan, da cuenta de que “siendo la contrayente menor de edad, acompaña a la presente una declaración jurada en la que la persona autorizada para prestar su consentimiento, la autoriza para contraer matrimonio”. Luego de casados y de haber nacido los primeros hijos, el ingeniero Romero estudió Derecho y obtuvo su título de abogado. Entrevista del autor al Lcdo. Carlos Romero Barceló, hijo de doña Josefina, el lunes, 15 de diciembre de 2014 en San Juan, Puerto Rico.
[10] Ver Yamila Azize, La mujer en la lucha. San Juan, Puerto Rico: Editorial Cultural, 1985, pp. 110-122.
[11] El primer proyecto, ya mencionado, se presentó en 1900 por el delegado republicano Pedro María Descartes. En 1909, el delegado unionista Nemesio R. Canales presentó el Proyecto de Ley H.B. 39 para la emancipación legal de la mujer, que además de concederle el derecho al voto, proponía reformar la posición de la mujer puertorriqueña en otros aspectos. En 1917, el senador unionista por el distrito de Guayama, Mariano Abril, y el representante republicano por el distrito 12 (Aguadilla-Isabela), Enrique González Mena, presentaron un proyecto de ley en sus respectivos cuerpos legislativos para concederles el voto a las mujeres alfabetas. Dos años más tarde, en 1919, el representante González Mena presentó el P de la C No. 5 “para la emancipación legal de la mujer y otros fines”, mientras que el representante Alfonso Lastra Chárriez, representante unionista por el distrito de Ponce, presentó el P de la C No. 20 “para conceder el voto a la mujer, declarar su derecho a ser electa y para otros fines”. Durante la sesión legislativa de
[12] , se presentaron tres proyectos en la Cámara de Representantes. El primero de ellos, correspondía al P de la C
No. 1, presentado por el representante Lastra Chárriez, el cual abogaba por el sufragio universal para las mujeres  de 21 años o más y el derecho a ser electas a puestos públicos. El segundo intento fue el P de la C No. 274, de la autoría del representante republicano Rafael A. Cancel Rodríguez, del distrito 8 (Ciales y Morovis), para conceder el derecho a la mujer de 21 años o más a ser elegible para desempeñar puestos públicos. Aunque no hacía alusión al voto, tampoco fue aprobado. El tercero, P de la C No. 234, presentado por los representantes González Mena y Rafael Arjona Siaca, republicano por el distrito 19 (Guánica y Yauco), era una copia exacta del proyecto presentado por Canales en 1909. En 1927, los representantes aliancistas, Luis R. Miranda, del distrito 30 (Arroyo, Maunabo y Patillas) y Alfonso Quintana Cajas, del distrito 25 (Orocovis y Coamo), presentaron un proyecto de ley para pedir el voto restringido para las mujeres que supieran leer y escribir. Ese mismo año, en el Senado, se presentó otro similar por el presidente de ese Cuerpo, Antonio R. Barceló, que aunque fue aprobado, no tuvo igual suerte en la Cámara de Representantes. En 1928, Barceló volvió a presentar la misma medida legislativa pero, al igual que ocurrió con el de 1927, aunque se aprobó en el Senado, se quedó sobre la mesa en la Cámara de Representantes.
[13] Guiscafré, óp. cit.
[14] Entrevista del autor al Lcdo. Carlos Romero Barceló, hijo de doña Josefina, el lunes, 15 de diciembre de 2014 en San Juan, Puerto Rico.
[15] Guiscafré, óp. cit.
[16] Soravilla, óp. cit. Esta información fue confirmada por la sobrina de doña Josefina Barceló, Carmen Rosario Adsuar Barceló, en la entrevista realizada por el autor el sábado, 8 de noviembre de 2014.
[17] Estos tres representantes fueron: Rafael Rodríguez Pacheco, Julio Reguero y Gaspar Rivera.
[18] Pagán, óp. cit., p. 172. En esta asamblea, en la que se organizó por primera vez el comité ejecutivo de la Unificación Puertorriqueña Tripartita como un solo organismo, José Ramírez Santibáñez fue elegido como presidente de la colectividad. 20 Ibíd., p. 185.
[19] Durante el cuatrienio de 1941 a 1944, la Cámara de Representantes fue objeto de la mayor inestabilidad política y administrativa de su historia. Organizado el cuerpo con la colaboración de los representantes tripartitas en 1941, fue electo a la presidencia el Lcdo. Samuel R. Quiñones, del Partido Popular. En 1943, ante denuncias injustificadas por parte de Luis Muñoz Marín y otros líderes populares contra Quiñones por un alegado caso de conflicto de interés relacionado a un caso judicial sobre las gasolineras, este fue desbancado de la presidencia, y en su lugar, se eligió al Dr. Rafael Arrillaga Torréns, representante del ala socialista de la Coalición, quien había colaborado con el PPD prestando su voto para la aprobación del presupuesto operacional del gobierno en 1941. En 1944, el descontento de los miembros de la Coalición y de los tripartitas con Arrillaga por su continua colaboración con los populares y con el gobernador Rexford G. Tugwell, motivó a que los 17 votos coalicionistas se unieran a los 2 de la Unificación Tripartita y a uno liberal para declarar vacante la presidencia. En su lugar, con la misma combinación de votos, eligieron al liberal unificacionista Rafael Rodríguez Pacheco como presidente de la Cámara.
[20] “Doña Josefina Barceló de Romero, electa presidenta del Partido Liberal”, El Mundo, lunes, 24 de abril de 1944, pp. 1, 5.
[21] Guiscafré, óp. cit. Antes de su elección, la señora Barceló de Romero ocupaba la presidencia pro témpore de la colectividad. Es meritorio aclarar que tras la muerte de don Antonio R. Barceló en 1938, la senadora María Martínez de Pérez Almiroty, entonces vicepresidenta del Partido Liberal, ocupó la presidencia pro témpore de la colectividad. Sin embargo, y sin restar mérito a la Sra. Martínez de Pérez Almiroty, la realidad es que fue doña Josefina Barceló la primera en ser electa por la matrícula de un partido a la máxima posición.
[22] Durante la campaña electoral de 1944, José Ramírez Santibáñez terminó participando en mítines del Partido Popular, en los cuales expresó que votaría “haciendo una sola cruz debajo de la pava”. Ver “Muñoz dice espera el fallo del pueblo”, El Mundo, 26 de octubre de 1944, pp. 1, 3.
[23] “El secretario Gelpí exhorta a Ochoteco a que no renuncie: Dice que con señora Josefina Barceló empieza la era eleccionaria del juego limpio y del juego claro”, El Mundo, viernes, 28 de abril de 1944, p. 4.
[24] Según la señora Adsuar Barceló, la mentalidad y actitud del señor Romero obedecían a la influencia de la sociedad estadounidense, donde obtuvo su formación académica en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), en la que el liderato y la participación de la mujer en las esferas de poder era motivo de satisfacción y orgullo para el cónyuge. Entrevista con el autor el 8 de noviembre de 2014 en San Juan, Puerto Rico. En la entrevista realizada al Lcdo. Romero Barceló, este confirmó la admiración, el respeto y el orgullo que su padre sentía por doña Josefina.
[25] Pagán, óp. cit., p. 222. El 6 de agosto de 1944, el Partido Liberal celebró una asamblea general en el Teatro Tapia de San Juan para, entre otras cosas, considerar la inteligencia política con los partidos de la Coalición en contra del Partido Popular Democrático. La señora Barceló de Romero combatió la resolución pactista, sin embargo, la misma fue aprobada 278 contra 96. Como resultado, doña Josefina presentó su renuncia a la presidencia del partido en la misma asamblea. Ante el reclamo de la audiencia para que permaneciera al frente de los liberales, y asegurando que cada partido mantendría su identidad y franquicia electoral, Barceló de Romero retiró su renuncia. Posteriormente, ese mismo día, fue nominada como candidata a senadora at large (por acumulación) por el licenciado José S. Luciano. Ver “La resolución fue aprobada 278 contra 96”, El Mundo, lunes, 7 de agosto de 1944, p. 1. La unión de los partidos de oposición se conoció como Partidos Unidos de la Mayoría.
[26] Fernando Bayrón Toro, Elecciones y partidos políticos de Puerto Rico, 1809-2000. Sexta edición, Mayagüez, Puerto Rico: Editorial Isla, 2003, p. 202. El Partido Popular Democrático obtuvo 383,280 votos; el Partido Unión Republicana Progresista, 101,779 y el Partido Socialista, 68,107 votos.
[27] “La jefa liberal dice se aspira a independencia: Está segura de que la asamblea del partido habrá de incorporarla”, El Mundo, miércoles, 20 de noviembre de 1946, p. 1.
[28] Entrevista del autor a la Sra. Carmen Rosario Adsuar Barceló, sábado, 8 de noviembre de 2014 en San Juan, Puerto Rico. 31 “Sra. Barceló reitera renunciará la presidencia de los Liberales: No tiene aún candidato para sustituirla y estima que al jefe debería elegirlo el nuevo partido”, El Mundo, jueves, 6 de mayo de 1948, p. 5. Luego de la renuncia de doña Josefina Barceló, el Partido Liberal eligió a Santiago Iglesias Silva como presidente y cambió su nombre. Acudió a las elecciones generales de ese año como Partido Reformista Puertorriqueño. 





Las Hijas de la Libertad: juventud, género, ideología y funcionamiento interno, 1932-1935

                                                                                                              José Manuel Dávila Marichal   
        
El año pasado, durante el III Simposio sobre Historia de las Mujeres organizado por la Asociación Puertorriqueña de Historia de las Mujeres,  hablé sobre la transformación de las Hijas de la Libertad en el Cuerpo de Enfermeras del Partido Nacionalista de Puerto Rico. Hoy, les hablaré, gracias a la consulta de documentación inédita, y de la aproximación al objeto de estudio mediante otros enfoques, sobre aspectos relacionados al funcionamiento interno y a la ideología de las Hijas de la Libertad. 
 Como indiqué el pasado año, luego de la elección de Pedro Albizu Campos como Presidente del Partido Nacionalista de Puerto Rico, el 11 de mayo de 1930, las mujeres comenzaron a ser reclutadas, integradas y organizadas dentro de la colectividad, como nunca antes. Esto debe enmarcarse como parte de un proceso en el cual las mujeres nacionalistas exigieron el derecho a una mayor participación política dentro del partido. La iniciativa de estas por una mayor representación política es una de las razones para entender por qué la joven nacionalista Lamia Azize Mawad decide organizar una asociación dedicada a organizar a las jóvenes  que creían en la independencia de Puerto Rico. Azize, de origen libanés, residía en Caguas al momento de acercarse al Partido Nacionalista y, en dicha ciudad, contando con 12 o 13 años de edad, solía visitar al farmacéutico y Vice-presidente del Partido Nacionalista, Luis García Casanova. Este se convierte en su maestro de capacitación ideológica, la orientaba y le facilitaba libros sobre los líderes nacionalistas-revolucionarios puertorriqueños del siglo XIX como Lola Rodríguez de Tío y Pachín Marín.[1] La influencia que ejerció Casanova sobre la joven, además de su firme creencia de que la mujer debía ser independiente, la motivan a organizar, a los 15 años, a las Hijas de la Libertad. En marzo de 1932, junto a un grupo de sesenta y dos jóvenes nacionalistas estudiantes de la Escuela Superior Central de Caguas, reunidas en el hogar de Luis García Casanova, toma la iniciativa de organizar la Asociación de las Hijas de la Libertad. En cuanto a la junta directiva, la asamblea acordó que la Presidenta de la Asociación sería Lamia Azize Mawad. En dicho encuentro establecieron los objetivos de la entidad, que girarían en torno a cuatro líneas de acción: 
1)                Por la restauración de la República de Puerto Rico, soberana e independiente, libre de toda imposición extraña; 
2)                Por la defensa del prestigio y la honorabilidad de la institución hogareña de la Patria;  3) Por la infiltración, en el corazón de los hijos, de ideales que conduzcan a la acción patriótica; 
4) Por la difusión entre el elemento femenino de la Nacionalidad, de los principios que informan la causa nacionalista. [2]

 En los propósitos de la Asociación, las jóvenes establecieron su intención de seguir los pasos del Partido Nacionalista y luchar por la restauración de la República de Puerto Rico  y contra el proceso de desintegración de la nacionalidad puertorriqueña, ante el avance del proyecto de americanización que impulsaba la metrópoli en la Isla. Estaban convencidas que la mujer como sujeto histórico debía movilizarse y actuar en la lucha contra el imperialismo norteamericano. Decían: “La mujer no debe, no puede permanecer inhábil en el preciso momento en el que el imperialismo de Estados Unidos de Norte América socaba la soberanía de nuestro pueblo y reduce su capacidad nacional intervenida a la categoría de una miserable colonia.”[3] Consideraban, además, que la obra de redención de la patria esclavizada descansaba principalmente en la mujer, ya que era la mujer como madre-educadora, la que, ante el proceso de asimilación impulsado por el régimen colonial, perpetuaba en las futuras generaciones los valores de la nacionalidad y formaría los futuros patriotas. Consideramos que, como sucedió con las sufragistas puertorriqueñas, las Hijas de la Libertad justificaron su participación política sin que esta afectara su imagen social ante aquellos que creían que las mujeres no tenían ni voz ni voto en la política, y que sus deberes eran con el hogar. Ante este escenario, la estrategia discursiva de las jóvenes tenía que presentar su incorporación a la lucha como extensión de sus funciones en el hogar, y destacar los beneficios que traería su participación para la lucha por la independencia, como futuras madres-educadoras. En este sentido, los reclamos de las Hijas de la Libertad eran muy compatibles con los reclamos del feminismo social, doctrina que persigue aumentar la influencia y la autonomía de la mujer en la familia, la comunidad y la sociedad. Esta doctrina, como señala la Dra. María Barceló-Miller, recalca que no se puede rivalizar con los hombres, sino lograr el progreso intelectual y material de la mujer para que ocupe el verdadero sitial que le corresponde en la sociedad. Además, el feminismo social acepta la diferencia entre hombres y mujeres, pero al mismo tiempo admite la compatibilidad entre los sexos que conlleva como meta una sociedad donde la mujer, con las cualidades y características que tradicionalmente se le atribuyen, trabajaría junto al hombre por el bien social.[4] 
 También -y sobre esto no les hablé el año pasado-  hay que enmarcar la creación de las Hijas de la Libertad dentro de un contexto en el que ya se habían conformado dos nuevos sujetos históricos:  el estudiantado y la juventud. Las asociadas estaban muy conscientes sobre el papel que debía desempeñar el estudiantado en la lucha por la independencia. Para lograr esta encomienda, invitaron a las alumnas de otras escuelas superiores a organizar en cada pueblo de la Isla una “división” de las Hijas de la Libertad, y que llevaran la lucha fuera del radio de las escuelas.[5] Del mismo modo, estaban claras en cuanto a la importancia de organización de la juventud femenina. La juventud se puede definir como el período de la vida de una persona en el que la sociedad deja de verle como un niño, pero no le da un estatus y funciones completos de adulto; es, como todo grupo de edad, una construcción social e histórica, porque su significado, desarrollo, forma, contenido y duración dependen del orden económico, social, cultural y político de cada sociedad, de su localización histórica y del modo en que cada grupo es construido en una sociedad.[6] Aunque en nuestra historiografía  aún no se ha hecho una historia general sobre la juventud como sujeto histórico y categoría de análisis, se puede deducir, a manera de hipótesis, siguiendo la tradición europea, que luego del estallido de la I Guerra Mundial y de la gran crisis económica del 1929 que sacudió al mundo y a la Isla, dio empuje al llamado “problema juvenil”. Esto se debió a que los jóvenes fueron uno de los sectores más afectados y, como consecuencia, se produjo una politización de éstos cada vez mayor. Hubo un crecimiento de sus organizaciones y de su autonomía, y la juventud jugó un papel destacado e incluso fue protagonista en la conflictividad social y política del periodo. La barbarie que representó la guerra y la Gran Depresión llevó a muchos jóvenes a buscar nuevos caminos y soluciones, y a abandonar los valores sociales tradicionales mantenidos por los adultos que habían “fracasado” y les habían “fallado”. La inclinación de la juventud por el activismo y el radicalismo representaba entonces un valor que las diferentes fuerzas políticas trataban de captar y poner al servicio de sus intereses.7
 Las Hijas de la Libertad fue uno de los grupos juveniles que se crearon en el periodo de entreguerras. Éstas se organizaron, no solo para movilizar y adelantar sus intereses como mujeres, como indiqué, sino también para adelantar sus intereses como jóvenes. Las asociadas no quería quedar al margen de la lucha, no creían que debían esperar a ser adultas para participar de la política, les urgía actuar en la construcción de la independencia, es por esto que se propusieron “levantar el espíritu nacionalista entre la juventud femenina.”8  También las asociadas estaban muy conscientes sobre el papel de vanguardia revolucionaria que debía desempeñar la juventud en las construcción de la nación, ante el fracaso de sus padres por haber sido engañados por el imperialismo. Decían: “ ...el calamitoso régimen que padecemos no es culpa de nuestros padres. Nuestros venerados viejos, nuestros amados padres, su dolorosa tragedia está en haber caído víctimas inconscientes de la desorientación respecto al yanqui que cundió en Puerto Rico a raíz de la invasión norteamericana en 1898. Su buena fe la utilizó
                                                                                                                                                                       
Núm. 225, enero-abril, 2007), p. 12. 
7        Sandra Souto Kustrín,  “Juventud, Teoría e Historia: La formación de un sujeto social y de un objeto de análisis” , 
Historia Actual On Line (HAOL), (Núm. 13, invierno, 2007), p. 177. Véase también, Sandra Souto Krustrín, “Introducción: Juventud e Historia”,  Op. Cit., p. 14. 
8        “Las Hijas de la Libertad de Humacao eligen nueva directiva”, El Mundo, 23 de octubre de 1933,  p. 5. 
el invasor para atentar, con un plan de fina penetración imperialista, contra la posteridad de la patria intervenida que representa en estos instantes nuestra corta juventud. Pero cuando de la experiencia de los padres sólo nos llega miseria y desorientación colectivas, toca entonces a nuestra responsabilidad de hijos y de hijas hacer brotar la “inspiración innovadora” que salve la integridad del respeto a la posteridad nacional.” [7]
 Albizu Campos, el Partido Nacionalista, y las Juntas de Damas Nacionalistas las apoyaron ya que, además de favorecer la incorporación de las mujeres dentro del movimiento, también estaban conscientes del potencial de la juventud como vanguardia que ayudaría a construir el nuevo orden.  El máximo líder del nacionalismo esperaba que este grupo fuera la fuerza dirigente de un futuro renacimiento de la nación.[8] Es por esto, que la noticia de la organización  de las Hijas de la Libertad fue muy bien recibida por el Partido Nacionalista. De hecho, la Junta de Damas Nacionalistas de Río Piedras, le comunicó a Lamia Azize Mawad, que la felicitaba por “tan plausible idea” y que estaban a su disposición incondicionalmente. Además, le sugirieron que constituyera la Asociación en cada una de las escuelas superiores de Puerto Rico.[9] De esta forma, el Partido Nacionalista buscaba integrar a sus filas a esa juventud con ansias de cambiar el status quo colonial. 
 Las Hijas de la Libertad, al igual que el Partido Nacionalista de Puerto Rico, creían que todas las puertorriqueñas, sin distinción de “raza” o clase social, debían enfrentar el imperialismo. Esta creencia explica el por qué en ellas podemos encontrar a la estudiante de origen libanés Lamia Azize; a la artesana y negra, Dominga Cruz Becerril; a la costurera Pura López, a la estudiante cuya familia residía en un arrabal en Río Piedras, Julia de Burgos; y a Blanca Canales, joven descendiente de la élite propietaria de Jayuya. 
 Las Hijas de la Libertad no sólo intentaron adelantar sus intereses a través de la organización cuasi-militar dentro del nacionalismo, también emplearon otras estrategias como utilizar la prensa o los espacios privados y públicos para expresarse y ejercer presión política sobre aspectos que afectaban a las mujeres, a la juventud y al nacionalismo. Para vencer en su empresa cooperaban con otra asociación compuesta mayoritariamente por jóvenes varones: la Asociación Patriótica de Jóvenes
Puertorriqueños.[10] Esta alianza se establece porque las Hijas de la Libertad creían en la creación de un frente unido de jóvenes para luchar contra el imperialismo: “Para defendernos de esa inquietud que nos aplasta, la juventud nacional, hombres y mujeres, rendirá al sagrado ideal de la libertad el sublime esfuerzo de un frente unido.”[11]   Con el apoyo de las Juntas de Damas del Partido Nacionalista y de la Asociación Patriótica de Jóvenes Puertorriqueños, las Hijas de la Libertad lograron organizarse en los principales pueblos de la Isla: Aguadilla, Arecibo, Guayama, Jayuya, Ponce, Humacao, Mayagüez, Utuado, Río Piedras, Santurce y San Juan. La idea de expandirse por la Isla respondía al plan de demostrar la capacidad de liderato y organización, así como el alto grado de conciencia política que las jóvenes poseían. También buscan crecer como colectivo para poder llevar a las masas del pueblo “... el verbo divino de José Martí, y la espada luminosa de Bolívar como símbolos augustos de libertad y sacrificio.”[12] Es decir, querían difuminar por la Isla la tradición del nacionalismo revolucionario antillano e hispanoamericano de las que ellas se consideraban parte. Además, como discípulas de “El Libertador” Simón Bolívar, de José Martí y de Pedro Albizu Campos creían en la confraternización entre los pueblos antillanos e hispanoamericanos ya que pensaban que formaban parte de una misma “raza” en el sentido no biológico sino cultural. Por esta razón, establecieron vínculos con las mujeres nacionalistas de las Antillas y se dieron a la tarea de organizar capítulos de la asociación en tres ciudades en Cuba: La Habana, Camagüey y Santiago, y un capítulo en Santo Domingo, República Dominicana.[13] Las Hijas de la Libertad dejaron manifestada su profunda admiración por el movimiento nacionalista cubano cuando el miembro del Directorio Nacional de la Asociación Unión Nacionalista de Cuba y acérrimo opositor de la dictadura de Gerardo Machado, de la Antilla Mayor, Santiago Algeciras llegó a Puerto Rico. Al arribar en la Isla, las asociadas no perdieron tiempo y le enviaron a través de un comunicado en la prensa un saludo cordial, y le notificaron que su visita a Puerto Rico traía “... la visión, la voz del glorioso nacionalismo cubano que como el nuestro, lucha con tenacidad por detener definitivamente el ataque fatal de cuantas fuerzas, entre ellas la más odiosa el imperialismo yanqui, socaban la soberanía de los pueblos antillanos e hispanoamericanos en general, y ante un representativo auténtico de ese ritmo libertario de la América Hispana, la Asociación 'Hijas de la Libertad' no vacila en hacer llegar hasta usted la palpitación patriótica de la mujer puertorriqueña.”[14] También lo invitaron a Caguas para que éste ofreciera una charla sobre la participación de la mujer cubana en el movimiento nacionalista de la Antilla hermana. Santiago Algeciras correspondió la carta, les agradeció por la invitación y aceptó la encomienda de hablarles, “...de vuestras hermanas mis compatriotas y su denodada, valiente e incoercible conducta de oposición y de combate, defendiendo los postulados nacionalistas a que el Pueblo de Cuba aspira seas los que imperen en todas las instituciones de la República, su independencia y su libertad...”[15][16] Ante la aceptación, las Hijas de la Libertad organizaron un homenaje al líder cubano que se llevó a cabo en el salón social del Casino Puertorriqueño de Caguas.18 
  Este tipo de actividades educativas dirigidas a las jóvenes era muy común. Las Hijas de la Libertad participaban, por lo general, junto a la Asociación Patriótica de Jóvenes Puertorriqueños, en reuniones periódicas que servían de capacitación ideológica. También participaron en debates públicos que afectaban a las mujeres. Por ejemplo, en abril de 1933 se desarrolló un intenso debate en la prensa de la Isla a favor y en contra de las políticas de control poblacional que el gobierno colonial quería impulsar. Evidentemente esas políticas neomalthusianas afectaban principalmente a las mujeres. La Dra. Dolores Pérez Marchand19 y el líder máximo del Partido Nacionalista  participaron en el debate y se expresaron en contra a esas políticas a través de ensayos en la prensa del país. En el discurso de oposición de Albizu Campos la figura femenina fue fundamental ya que para él, como para la mayoría de los nacionalistas puertorriqueños, la mujer como madre-educadora era la que perpetuaba en las futuras generaciones los valores de la nacionalidad. En este sentido, la esterilización femenina ponía en riesgo la propia existencia de la nación, decía Albizu Campos: “No creemos ni justo ni valeroso que los hombres descarguen sobre las mujeres los resultados funestos de sus caprichos. La mujer es la fuente de la vida y de la patria, no puede inutilizar a una sola madre potencial.”20 Estos artículos, aunque no están firmados por las Hijas de la Libertad, expresaban posiciones que evidentemente ellas apoyaron ya que públicamente a través de comunicados que ellas enviaron al periódico de mayor circulación del
Puerto Rico de esa época, El Mundo, felicitaron a ambos por sus escritos. Por ejemplo, el artículo deAlbizu Campos fue aplaudido por las Hijas de la Libertad de Jayuya por sus palabras contra el Neomalthusianismo,21 y en otro comunicado, la nueva Presidenta de las Hijas de la Libertad, Graciela Raldiris, felicitó en nombre de la organización a la Dra. Pérez Marchand por su escrito, “Hijas de la Libertad, os felicitan ardientemente magistral artículo.”22 
                                                                                                                                                                       
Santiago Algeciras prominente político cubano”,  El Mundo, 18 de junio de 1932, p. 5. 
19                    “No podemos establecer que la ley que abre clínicas Neomalthusianas es el remedio a nuestro mal, dice la Dra. Pérez Marchand”, El Mundo, 7 de abril de 1933, p. 1. 
20                    “Un artículo del Presidente del Partido Nacionalista”, El Mundo, 31 de marzo de 1933, p. 5. 
21                    “Felicita a Albizu Campos”, El Mundo, 10 de abril de 1933, p. 2. 
22                    “Felicitan a la Dra, Pérez Marchand”, El Mundo, 10 de abril de 1933, p. 5. 
 También utilizaron la prensa para expresar su sentir sobre aspectos relacionados a la política puertorriqueña. Por ejemplo, a partir del 24 de marzo de 1934, el profesor Clemente Pereda llevó a cabo un ayuno voluntario de siete días en la Plaza Baldorioty del Viejo San Juan, en protesta por una Resolución Conjunta presentada en ambas cámaras Legislativas de Puerto Rico en la cual se solicitaba que la Isla se convirtiera en un estado federado de los Estados Unidos de Norteamérica.[17] Por su acción, considerada por los nacionalistas como sacrificada y de patriotismo, Las Hijas de la Libertad de los  capítulos de Jayuya[18], Humacao25 y Utuado[19], le enviaron telegramas y mensajes de apoyo y simpatía a través del periódico El Mundo. 
 Las Hijas de la Libertad también participaban activa y militantemente en las manifestaciones públicas que organizaba el Partido Nacionalista. Por ejemplo, el 2 de junio de 1932, fueron invitadas junto a la Asociación Patriótica de Jóvenes Puertorriqueños a asistir a una manifestación en Guayama organizada por la Junta Nacionalista de dicho pueblo, el día 5 de ese mes en desagravio a la bandera de Puerto Rico[20], para ese momento aún perseguida y proscrita por el gobierno colonial.  
 Por todas estas acciones militantes que hemos descrito las Hijas de la Libertad fueron perseguidas por las autoridades represivas del régimen colonial. Lamia Azize cuenta que por su militancia en la Asociación fue acosada por el gobierno y que fue esto lo que la obligó a alejarse del movimiento.[21] A pesar de la represión, la organización continuó funcionando hasta que, en 1935, se transformó en el Cuerpo de Enfermeras del Partido Nacionalista. 
                Como hemos documentado y analizado, y a pesar de la actitud paternalista que siempre asumió el Partido respecto a las mujeres, las jóvenes lograron tomar la iniciativa, adelantar sus intereses como mujeres, estudiantes y jóvenes y abrir el camino que les permitió tener una mayor intervención dentro del Partido Nacionalista y la política puertorriqueña: en la toma de decisiones referentes a la agrupación de las mujeres dentro de la colectividad, en la organización de asociaciones exclusivamente de mujeres jóvenes alrededor de toda la Isla y en el extranjero; en la organización de actividades junto a la juventud masculina nacionalista, en participación en cursos de capacitación ideológica, en la utilización de la prensa para expresar sus posiciones políticas referentes a temas relacionados a las mujeres, la juventud y la política puertorriqueña, y en la participación activa y militante en las manifestaciones y conmemoraciones nacionalistas. Además, logramos documentar que era una juventud femenina influenciada por el pensamiento político de Simón Bolívar, José Martí, Pedro Albizu Campos, Lola Rodríguez de Tió y de otros representantes de las diferentes variantes de los nacionalismos revolucionarios antillanos. Por otro lado, la organización y participación militante de las Hijas de la Libertad en la política permitió que se desarrollara una generación de mujeres jóvenes que se destacarán en la lucha por la justicia social, democracia e independencia de Puerto Rico, o en el mundo literario e intelectual, como lo fueron: Julia de Burgos, Blanca Canales, Dominga Cruz Becerril y Nimia Vicens.[22] Burgos fue Presidenta de las Hijas de la Libertad[23] y se convertirá en una destacada poeta, feminista y líder del Partido Nacionalista. Blanca Canales será una prominente líder del Movimiento Libertador y luego proclamará la República en Jayuya durante la Insurrección Nacionalista de 1950.[24] Cruz Becerril será la Directora del Cuerpo de Enfermeras del Partido
Nacionalista, en Mayagüez, y luego se destacará como una luchadora internacionalista y poeta[25], y Nimia Vicens será una prominente poeta e intelectual. De esta forma, mediante la intensa actividad política que asumieron las Hijas de la Libertad, como concluimos en el ensayo pasado, las jóvenes que pertenecieron a este cuerpo lograron trascender aquellos discursos que le consignaban a la mujer como único rol el cuidado del hogar y de los niños.
             

[1] Entrevista hecha por Mareia Agosto a Lamia Azize. Agradezco a la Profesora Yamila Azize Vargas por haberme dado acceso a esta indispensable fuente. 
[2] “Se forma en Caguas la Asociación ‘Hijas de la Libertad”, El Imparcial, 9 de marzo de 1932, p. 7. 
[3] “La Asociación 'Hijas de la Libertad' se dirige a las alumnas de las escuelas superiores de Puerto Rico” , El Mundo, 27 de abril 1932,  p. 5. 
[4] María Barceló-Miller, La lucha por el sufragio femenino en Puerto Rico 1896-1935 (Río Piedras, PR: Ediciones Huracán / Centro de Investigaciones Sociales, 1997), p. 60-61. 
[5] “La Asociación 'Hijas de la Libertad' se dirige a las alumnas de las escuelas superiores de Puerto Rico”, El Mundo, 27 de abril de 1932,  p. 5.
[6] Sandra Souto Krustrín, “Introducción: Juventud e Historia”,  Hispania, Revista Española de Historia, Vol. LXVII (
[7] “La Asociación 'Hijas de la Libertad' se dirige a las alumnas de las escuelas superiores de Puerto Rico”, El Mundo, 27 de abril de 1932, p. 5. 
[8] Aún los críticos del Partido Nacionalista, reconocieron la influencia de Albizu en los jóvenes. En 1936, el entonces profesor Jaime Benítez resaltaba su influencia orientadora: “Quienes se quejan de que la juventud sigue a Don Pedro Albizu Campos no han adelantar nada en quejarse. Si quieren evitarlo han de interesarse por esa juventud como él lo ha hecho, orientar sus deseos de superación, y darle fe en las ideas que se les ofrecen, viviéndolas”. Véase Isabel Picó, “Albizu Campos y la lucha estudiantil”, En  Ruth Vasallo, José Antonio Torres Martino, editores, Pedro Albizu Campos, Reflexiones sobre su vida y su obra (San Juan: Editorial Marién, 1991), p. 85.
[9] “A la Presidenta de “Hijas de la Libertad”, La Democracia, 18 de marzo de 1932,  p. 7.
[10] Organización juvenil  afiliada al Partido Nacionalista de Puerto Rico. 
[11] “La Asociación  'Hijas de la Libertad'  se dirige a las alumnas de las escuelas superiores de Puerto Rico”, El Mundo , 27 de abril de 1932, p. 5. 
[12] “Se organizó en Santurce un capítulo de la entidad “Hijas de la Libertad”, El Mundo, 8 de diciembre de 1932, p. 2. 
[13] Entrevista hecha por Mareia Agosto  a Lamia Azize. 
 El acercamiento y éxito que tuvieron las Hijas de la Libertad en contactar a las mujeres nacionalistas de las Antillas no nos debe sorprender ya que, a partir de la peregrinación (1927) de Pedro Albizu Campos por República Dominicana, Haití y Cuba, logró establecer estrechos vínculos con los movimientos nacionalistas antiimperialistas de dichas Islas, llegando a fundar Juntas dirigidas por prominentes líderes del nacionalismo antillano como José Varona, en Cuba, y Federico Henríquez y Carvajal, en la República Dominicana. 
[14] “Don Santiago Algeciras invitado a hablar ante la sociedad 'Hijas de la Libertad' de Caguas”, El Mundo, 29 de abril de 1932, p. 2. 
[15] “Don Santiago Algeciras corresponde a la carta de la asociación 'Hijas de la Libertad' de Caguas” , El Mundo, 2 de mayo de 1932, p. 6. 18 “El homenaje de hoy a Don Santiago Algeciras ofrecido por la asociación 'Hijas de la Libertad' de Caguas”, El Mundo,
[16] de mayo 1932,  p. 2.  Véase también “Discurso pronunciado ante 'Las Hijas de la Libertad' de Caguas por el señor
[17] “La temperatura del profesor Pereda bajó ayer  tarde a 35.8 y las pulsaciones aumentaron a 98. El penitente se mantiene firme en su propósito de ayunar 7 días”, El Mundo,  29 de marzo de 1934,  p.6.
[18] “Hoy, a las 6 A.M. cumple Pereda los siete días de ayuno”, El Mundo, 31 de marzo de 1934, p.7.  25  Ibid. 
[19] “El profesor Pereda cumple hoy, a las 6 A.M., su cuarto día de ayuno voluntario”, El Mundo, 28 de marzo de 1934, p. 7.
[20] El Partido Nacionalista celebrará el domingo 5 del corriente, en Guayama, un desagravio a la bandera”, El Imparcial, 2 de junio de 1932, p. 8. 
[21] Entrevista hecha por Mareia Agosto a Lamia Azize. 
[22] Blanca Canales señala en sus memorias que Nimia Vicens asistió a una convención de las Hijas de la Libertad que se llevó a cabo en la ciudad de Caguas, por lo que deducimos que era parte del cuerpo. Véase,  Blanca Canales, La Constitución es la Revolución, (San Juan, Puerto Rico: Congreso Nacional Hostosiano, 1997) p. 12. 
[23] Véase  artículo escrito por Julia de Burgos como Presidenta de las Hijas de la Libertad, “La mujer ante la posteridad nacional”, La Correspondencia, 18 de julio de 1934, p. 6. 
[24] Para más información sobre Blanca Canales véase Blanca Canales, La Constitución es la Revolución (San Juan, Puerto Rico: Congreso Nacional Hostosiano, 1997).
[25] Véase, Margartet Randall, El pueblo no sólo es testigo: la historia de Dominga  (Río Piedras, Puerto Rico: Ediciones Huracán, 1979). 




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